Equipo de Betis que se proclamó campeón de Liga en Santander. De izquierda a derecha, de pie: Larrinoa, Saro, Areso, Urquiaga, Unamuno, Aedo, Gómez, Peral y Adolfo; agachados, Caballero y Lecue.

HISTORIA | La Feria más hermosa (y II)

En abril de 1935 el Betis se proclamó campeón de Liga en Santander cuando en las casetas y en el Real se vivía el último día de la fiesta de aquel año

Por Manolo Rodríguez

Decíamos ayer que la Feria de 1935 supuso un momento de enorme felicidad para los béticos. Un hito superlativo que no ha tenido parangón desde entonces. Justo cuando el Betis Balompié se proclamó campeón de Liga. Algo que sucedió el 28 de abril en Santander, casi a la misma hora en que Sevilla despedía la Feria de ese año.

Una Feria que no pisaron los jugadores del Betis, que partieron con mucha antelación hacia su cita con la historia. Viajando en "La Flecha Verde" retomamos el relato.
Ese mismo jueves 25 llega el Betis a Santander. Se aloja en un hotel de la capital cántabra y enseguida los futbolistas salen a caminar por la ciudad. En el paseo de Pereda los aborda el periodista Mariano Perla, quien días más tarde publicará un amplio reportaje en el Semanario Gráfico AS, antecedente del actual periódico deportivo.

Habla con Urquiaga, Areso, Aedo, Lecue, Gómez y Unamuno y pone de manifestó la fascinación que despiertan los jugadores verdiblancos. Cita textualmente que: 

"Un muchacho, santanderino de pura cepa y racinguista, contempló con cierta admiración a los héticos, y, dirigiéndose a otro chaval, dijo:

- ¡Vaya! Ahí van los campeones.
- Unamuno sonrió y volvióse hacia Areso: 
- Todavía no, ¿verdad? 
- ¿Cómo todavía no? Campeones desde ya".

Esa era el ánimo con el que viajaron los béticos a Santander. Con la única obsesiva idea de ganar. Una victoria que valía un título.

Al día siguiente, cuando llega el viernes 26 de abril, los jugadores del Betis se ejercitan en El Sardinero. La expectación es enorme y así lo pone de manifiesto el periódico local "La Región", que publica lo siguiente: 

"Los entrenamientos realizados por los béticos sobre el escenario de la gran final fueron presenciados por centenares de aficionados, quienes quedaron gratamente impresionados por la forma espléndida e impecable de la suntuosa embajada sevillana".

Se informa asimismo de que frente a las taquillas (instaladas, según se cita, en el "Bar Piquío): "se establecieron varias e interminables filas indias al objeto de proveerse la correspondiente localidad para presenciar el partido".

Por último, se comunica que se retrasará la salida de los trenes en la tarde del domingo para facilitar el traslado de los muchos espectadores que acudan al partido y la directiva del Racing anula todos los pases de favor, incluidos los de los niños de las escuelas públicas a los que habitualmente invita.

Lluvia y expectación

En Sevilla, por su parte, el cielo se estropea a medida que va pasando el viernes de Feria, lo cual no impide que en las casetas donde se dan cita los béticos se siga brindando por el gran éxito que cada vez está más cerca. Casetas como la de la Tertulia Bética "Los Pepinales", la que lleva por nombre "El 15" y la propia del Betis, que incluso merecerán premios municipales por su cuidado exorno.

Esa misma noche se pone a llover, aunque, por lo menos, se salva la corrida de toros, que tampoco es vistosa. Ocho toros de Carmen de Federico para Niño de la Palma, Cagancho, Diego Gómez "Laíne" y Luis Castro "El Soldado". Eso sí, se llena la plaza.

Acude de nuevo al festejo el presidente Lerroux, quien se da un último paseo por la Feria antes de tomar el tren que lo devuelve a Madrid. A esas horas ya llueve intensamente sobre Sevilla. Unos chaparrones desatados que se prolongan durante todo el sábado. La Feria se queda vacía e incluso se suspende la corrida de toros. Sólo empieza a mejorar cuando llega la noche.

El Betis, en Santander, se toma el sábado como día de reflexión y descanso. Apenas salen del hotel y míster O'Connell vigila todos los detalles. En los periódicos se conjetura mucho y se informa poco. Se habla de la importancia del partido, de la respuesta que dará el Racing y del momento decisivo al que se enfrenta el Betis. Pero en ningún sitio se dice nada nuevo.

En cuanto al fútbol, todo el mundo da por seguro que Saro va a jugar como extremo derecho en sustitución de Timimi y que la banda izquierda la ocupará Caballero. 

Lo que resulta indudable es la popularidad de los jugadores del Betis en aquella época. Tanta, que un periódico de Santander anuncia una velada de boxeo para la noche del sábado y utiliza como máximo reclamo para el público que a la misma acudirán los futbolistas verdiblancos y el entrenador O'Connell.

