Gol de Heliodoro Castaño al Celta de Vigo en octubre de 1958. La mejor temporada del primer campeón de Europa que jugó en el Real Betis.

HISTORIA | Los campeones de Europa

Cuatro jugadores, procedentes todos ellos del Real Madrid, fueron los primeros en vestir la camiseta verdiblanca con la vitola de haber ganado el título continental

Por Manolo Rodríguez

En una década, de 1958 a 1968, el Real Betis fichó a 4 jugadores a los que unía un registro prestigioso y singular: todos ellos habían ganado la Copa de Europa vistiendo la camiseta del Real Madrid. Eran, por tanto, futbolistas de élite que ya habían tenido la oportunidad de disfrutar del mayor éxito al que se podía aspirar en aquel tiempo en las competiciones de clubes.

La Copa de Europa era el sumun. El no va más. Un torneo nacido en 1955 bajo los auspicios del periódico francés L'Equipe y al que desde el primer momento le prestó todo su apoyo institucional y logístico el Real Madrid. Por cierto, después de que el Barcelona renunciara a ser el abanderado español de este nuevo campeonato.

En ese momento, mediada la década de los 50, Europa ya parecía recuperada de la devastación de la II Guerra Mundial y el fútbol se abría a nuevas posibilidades hasta entonces inexistentes. Cada vez era más frecuente que los estadios tuvieran luz artificial, la televisión se erigía en el gran medio promotor de los espectáculos y mejoraban exponencialmente las comunicaciones terrestres y aéreas en el continente.

Aquella idea arraigó desde el principio y aún a día de hoy sigue siendo la competición más importante de cuantas se disputan en el universo, excepción hecha de los Campeonatos Mundiales de selecciones que, obviamente, son otra cosa muy distinta y, además, no se celebran anualmente, sino cada 4 años.

El Real Madrid ganó las 5 primeras ediciones de la Copa de Europa y volvió a repetir la hazaña en 1966. Así, pues, el club del Bernabéu llegó a ser la cumbre máxima del fútbol profesional y se rodeó de un aura mística que elevaba la estatura de todo lo que de allí viniera.

Y eso ocurría con los futbolistas. Que si habían jugado en el Madrid tenían que ser naturalmente muy buenos y si, para mayor gloria, habían participado en algunas de las conquistas europeas de aquel equipo, pues casi que se convertían en nombres de culto.

Y ya decíamos al principio, que, en diez años, el Real Betis contrató a 4 de estos jugadores. Salvo el primero de ellos, Castaño, que aún llegó joven y lozano a Heliópolis, los otros tres, Mateos, Santisteban y Pachín, vistieron la camiseta en el ocaso de sus carreras. Quizá lo lógico, dadas las circunstancias.

Curiosamente, el día que Heliodoro Castaño fichó por el Betis se registró una de las mayores tragedias de la aún joven Copa de Europa y, por extensión, del fútbol mundial en todas las épocas. Fue el jueves 6 de febrero de 1958, cuando en el aeropuerto de Munich se estrelló el avión que trasladaba a Inglaterra a la expedición del Manchester United tras disputar los cuartos de final de la competición continental contra el Estrella Roja de Belgrado. Murieron 23 personas entre futbolistas, periodistas, cuerpo técnico y personal aéreo.

Castaño contaba 24 años de edad y era un rápido y determinante extremo que había nacido en el Marruecos aún español. Destacó en el Larache, pasó por el filial del Valencia y explotó en el España de Tánger, donde coincidió con el padre de Rafael Gordillo y se proclamó máximo goleador de Segunda División en la campaña 1954-55.

Tanto brilló, que lo fichó el Real Madrid. Con los blancos disputó y ganó la I Copa de Europa e incluso marcó 2 goles en la eliminatoria de cuartos de final contra el Partizán de Belgrado, ambos en el Bernabéu, componiendo una delantera en la que también estaban Olsen, Di Stéfano, Rial y Gento.

Pero en el Bernabéu había una constelación de estrellas que lo obligaron a buscar nuevos horizontes. Y así apareció el Betis en su vida. Gracias a la brillante gestión del directivo Alberto Márquez y al poderío económico que exhibía Benito Villamarín.

Lo pretendían varios equipos de Primera, pero la oferta bética fue irresistible. Reforzó (en lo que hoy llamaríamos el mercado de invierno) a ese Betis que luchaba por ascender y desde su llegada se consolidó como extremo derecho en aquella conocida delantera del ascenso que formaron: Castaño, Lasa, Vila, Areta y Del Sol.

Ya en la máxima categoría, la campaña 1958-59 resultó excepcional. Marcó 14 goles y fue titular en aquella memorable tarde que sirvió para inaugurar el estadio de Nervión y en la que el Real Betis se impuso por 2-4 a su eterno rival.

