HISTORIA | La Roma, rival de pretemporada

Esta será la cuarta ocasión en que el fútbol de verano enfrente al equipo italiano con el Real Betis y la segunda en que la escuadra romana visite el estadio Benito Villamarín

Por Manolo Rodríguez

Vuelve el fútbol a Heliópolis para anunciar una temporada que se presume histórica. La que permitirá que los béticos recuperen el protagonismo que les robó la pandemia. El retorno de lo más preciado que el Betis tiene: su fiel infantería. Esa que siempre ha sido el sustento de la entidad, el alma del club y la fuerza inspiradora para todos aquellos que se pusieron la camiseta verdiblanca desde que empezó a alborear el siglo XX.

Vuelve el fútbol al Benito Villamarín y lo hace con un partido de presentación que nos recuerda épocas pasadas, aquellas en las que las pretemporadas incluían obligadamente una puesta de largo en campo propio que servía para ver a los fichajes, para renovar las ilusiones, para provocar los primeros reencuentros en las tribunas y para saludar con ilusión y ansías el calendario liguero que estaba por llegar.

Y esta vez el rival elegido para este partido de presentación tiene un nombre sonoro, la AS Roma, uno de los grandes clubes italianos, que retorna a la casa de los béticos más de dos décadas después para convertirse en la inicial piedra de toque de este Real Betis que mira el horizonte europeo con orgullo y expectativas.

La Roma ya estuvo en Heliópolis el martes 10 de agosto de 1999. También en un partido de presentación que se jugó con el campo lleno. Con las puertas abiertas y gratis para todo el mundo hasta cubrir el aforo. Incluso Canal Sur TV retransmitió en directo tan apasionante gala.

El segundo Carranza

Un acontecimiento que se recuerda especialmente porque los aficionados fueron muy felices esa calurosa noche en que la plantilla verdiblanca les ofreció el Trofeo Carranza que acababan de ganar en Cádiz. El segundo Carranza en la historia bética tras 35 años de abstinencia en tierras gaditanas.

Una conquista que había llegado a obsesionar a sus aficionados desde el triunfo prodigioso de 1964. A partir de ahí, los verdiblancos acudieron 7 veces a Cádiz y nunca ganaron. Hasta ese año de 1999 en que alzaron de nuevo una Copa que formaba parte del imaginario de los aficionados más veteranos, entre quienes se encontraba su presidente, Manuel Ruiz de Lopera, que vivió aquel triunfo como un éxito superior. Como una gesta.

Es cierto que ya no era la competición estelar que se adjudicaron los verdiblancos en tiempos de Benito Villamarín, pero su prestigio en el fútbol internacional (en particular en Sudamérica) seguía casi intacto.

Aquel Betis de 1999, entrenado por el veterano técnico argentino Carlos Timoteo Griguol, llegó a Cádiz tras una pretemporada muy exitosa, con goleadas en Holanda, un triunfo rotundo en Valladolid y una única derrota en Vigo.

La primera de las semifinales (segundo partido del torneo) lo enfrentó el viernes 6 de agosto al Vasco de Gama de Río de Janeiro, un rival de prestigio en el que se alineaban futbolistas tan conocidos como Juninho Pernambucano, Edmundo, Viola o el portero Helton. Ganó el Betis por 2-1 con dos goles de Finidi.

La final se jugó un día después y los verdiblancos se impusieron en los penaltis a la SS Lazio de Roma tras un agónico empate a dos, con sendos tantos del delantero Oli en el último tramo del encuentro.

El equipo italiano, dirigido por el sueco Sven- Goran Eriksson, era el vigente campeón de la Recopa de Europa, había sido segundo en el último campeonato de la Serie A italiana y se proclamaría campeón de Liga y Copa en la temporada 1999-2000 que ahora preparaban. Se trataba, pues, de un buen equipo. Muy bueno. Con Mihjailovic, Nesta, Verón, Mancini, etc.

Pero el Betis fue capaz de ganar la tanda que lo decidía todo. Marcaron espléndidamente Denilson, Finidi, Oli y Prats y sólo falló Filipescu, que mandó el balón al travesaño. Por los italianos, convirtieron Verón y Mihjailovic, mientras que Negro y Sensini enviaron la pelota fuera.

Ese fue el trofeo que la noche del 10 de agosto le ofrecieron los jugadores béticos a las más de 40.000 personas que se daban cita en los graderíos del Villamarín.

Antes, salieron al campo los juveniles que habían ganado la Copa del Rey en el mes de junio, entre los que se contaban algunos muchachos tan importantes en el futuro como Joaquín, Doblas, Dani y Arzu.

Después, lo hicieron los jugadores de la primera plantilla, convocados por el speaker Manolo Melado, quien los fue llamando según su peculiar modo de anunciarlos en las alineaciones: "Finidi, la sombra juguetona", "Matemático Alexis"; "Cerrojo Prats"; "Aunque el campo sea grande, él lo cubre: Luis Fernández; "Implacable Oli"; "Denilson, por la banda, aires de samba"; "Filigrana Alfonso", etc?

