Carlos Cela, en el centro de la imagen, a su llegada a Sevilla en febrero de 1956. A su izquierda, el entonces entrenador del Real Betis, el mítico Pepe Valera.

HISTORIA | El campeón del mundo juvenil

En 1956 llegó cedido al Real Betis el delantero Carlos Cela, quien en 1954 había ganado el mundial juvenil con la selección española, siendo el máximo goleador del torneo

Por Manolo Rodríguez

 

La rutilante contratación de Nabil Fekir ha hecho recordar en las últimas semanas a los jugadores que vistieron la camiseta del Real Betis siendo campeones del mundo. Sin duda, el mayor éxito deportivo al que puede aspirar cualquier futbolista. Un logro tan superlativo que también deja una profunda marca en los clubes que los acogen. Algo a lo que el Betis no ha sido ajeno a lo largo de los tiempos.

Su primer campeón del mundo fue, como se sabe, el portero Nery Alberto Pumpido, quien se proclamó vencedor con Argentina en el Mundial de 1986 en Méjico. Aquel que nos dejó para siempre los prodigios de Maradona. Pumpido fichó por el Betis dos años más tarde, en 1988, y aún se recuerda el aura que lo envolvía cuando se puso bajo los palos del Villamarín.

El segundo campeón fue Denilson de Oliveira, quien ganó con la selección de Brasil el Mundial de 2002 en Corea y Japón. Una conquista que se produjo cuando Denilson era jugador del Real Betis (el único caso que registra la historia verdiblanca) y cinco años más tarde de que hubiera subido al pódium de la fama como el fichaje más caro del mundo.

Ahora, el tercero en llegar a Heliópolis es el antes mencionado Nabil Fekir, campeón del mundo con Francia en el Mundial de Rusia-2018. Un gran futbolista que despierta enormes ilusiones en una afición que siempre supo admirar el talento.

A estos tres campeones del mundo en los valores más absolutos se les puede unir, lógicamente en un tono menor, el nombre de Fernando Varela, joven canterano que formó parte de la selección española sub-20 que se adjudicó el Campeonato del Mundo de esa categoría disputado en 1999 en Nigeria.

Y aún hay un quinto campeón del mundo sobre el que hoy querríamos detenernos. Por su singular historia y por el incomprensible silencio que durante mucho tiempo rodeó la gesta que protagonizaron un grupo de muchachos españoles en los años de postguerra.

Nos referimos a Carlos Cela, un delantero centro que militó en el Real Betis en las temporadas 1955-56 y 1956-57, cuando los verdiblancos, recién llegado a la presidencia Benito Villamarín, soñaban con el ascenso a la Primera División.

Cela se había proclamado campeón del mundo juvenil en 1954 con la selección española. De hecho, había sido el máximo goleador del torneo con seis tantos. Sin embargo, durante más de cuatro décadas los organismos deportivos no le dieron la importancia debida a este campeonato.

No fue hasta el mes de enero de 1996 cuando la Real Federación Española de Fútbol reconoció que este torneo disputado en Alemania había tenido el rango de Campeonato Mundial organizado por FIFA y, justamente, homenajeó a los vencedores, haciéndole entrega a cada uno de los jugadores de un reloj de oro grabado en el que se recordaba aquella extraordinaria gesta.

Entre aquellos campeones estaba Carlos Cela, un muchacho nacido en Bouzas (Pontevedra) el 4 de noviembre de 1936.  Empezó a jugar en el equipo de su pueblo (el Rápido) y de ahí marchó al Universitario de Barcelona, donde impresionó por su facilidad goleadora al seleccionador juvenil, el mítico Ramón Melcón, quien lo incorporó a la selección que acudió a Alemania en 1954.

En dicho torneo España ganó sucesivamente a Yugoslavia (2-0), República de Irlanda (3-1) y Portugal (6-0, con cuatro tantos de Cela), y en las semifinales se impuso a Argentina por 1-0, también con gol de Cela, quien, al decir de las crónicas, fue la gran figura del partido.

