Ayoze celebra el gol que abrió el marcador la tarde en la que nos trajimos los tres puntos de Mestalla.

Ilusionados en el sprint final

Tras el bache del mes pasado, el equipo ha recuperado su mejor versión en el tramo final del curso.

Hay que ver qué manera tiene el fútbol de convertir el día en noche y viceversa. Hace apenas un mes, en la última edición de este boletín de noticias, nos hacíamos eco de la concatenación de derrotas, Hasta 4 consecutivas, que encendían todas las alarmas en el beticismo que ansiaba una cuarta clasificación para jugar competición continental y que veía cómo el equipo había entrado en una situación de bloqueo que lo había tenido sin puntuar en un momento de la competición donde, debido al escaso margen, el precio a pagar resulta bastante caro. Pero bien saben aquellos más veteranos que siempre que haya Betis, habrá esperanza, y tras aquella tempestad primaveral ha vuelto a relucir el sol de la ilusión tras enlazar tres victorias y un empate (que bien pudo ser una victoria más que merecida) en ese tramo final de la temporada del que hablaba nuestro ex jugador y entrenador Luis Aragonés que es donde, realmente, se juega uno el todo por el todo, con independencia de la renta o desventaja que hubiese podido acumular con anterioridad.

La primera de estas recientes satisfacciones la obtuvimos en vísperas del arranque ferial. Era viernes 12 de abril cuando un más que necesitado Celta de Vigo comparecía en Villamarín, donde pudimos revertir la mala dinámica de las fechas anteriores, consiguiendo un justísimo triunfo tras anotar dos espléndidos goles en sendas jugadas combinativas: el primero, tras un pase en profundidad de Fornals a Bellerín, quien la puso atrás para que Miranda la colocase en el fondo de la red gallega y el segundo, obra de Fekir tras soltar un espléndido derechazo. Un feliz reencuentro con el gol de nuestro capitán que, sin embargo, no acabó por quitarnos los apuros ya que los vigueses consiguieron acortar en el alargue, pero sin conseguir que los tres puntos se escaparan de nuestras manos.

Este reencuentro con la victoria no podía ser una cuestión pasajera, ya que estábamos más que obligados a recuperar el terreno perdido y nuestro siguiente rival sería el Valencia, quien anda metido en la misma pelea que nosotros y que había convertido Mestalla en una especie de fortín donde nadie- excepto el Real Madrid-había conseguido ganar desde el pasado verano. Con toda la presión del mundo comparecieron los verdiblancos la tarde de sábado en la que se cerraba la Feria de 2024, y allí disputamos un partido muy completo, que se saldó con un justísimo triunfo por 1-2, con una estelar actuación de Ayoze, autor de los dos tantos verdiblancos, y donde sufrimos más de la cuenta tras ser sancionados con un riguroso penalti en contra que supuso el empate momentáneo.   

Este 6/6 era el mejor bálsamo para encarar un derbi en el que teníamos puestas muchas esperanzas, puesto que no solo la clasificación refrendaba nuestra superioridad. Nos acordábamos aún del partido de ida, donde en justicia tendríamos que haber goleado, y encaramos el choque ante el terno rival con la máxima de las ambiciones, aun sabiendo que ellos estaban ante su partido de la temporada, una vez solventados los fantasmas del descenso. Gozamos de numerosas ocasiones, sufrimos la extraña reversión de un penalti a nuestro favor e incluso vivimos la paradójica lesión de Bakambu cuando todo parecía disponerse para colocar el 2-0 en el tanteador, pero no supimos sentenciar mientras que los visitantes consiguieron la igualada en su única llegada a nuestra portería.   

Pero como afortunadamente para nuestros intereses, La Liga no acababa en el clásico, tocaba seguir remando rumbo a Pamplona, donde nos esperaba un equipo lejos de su mejor momento, pero no por ello menos peligroso. Los pamplonicas buscaban reconciliarse con la afición, pero el Betis no dejó ningún resquicio para ello, planteando un serio partido que se vio decantado tras la clamorosa expulsión de Moncayola después de un fortísimo impacto con los tacos en la cabeza de un valiente Juan Miranda. Siendo mejores contra 11, también lo habríamos de ser contra 10, y así llegaron los dos tantos, obra de Ayoze y Fornals, que signaron otros tres puntos que se hicieron aún mejores con los resultados posteriores de nuestros rivales.

Queda el último sprint y hemos llegado más que recompuestos y con la ambición intacta. La posibilidad de disputar competición continental por cuarto año seguido está ahí, al alcance de nuestra mano, y la merecemos: no podemos fallar. Por el Betis, por los béticos.