Hablaron el entrenador y el presidente y tras sus parlamentos apareció por la bocana del vestuario el Carranza recién ganado. Posó la plantilla con el imponente trofeo y la ovación fue estruendosa.

La Roma de Assunçao

Lo siguiente ya fue el partido Betis-Roma. Un choque que salió táctico, previsible y mayormente aburrido. Empate a cero, casi sin ocasiones. Y como novedad extraordinaria, el cambio de banquillos que ordenó Griguol, quien pidió que el Betis ocupara el que se hallaba a la derecha del túnel, el más cercano al Gol Sur, a pesar de que por ahí es por donde corría el juez de línea, entorpeciendo en ocasiones la visión. Pero eso, justamente, era lo que quería el técnico argentino: estar cerca del auxiliar. Se supone que para que el linier se sintiera presionado ante la cercanía de los técnicos y de los suplentes.

En la Roma, que traía como entrenador al muy prestigioso Fabio Capello, se alinearon esa noche extraordinarios jugadores como Cafú, Aldair o Di Baggio y por primera vez pisó la hierba de Heliópolis un futbolista brasileño de 23 años, que actuó con el dorsal

número 5 del equipo italiano. Se trataba de Marcos Santos Assunçao, un mediocampista de fuerza y toque que destacaba, sobre todo, por su fabuloso golpeo del balón. Tres años más tarde, Assunçao ficharía por el Real Betis y sería uno de sus legendarios campeones de la Copa del 2005.

El partido lo arbitró el colegiado Japón Sevilla, que expulsó por doble amarilla al laureado Cafú, y las alineaciones fueron las siguientes:

Real Betis: Prats; Otero, Filipescu, Karhan (Luis Fernández, m.19) (Fernando, m.46), Rivas; Benjamín, Cañas, Alexis, Denilson; Finidi y Oli (Gálvez, m.81)

AS Roma: Antonioli; Cafú, Zago, Aldair, Candela; Assunçao, Di Baggio, Gurenko, Mangone; Montella (Di Francesco, m.63) (Gautieri, m.80) y Del Vecchio (Fabio Junior, m.91)

Precedente en Nervión

Este, sin embargo, no fue el inicio de los duelos entre verdiblancos y giallorossi. Ya se habían enfrentado 19 años antes, curiosamente en el campo del eterno rival, en el marco de la IX edición del Trofeo Ciudad de Sevilla. La noche que el Betis estrenó la icónica camiseta Meyba y jugaron juntos por primera vez Carlos Diarte y Enrique Morán.

Una "premiere" que resultó rutilante aquel 19 de agosto de 1980. 3-0, marcando ambos extraordinarios delanteros. Todos contentos, como le pidiera mil veces Carriega en las vísperas a Julio Cardeñosa, el auténtico jefe del equipo. "Usted le da un balón a uno y otro al otro, que no quiero que se tengan celos desde el primer día".

La entrada en Nervión fue excelente y dirigió el partido el colegiado balear, Riera Morro. Las alineaciones fueron las siguientes:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho (Gerardo, m.70), Biosca, Peruena, Gordillo; Ortega (Pozo, m.74), López, Cardeñosa, Benítez (Ramón m.60); Morán y Diarte.

AS Roma: Tancredi; Romano, Turone (Spinozi, m.72), Santarini, Maggiora; Amenta, Giovanelli (Peccenini, m.56), Ancelotti, Benetti (Sorbo, m.67); Conti y Pruzzo.

Un dulce aroma del pasado trajo el hecho de que el entrenador del equipo romano ese día fuera Nils Liedholm, el técnico que tres años antes había ocupado el banquillo del Milán en la mítica eliminatoria de la Recopa ganada por los béticos, quien dirigía una escuadra cuajada de futbolistas de gran nivel como Conti, Pruzzo, Benetti, Tancredi o Carlo Ancelotti, décadas más tarde uno de los entrenadores más prestigiosos del mundo, actualmente en el Real Madrid.

Varios de aquellos jugadores se proclamarían Campeones del Mundo apenas un par de años más tarde en el Mundial de España y, a las órdenes de Liedholm, consiguieron alzar la Copa de Italia en esa temporada que se estaba iniciando. Una potentísima Roma que ya se preparaba para la gran gesta que le llevaría a ganar el scudetto en 1983, después de 41 años de abstinencia.

Aunque viajó a Sevilla para disputar el Trofeo (incluso intervino en el encuentro de consolación), contra el Betis no actuó Agostino Di Bartolomei, la máxima figura romana,

su gran capitán, quien conmocionó al fútbol mundial en 1994 al suicidarse con un tiro en el corazón.

Aquel Ciudad de Sevilla fue grandioso para el beticismo, ya que en la final los verdiblancos se impusieron por 1-2 al Sevilla FC. Fue el cuarto en su palmarés y el primero ganado al eterno rival en su propio campo, algo que no tenía parangón entre los equipos sevillanos.

