Rafael Gordillo disputa un balón con el realista Celayeta en el partido jugado en Atocha.

HISTORIA | Partidazo, empate y prima

El encuentro Real Sociedad-Real Betis jugado en Atocha en marzo de 1980 dio origen a un llamativo caso que concluyó con una única e injusta sanción a un jugador verdiblanco

Por Manolo Rodríguez

En el mes de marzo de 1980 la Real Sociedad y el Real Betis eran los equipos de moda en el fútbol español. Los donostiarras, porque marchaban líderes y se habían convertido en la gran sensación del campeonato. Los béticos, porque, tras haber concluido la primera vuelta en puestos de descenso, ahora rondaban la zona alta y manifestaban un poderío que deslumbraba a los aficionados.

Eran, además, dos equipos que no perdían. La Real, de hecho, aún permanecía imbatida desde que se iniciara el torneo y el Betis llevaba 13 jornadas sin conocer la derrota entre Liga y Copa, a pesar de que en ese tiempo se había enfrentado al Barcelona y al Real Madrid. En medio de ese paisaje llegó el partido de Atocha. El domingo 16 de marzo. A las cuatro y media de la tarde. 

Al Betis lo dirigía Luis Carriega, un sabio, que le había dado la vuelta al equipo como a un calcetín. De la depresión se había pasado a la euforia y ahora estaba en boga una frase que insistentemente repetía el entrenador: "¿Quién para al Betis?" Una frase con la que intentaba explicar que aquella escuadra no tenía límites y podía aspirar a todo si no se distraía.

Y en ese afán por controlar todos los detalles, Carriega decidió adelantar el viaje a Donostia. Salieron de Sevilla el jueves anterior al partido y volaron esa misma tarde a Madrid. Pernoctaron en el hotel Don Quijote y en la mañana del viernes acudieron a entrenar a la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Almorzaron y pasaron la tarde en la capital y por la noche se trasladaron en tren coche-cama a San Sebastián.

Durante la estancia en Madrid, el capitán verdiblanco, Antonio Benítez (según declararía más tarde él mismo), recibió una llamada en la que le ofrecieron a los jugadores del Betis una prima a repartir de 1.500.000 pesetas por ganar en Atocha (la mitad si empataban). Aunque nunca aclaró quién le hizo tal ofrecimiento, parecía claro que el club más interesado, y único, en que los donostiarras pincharan era el Real Madrid, segundo en la clasificación, y quien se estaba disputando la Liga con los realistas.

En aquel tiempo, las primas a terceros, por ganar o empatar, estaban prohibidas, pero existía una enorme tolerancia con las mismas. Muy difíciles de probar, se hablaba de ellas en los medios de comunicación con gran naturalidad. Todo el mundo sabía que se ofrecían y que se pagaban y hasta los propios jugadores se referían a ellas en muchas ocasiones sin necesidad de esconderse.

La expedición del Real Betis llegó a San Sebastián el sábado previo al partido. Carriega hubiera querido entrenar en las instalaciones del equipo local, pero el retraso del tren debido a la nieve, y la imponente granizada que estaba cayendo sobre Guipúzcoa, lo obligaron a cambiar de planes. Se fueron al hotel Costa Vasca, donde quedarían hospedados, y allí hicieron una breve sesión de estiramientos. El entrenador, sobre todo, quería ver el estado en el que se encontraba Cardeñosa, la gran duda en las horas previas.

El domingo ya salió mejor en lo climatológico y las viejas gradonas de Atocha se llenaron para ver el duelo más sugestivo de la jornada. Un gran espectáculo.

Arbitra el colegiado norteafricano Luis Jaramillo González y, a sus órdenes, los equipos presentan las siguientes alineaciones:

Real Sociedad: Arconada; Celayeta, Gajate, Cortabarría, Olaizola; Diego, Alonso, Zamora; Idígoras, Satrústegui y López Ufarte.

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Peruena, Gordillo; López, Alabanda (Vital, m.72), Ortega, Cardeñosa; Morán y Benítez.

El partido no defrauda. Ocurre lo esperado: una Real ofensiva y dominadora y un Betis muy equilibrado que se hace dueño de la pelota. Un apasionante tira y afloja, con llegadas de uno y otro, que resuelven a lo grande dos porteros legendarios: Esnaola y Arconada. Los jugadores se entregan sin reserva y el público agradece tanto esfuerzo y tanto fútbol. El pleito acaba 0-0, pero nadie se siente decepcionado.

Al día siguiente, el prestigioso cronista Erostarbe define el partido en el diario Marca como: "Un match de campeonato" y recalca que ambos equipos fueron despedidos con aplausos. En el "AS" se habla de: "Justo reparto de puntos" y también la prensa sevillana se deshace en elogios para los verdiblancos.

Así, en "El Correo de Andalucía", Tomás Furest titula: "El Betis conquistó Atocha", mientras que en el ABC escribe Fernando Gelán: "En Atocha, otra lección y otro punto. ¿Y quién es capaz de pararlo?". 

Con la satisfacción del deber cumplido, la expedición bética viaja esa noche en tren con destino Madrid. Desde la estación de Chamartín se trasladan en autobús a Barajas para volar a Sevilla a media mañana del lunes.

El aeropuerto es el punto de cita que le habían indicado a Benítez para recoger la prima que les habían ofrecido en caso de que se hubieran hecho acreedores a ella. Según el relato del capitán bético ante el Comité de Competición: "Estábamos ya en la sala de espera para embarcar y no veía a nadie. Así que subí con Bizcocho al hall general para ver si había alguien. Entonces se me acercaron un hombre y una mujer preguntándome si yo era Benítez. Les contesté afirmativamente y me entregaron una bolsa de plástico en la que iban un periódico y un paquete".