Permaneció en el club verdiblanco hasta 1962 y en abril de 2019 tuve la dicha de conocerlo en su casa de Valencia, donde el Real Betis, con Rafael Gordillo a la cabeza, le tributó un sentido homenaje de recuerdo y agradecimiento. En ese encuentro realizó unas emocionadas declaraciones recordando su etapa en el Real Betis que hoy ya son patrimonio de la historia.

Ese mismo año de 2019, el 25 de septiembre, Heliodoro Castaño Pedrosa falleció a la edad de 86 años, dejándonos el legado de haber sido el primer campeón de Europa que vistió el camisolín verdiblanco.

Cesiones y fichajes

El segundo jugador con tan fecundo palmarés que defendió los colores del Real Betis fue Enrique Mateos, un madrileño del barrio de Embajadores, que en el mundo del fútbol siempre fue conocido con el apelativo de "Fifirichi".

Ganó 4 Copas de Europa con el Real Madrid y después pasó por el Sevilla y el Recreativo de Huelva. Ya con 30 años, llegó al Betis en marzo de 1965, cedido por el Decano. Los verdiblancos luchaban por mantener la categoría y esta gloria de otro tiempo pareció un buen refuerzo. La amistad entre Villamarín y el presidente recreativista, José Luis Martín Berrocal, hizo posible un acuerdo que no se antojaba fácil.

Mateos, un excelente interior, debutó con el Betis en Elche en aquel único partido en el que en esa temporada se sentó en el banquillo verdiblanco Andrés Aranda antes de su repentino fallecimiento. Jugó todo lo que quedaba de campeonato y su concurso fue muy importante para que se pudiera alcanzar la permanencia.

Retornó a Huelva, pero sólo unos meses, ya que en octubre de 1965 volvió a la disciplina bética, esta vez como definitivo fichaje. Una operación en que la que, de nuevo, el presidente del Recre mostró gran comprensión y, por ello, el Real Betis decidió concederle el escudo de oro y brillantes a Martín Berrocal.

Esa campaña no hubo tanta fortuna como en la anterior y el Betis acabó descendiendo. Y ahí terminó la historia bética de Enrique Mateos. Apuró algunos años más de fútbol tanto en España como en los Estados Unidos y posteriormente inició una carrera como entrenador que tuvo su mejor momento en el banquillo del Cádiz.

Meses antes de que Mateos regresara por segunda vez, el Real Betis ya había fichado al tercer campeón de Europa: Juan Santisteban, que se comprometió con los verdiblancos a finales de agosto de 1965. Un futbolista que tenía orígenes sevillanos, que incluso pasó por los infantiles del Betis, pero que se había criado en el colegio de huérfanos de la Guardia Civil en Madrid.

Santisteban era un centrocampista de buen pie que se pensó que fuera el sustituto natural de Andrés Bosch, ido ese verano. Rondaba la treintena y había ganado el título continental en 4 ocasiones, jugando al lado de Di Stéfano, su ídolo máximo.

De las alineaciones madridistas había desaparecido por mor de las lesiones y eso lo llevó a una cesión en el Venecia italiano y a su posterior fichaje por el Betis. Pero su físico estaba muy castigado. Y aunque en Heliópolis arrancó como titular, apenas disputó 5 partidos. Después, hizo las Américas y jugó 2 temporadas en Baltimore, en los Estados Unidos.

Muy exitosa fue también su carrera como formador y entrenador en la Real Federación Española de Fútbol, contando en su palmarés con títulos europeos en las categorías sub-16, sub-17 y sub-19 pero, sobre todo, por haber educado a cientos de futbolistas, algunos de los cuales, como Mata, Piqué o Fernando Torres, fueron Campeones del Mundo en 2010.

Por último, en 1968 llegó al Betis con la carta de libertad el cuarto ex madridista campeón de Europa: Enrique Pérez Díaz, "Pachín". Un poderoso defensor que había estado en los títulos de 1960 y de 1966, este último el del Madrid "ye-yé" cargado de jóvenes estrellas como Amancio, Pirri, Zoco, Velázquez y Grosso y en el que sólo Gento y él mismo venían aún del glorioso pasado.

El fichaje de Pachín lo ató en Madrid el directivo Francisco Bailo y con su contratación se pretendía reforzar la zaga de un equipo que necesitaba firmeza atrás para poder aspirar al ascenso. Esa única campaña en que permaneció en el Villamarín jugó 24 partidos y su rendimiento no desentonó. Pero al terminar el ejercicio dejó el club. Después, hizo también carrera como entrenador, aunque sin llegar nunca a Primera.

En épocas posteriores, han sido otros varios jugadores los que han vestido la camiseta verdiblanca con la vitola de haber sido previamente campeones de Europa. Una relación que componen Luis del Sol (a su regreso en 1972), Muhren, Stosic, Finidi, Ricardo Oliveira, Roque Santacruz, Jesé Rodríguez y los muy cercanos en el tiempo Bartra, Claudio Bravo y Martín Montoya.

Nombres para una historia que es continuación en el tiempo de la de aquellos 4 futbolistas del Real Madrid que llegaron a Heliópolis entre 1958 y 1968.