Julio Cardeñosa hizo los dos goles del Real Betis y el capitán Antonio Benítez recogió el trofeo de manos del alcalde Luis Uruñuela. Los jugadores béticos pasearon su júbilo por Nervión, a pesar de los muchos objetos que cayeron a su paso, alguno de los cuales llegó golpear el penacho del Trofeo, y en el vestuario se vivió una fiesta indescriptible. Mejor que nadie lo explicó Rafael Gordillo, al confesar que: "Como bético, esto ha sido lo más grande para mí desde que juego con el equipo".

Esta fue la alineación verdiblanca aquella histórica noche: Esnaola; Gerardo (Bizcocho m.89), Biosca, Peruena, Gordillo; Ortega, López, Cardeñosa, Benítez (Ramón m.85); Morán y Diarte.

Visita a Italia

El último encuentro del Real Betis con la AS Roma fue el 25 de agosto de 2003, apenas 5 días antes de que comenzara la Liga de aquella temporada. Esta vez fue en el Olímpico de Roma, ante el equipo giallorossi, que, como 4 años antes, entrenaba Fabio Capello.

Era el final de la pretemporada y ahí se pudo disfrutar de un gran Betis, al que entonces dirigía Víctor Fernández. En particular, en el primer tiempo. Una perfecta sinfonía que se asemejaba mucho al fútbol exhibido al inicio de la campaña anterior. Lo mejor en meses.

Abrió el tanteo Marcos Assunçao, capitán del Betis, con un lanzamiento de falta sencillamente magistral y poco después Capi puso el 0-2 en el marcador. Recortaron distancias los romanos en la segunda mitad y cuando el choque se alargaba con un descuento innecesario el árbitro se inventó un ridículo penalti que, supuestamente, hizo Mingo. Empató Cassano y los futbolistas verdiblancos se fueron todos por el colegiado, de apellido Cudiccini, dispuestos a comérselo. Fueron necesarios muchos esfuerzos para que aquello no pasara a mayores.

Esa noche en la Ciudad Eterna el Betis jugó con: Contreras (Prats, m.46); Varela, Juanito, Lembo (Belenguer, m.63), Mingo; Assuncao (Melli, m.87), Arzu (Benjamín, m.81); Joaquín, Capi (Ito, m.46), Ismael (Maldonado, m.78); y Fernando (Luis Fernández, m.63).

En la Roma se alineó Francesco Totti (que fue el capitán) y, con él, algunos otros jugadores excelentes como Panucci, Samuel, Emerson, De Rossi y Cassano. Los únicos que repitieron del partido de 1999 en Heliópolis fueron Del Vecchio y Montella, por cierto, este último, con el correr de los años, entrenador del Sevilla FC cuando el Real Betis se impuso en Nervión por 3-5 en enero de 2018.

Mourinho en el banquillo

Esta ha sido, por el momento, la última vez que el Real Betis y la Roma han cruzado sus caminos en el fútbol de pretemporada. Ahora llega un nuevo asalto y, de nuevo, el equipo

italiano visita Heliópolis con un nombre de culto en el banquillo, como antes lo fueron Capello y Liedholm. Esta vez, se trata del portugués José Mourinho, uno de los técnicos con mejor palmarés en el fútbol europeo contemporáneo, quien ya visitara el Benito Villamarín en tres ocasiones anteriores.

La primera, e histórica, fue cuando vino con el Chelsea a disputar el partido de la fase de grupos de la Champions League 2005/06. Aquel Chelsea invencible al que consiguió doblegar el Betis con ese gol de Dani que todos los béticos recuerdan.

Después, como entrenador del Real Madrid, se sentó en el banquillo de Heliópolis en las campañas 2011/12 y 2012/13. Ganó en su estreno con los madridistas por 2-3, pero en la segunda visita se impuso el Real Betis por 1-0, con un magnífico tanto de Beñat Echevarría, que batió a Casillas desde fuera del área.

Será, pues, el cuarto encuentro de Mourinho en el Villamarín y quizá un buen momento para recordar que el primer cruce de caminos entre el apellido Mourinho y el Real Betis tuvo lugar mucho antes.

En concreto, el 4 de septiembre de 1959, cuando el Real Betis recibió en el todavía campo municipal de Heliópolis al Vitoria de Setúbal portugués, en partido preparatorio de cara a la temporada que estaba a punto de iniciarse. Ganaron los béticos con claridad y esa noche el portero del conjunto lusitano, durante la primera mitad, fue Félix Mourinho, su padre.

Casi tres lustros más tarde, el 5 de agosto de 1973, los verdiblancos disputaron la final del IV Trofeo Ciudad de la Línea ante Os Belenenses de Lisboa y también en ese partido de verano el marco portugués lo defendió Félix Mourinho, quien con 35 años jugaba su última campaña como profesional. Entonces, el niño José Mário dos Santos Mourinho Félix apenas contaba 10 años.

Vuelve, pues, el fútbol al Villamarín y lo hace a lo grande. Con el estreno del Betis europeo, con la Roma como rival de prestigio y con nombres cargados de historia en los banquillos y en la hierba.