Amanece el domingo en Sevilla y la tensión en la ciudad va subiendo a medida que se despereza el día. Está nublado y amenaza lluvia. Mucha gente en la Feria por la mañana, a la espera de que sean las cuatro de la tarde, que es la hora fijada para el comienzo del partido de Santander. 

Previsores y esperanzados, los aficionados béticos disponen distintos lugares en la ciudad para recibir las noticias que vayan llegando de Cantabria. Los despachos y bares habituales, a los que en las últimas horas se ha sumado la línea instalada en el campo de Nervión, donde a las cinco de la tarde recibe el Sevilla al Donostia. Todo el mundo quiere saber qué ocurrirá en la gran final del Sardinero. En el partido de los partidos.

Campeones

Y lo que pasa es que los visitantes ya van ganando por 0-2 a los 5 minutos, goles de Caballero y Unamuno. Desde ese momento, el título está en el bolsillo. El Betis pasa por encima del Racing y le endosa un abultado 0-5. Unamuno hace dos más hasta conseguir el hat-trick y Caballero suma otro para rematar el doblete.

Cuentan las crónicas que en Nervión se recibe la goleada bética con aplausos y en La Maestranza hay momentos en que aquello es el delirio, mientras que los novilleros Juanito Valenciano, Venturita, Revertito y Daniel Luca de Tena lidian el ganado de Clairac. 

Una pizarra va informando de los goles y las ovaciones no cesan. Sobre todo, en las casetas béticas de la Feria. Y como la tarde está metida en agua, hay quien apunta el resultado en un paraguas y así se pasea por todo el Real.

El diario ABC informa asimismo que: "En los barrios la chavalería bulliciosa improvisó manifestaciones, dándose vivas al Betis campeón. En los parabrisas de muchos automóviles se pintaron letreros con el tanteo y con expresivos vivas".

En los vestuarios del Sardinero el júbilo es indescriptible. Así lo confirman las declaraciones del capitán Unamuno: "Estamos orgulloso del triunfo. Tanto mis compañeros como yo hemos visto recompensado nuestro esfuerzo, nuestro entusiasmo. Durante toda la competición hemos procurado dar el máximo rendimiento. Por ello, este éxito final, frente a un equipo duro y cohesionado y ajeno siempre a todo lo que no sea un recto proceder deportivo, nos llena de júbilo. De momento, hemos llegado a la meta en nuestras aspiraciones".

El triunfo bético, ahora que ya es un hecho, se glosa positivamente en casi todos los periódicos nacionales. Ha nacido una estrella, vienen a decir. Alguien ha llegado, por fin, al Olimpo al que sólo tenían acceso los más grandes. 

La expedición bética duerme en Santander y al día siguiente sale para Bilbao. A las dos y media llega a la sede del Athletic, donde el directivo vasco Juan Bengoechea le entrega la Copa a Victorio Unamuno. Todos posan con el trofeo y con los guarismos del marcador de El Sardinero. En la calle se agolpa el gentío y una multitud acompaña y despide a "La Flecha Verde" camino de Sevilla.

El recibimiento

Mientras tanto, en la secretaría del Betis, en la calle Bilbao, se agolpan los telegramas de felicitación. Y se hacen planes. Las autoridades municipales se apresuran a cumplimentar a los verdiblancos, le ruegan "a los béticos que pretendan salir con sus automóviles a recibir al equipo, que no vayan más allá de Carmona" y anuncian el itinerario que seguirá la comitiva cuando llegue el martes por la tarde.

A los sones de la banda de música del Hospicio, entrarán por la Puerta Jerez, se situarán ante el Hotel Municipal (el Alfonso XIII, entonces rebajado de realeza) y desde allí, acompañados por el alcalde y el delegado de festejos, se dirigirán al Ayuntamiento en cuatro coches enjaezados a la andaluza a los que les abrirá paso una sección de la Guardia Municipal montada. En la Casa Consistorial los recibirá la Banda Municipal.

Y así ocurrió. Los campeones llegaron a Sevilla a las ocho de la tarde del martes 30 de abril y la ciudad fue feliz con el nombre del Betis en la boca y en los corazones. 

Una noche para la leyenda cuando apenas se había ido la Feria de aquel año, la más hermosa de todas las vividas por el Betis.

Gloria a Mister Patricio O'Connell y gloria a Urquiaga; Areso y Aedo; Peral, Gómez, Larrinoa; Saro, Adolfo, Unamuno, Lecue y Caballero (los que jugaron en Santander) y a los que deben sumarse Timimi, Espinosa, Rancel y Pepe Valera.

Los héroes de una memorable gesta que ahora cumple 85 años.