Benítez dijo no conocer a las personas que lo abordaron y tampoco supo aclarar si fueron las mismas que le hicieron el ofrecimiento por teléfono. Sí manifestó que, a continuación: "El paquete pasó por el control de equipajes y, cuando estaba en el avión, descubrí que era dinero, en billetes de 5.000 y de 1.000 pesetas. Estaban las 750.000. El reparto lo hicimos en el autocar que nos llevó desde el aeropuerto de Sevilla hasta el estadio. Se hicieron 17 partes, 16 para los jugadores y la otra que se repartió entre el masajista y el utillero. Tocamos a cuarenta y tantas mil pesetas".

El expediente y la sanción

Estas fueron las declaraciones de Antonio Benitez ante las autoridades federativas reconociendo los hechos. El problema fue que las realizó más de dos meses después del partido de Atocha y cuando ya el asunto había adquirido una notoriedad extraordinaria.

Porque desde el mismo momento en que el Betis empató en el campo de la Real, las cosas no habían dejado de rodar. Primero fueron comentarios y después medias verdades, hasta que una cadena de radio a nivel nacional contó lo ocurrido con pelos y señales y, sobre todo, reveló como detalle fundamental que la mujer que se personó en Barajas para entregarle el dinero a Benítez fue Sonia Bruno, afamada actriz y esposa del célebre jugador del Real Madrid, José Martínez "Pirri".

Aquello se convirtió en una bomba que dejaba al descubierto que el pagador no había podido ser otro que el club del Bernabéu. Y focalizó el interés de los medios, como es natural. Los comités federativos abrieron un expediente, pero, de cualquier modo, corrieron los meses sin que nadie interviniera. 

Tal vez, porque a continuación surgieron otros casos no menos llamativos (como las presuntas ventas de partidos por parte de algunos jugadores del Málaga y la prima supuestamente pagada por el Real Madrid al Sevilla por derrotar a la Real Sociedad), que retrasaron la toma de decisiones y lo postergaron todo hasta el final del campeonato.

Por fin, el 19 de mayo, Antonio Benítez fue citado a declarar ante el Comité de Competición. Compareció, pero mal asesorado, negó los hechos. Craso error, porque a esas alturas ya se había publicado en los periódicos todo lo ocurrido. 

Volvieron a convocarlo días más tarde, esta vez en compañía de Enrique Morán, y en esta ocasión sí que contó todo lo que anteriormente hemos puesto en su boca. También Morán admitió haber recibido la prima, aunque negó haber actuado de intermediario entre la persona que hizo la oferta y sus compañeros. Y de lo ocurrido en el aeropuerto dijo no saber nada, ya que no volvió con el equipo a Sevilla, al quedarse en Madrid para visitar a sus padres, que residían en la capital.

En los primeros días del mes de junio también fue citado Bizcocho para que corroborara lo ocurrido en Barajas, pero quien no atendió ninguna de las llamadas del Comité fue el Real Madrid. A su presidente, Luis de Carlos, no le dio la gana de ir. Y no pasó nada.

El fallo federativo llegó el martes 24 de junio de 1980. El Comité de Competición dio por probados los hechos y sancionó con una multa de 2.600.000 pesetas al Real Madrid y suspendió por un mes a Antonio Benítez (a contar desde el inicio de la temporada siguiente) por haber falseado su primera declaración.

La directiva del Real Betis, presidida por Juan Mauduit, se sintió muy ofendida y, con toda razón, argumentó que no podía acusarse a Benítez de haber perturbado el esclarecimiento de unos hechos punibles, ya que acabó detallándolos sin haber recibido presión alguna. También razonó que impidiendo la alineación del jugador durante cuatro partidos no sólo se le perjudicaba a él, sino al conjunto del equipo y, por último, lamentó que nadie hubiera obligado al Real Madrid a dar su versión de los hechos.

Y aunque no figuraba en el recurso, sí que estaba en el ambiente la prima pagada por el Madrid al Sevilla para que le ganara a la Real en la penúltima jornada del campeonato. Algo que conocía todo el mundo: a cuanto ascendió, quienes la cobraron, donde estuvo guardado el dinero y qué reparto se hizo de la misma. Pero en aquel asunto no entró el Comité, según se dijo, porque no encontraron pruebas.

Antonio Benítez conoció el castigo cuando regresó de una gira por Sudamérica con la selección de la AFE y se sintió muy dolido. Declaró que "la sanción me perjudica económica y deportivamente" y confió en que las instancias superiores revocaran el fallo. 

Pero no ocurrió. Los recursos presentados por el Real Betis no prosperaron y se mantuvo la pena. Fue el único que la pagó, porque el Real Madrid dilató el proceso y llevó el asunto hasta el Comité Superior de Disciplina, instancia suprema para la justicia deportiva creada en octubre de ese año de 1980.

Allí, en este organismo que presidía entonces Francisco Martínez Fresneda, socio del Real Madrid desde hacía más de veinte años, estimaron el recurso del club del Bernabéu y la cosa no pasó a mayores. El Madrid no tuvo que pagar multa alguna.

A Benítez, sin embargo, no le dio tiempo de llegar a octubre. Su sanción la cumplió en septiembre y durante cuatro partidos estuvo ausente de las alineaciones verdiblancas.

Volvió a pisar el Villamarín el 19 de octubre en un histórico partido que enfrentó al Real Betis contra el Hércules de Alicante. La tarde en que se estrenó por fin la nueva remodelación del estadio para el Mundial-82.