La final se jugó el 19 de abril en Colonia contra la anfitriona Alemania. Un equipazo en el que su estrella más rutilante era Uwe Seeler, quien con el correr de los tiempos llegaría a estar presente en cuatro Copas del Mundo.

Los alemanes pusieron enseguida un preocupante 2-0 en el marcador, pero España fue capaz de igualar con goles de Cela y Emilio Álvarez, este último hijo de Antonio Álvarez "Chico", destacado extremo verdiblanco a finales de los años veinte.

Este empate, que se mantuvo aún después de la prórroga, hizo campeona a la selección española por el gol average, ya que presentaba mejor promedio de goles a favor y en contra a lo largo de la competición.

Obtenido el título y reconocido como máximo artillero, a Cela se le abría un futuro muy esperanzador. Y así ocurrió. Apenas regresar, fichó por el RCD Espanyol, club con el que debutó en Primera División en la temporada 1954-55. Jugó 9 partidos y marcó cinco goles.

Al final de esa campaña lo pretendieron los dos equipos de la capital y acabó decidiéndose por el Real Madrid. Todo un reto, habida cuenta de que ese equipo tenía delanteros como Di Stéfano, Rial, Gento, Molowny, Pérez Payá, Joseíto o Castaño.

Y, claro, no pudo hacerse un hueco. Por ello, mediada la temporada 1955-56 el Madrid decidió cederlo. Tuvo muchos pretendientes, pero fue el Real Betis quien le presentó las mejores condiciones, o, como se diría hoy, el mejor proyecto.

A la estación de Plaza de Armas llegó el jueves 16 de febrero de 1956. En el andén lo esperaba el entrenador bético Pepe Valera, quien le transmitió enseguida su confianza de que pudiera ser titular al domingo siguiente. Estaba lesionado el delantero centro titular, Botella, y cualquier ayuda sería bienvenida.

Y no sólo jugó, sino que vio puerta y tuvo un magnífico debut ante el Granada. A partir de ese momento fue titular indiscutible hasta final de temporada. Una campaña que, desafortunadamente, no pudo culminarse con el ascenso tras disputar una liguilla en la que todo salió al revés de como se pensaba.

Jugó 17 partidos y marcó 11 goles y eso convenció a los directivos béticos de que debían renovar la cesión de Cela. Así lo negociaron con el Real Madrid, que se mostró de acuerdo. También el futbolista, quien por aquellos días declaró en la prensa que se sentía muy satisfecho de estar en el Betis, donde había encontrado extraordinarios compañeros como Sobrado y Del Sol.

Al inicio de la temporada 1956-57 siguió al frente del equipo el mítico Pepe Valera, quien de nuevo le dio toda la confianza a Cela. A veces actuando como extremo, en otras como interior y, las más de las veces, como delantero centro.

Sin embargo, en la séptima jornada cesaron a Valera y le dieron el equipo a Carlos Iturraspe. El nuevo entrenador lo mantuvo como titular en los tres partidos siguientes, pero el 11 de noviembre la desgracia atropelló a Cela. Jugando contra el Cádiz en Heliópolis, después de haber marcado los dos primeros goles de los verdiblancos, sufrió una grave lesión de menisco que frenó en seco su futuro.

En febrero del 57 lo operaron en Barcelona y no jugó más que un partido antes de que concluyera el campeonato. Fue en Puente Genil a finales de abril. Su último partido con la camiseta del Real Betis.

Retornó al Real Madrid con 21 años, pero las lesiones lo siguieron acosando. Pasó por Salamanca, Tarrasa y Jaén y hubo de ponerle fin a su carrera cuando aún era muy joven. Una pena para quien prometía tanto. Un campeón del mundo juvenil que pasó por el Betis antes que ningún otro campeón del mundo.