Andrei Kobelev, el último futbolista ruso que ha vestido la camiseta del Real Betis, posa ante la fachada del estadio Benito Villamarín el día de su llegada.

HISTORIA | El Betis y los rusos

Eliminatorias europeas, varios amistosos y los fichajes de los jugadores Neiman y Kobelev, vínculos del club verdiblanco con el fútbol de Rusia a lo largo de la historia

Por Manolo Rodríguez

"Ya están aquí". Así de expresivo era el titular de "El Correo de Andalucía" aquel martes 28 de febrero de 1978 al informar de la llegada a Sevilla del equipo ruso que venía a enfrentarse al Real Betis en los cuartos de final de la Recopa de Europa. Tres palabras que expresaban la enigmática ignorancia que se tenía entonces de lo que ocurría más allá del Telón de Acero. Ese territorio envuelto en el misterio que sólo conocíamos por las historias de espías.

Tan irreal parecía todo lo que venía del Este que el periódico católico abrió su crónica con la siguiente reflexión: "Los estupendos gorros rusos, en variada gama de colores, y la gran estatura, exagerada a veces, de algunos de los componentes de la expedición, coparon la atención de todos cuantos nos encontrábamos ayer en el aeropuerto sevillano cuando los jugadores del Dinamo de Moscú llegaban a la terminal".

Sí, ese era el Dinamo de Moscú, el primer rival soviético que venía a jugar contra el Betis en la competición europea. Un equipo poderoso y atlético que dos días más tarde empataría a cero en el Villamarín en el encuentro de ida de la eliminatoria. Un partido que, sin duda, mereció ganar el conjunto verdiblanco por juego y oportunidades. Pero no pudo ser.

Sin embargo, esta visita del Dinamo de Moscú a Sevilla no fue la primera. Ya había estado con anterioridad en nuestra ciudad y más concretamente en el estadio de Heliópolis. Algo que ocurrió en 1973 cuando vino a disputar la II edición del Trofeo Ciudad de Sevilla.

Aquello fue un acontecimiento. Y no tanto por los rusos, sino por el Trofeo en sí. Una idea municipal que había nacido de pie y que convertía el verano hispalense en un hervidero de pasiones futbolísticas y de estadios desbordados por el público. Tan llenos, que muchos espectadores debían ser acomodados en las bandas, a pie de césped, porque, literalmente, no cabían en las tribunas.

Con ese ambiente, Betis y Dinamo se vieron las caras en el Villamarín el martes 22 de agosto y ganaron los soviéticos por 1-0. Las crónicas, no obstante, pusieron por las nubes a aquel Betis que había descendido unos meses antes. Un Betis lleno de caras nuevas entre las que destacaba el fichaje del portero José Ramón Esnaola, quien esa noche pisó por primera vez la hierba de la que ya sería su casa para siempre.

Pero Esnaola no pudo acabar el partido. A los 27 minutos el portero vasco se lanzó con valentía a los pies de Kolemiakin, delantero centro ruso, y recibió un golpe en la cabeza que lo obligó a abandonar el terreno. Lo sustituyó el también debutante García Fernández, que estuvo inmenso.

El primer enfrentamiento

El precedente de un enfrentamiento del Real Betis contra un equipo ruso había tenido lugar en Huelva en 1971. También en agosto y, esta vez, en el marco del Trofeo Colombino. El adversario fue al que entonces conocíamos como Ts.SKA de Moscú (Tsentral'nyy Sportivnyy Klub Armii), o sea, el Club Central de Deportes del Ejército, que hoy llamamos CSKA, y que se impuso por 3-1 con tres tantos de un tal Polikarpov en el primer tiempo. Lo mejor de aquel trofeo llegó en el partido de consolación cuando el Betis le aguantó el pulso al Real Madrid y sólo sucumbió en los penaltis. Por cierto, que se lanzaron nada más y nada menos que 30 disparos desde el punto fatídico, a razón de tres tandas de 10 penaltis cada una, ya que entonces aún no existía la muerte súbita.

En la década de los 70 del pasado siglo, los clubes soviéticos estuvieron muy de moda en los torneos de verano. No resultaban excesivamente caros y se mostraban como equipos competitivos que gustaban por su fuerza y su velocidad. Así, en 1975 vino al Ciudad de Sevilla el Dinamo de Kiev (aunque no llegó a cruzarse con los verdiblancos) y en 1976 el Betis volvió a enfrentarse al Dinamo de Moscú en el Trofeo Ciudad de Barcelona que organizaba el RCD Espanyol. De nuevo ganaron los rusos en un partido que dirigió desde el banquillo bético Esteban Areta (segundo al mando), puesto que Ferenc Szusza aún no había podido salir de su país, Hungría, al que se vería obligado a retornar definitivamente apenas un par de meses más tarde.

Tras la eliminatoria de la Recopa de 1978 el Real Betis tardó 12 años en volver a enfrentarse a un equipo ruso. Ya había caído el Telón de Acero y se avecinaban cambios trascendentales en la Rusia de Gorbachov. Con ese panorama volvió a Heliópolis el Dinamo de Moscú para el partido de presentación de la temporada 1990-91. También en agosto. El duelo acabó con un empate a dos (goles béticos de Mel y Monsalvete) que presenciaron en el estadio más de 20.000 personas. A los verdiblancos los dirigía Julio Cardeñosa y en la escuadra soviética se alineaban Andrei Kobelev (jugador del Betis un par de años más tarde) e Igor Dobrovolsky, un excelente futbolista que sonaba cada verano, pero que nunca llegó al Betis.

El 23 de agosto de ese mismo año de 1990, diez días después del partido del Villamarín, se cruzaron de nuevo en el Trofeo Ciudad de Zaragoza y en La Romareda se impusieron con claridad los rusos por 3-1. La crítica agradeció el trabajo de los verdiblancos, cuyo gol fue anotado por Chano.

Tres años después, en 1993, regresó el Dinamo de Moscú a Heliópolis para un partido de presentación, el primero de los verdiblancos esa campaña ante su afición. El Real Betis se anotó una clara victoria por 4-0, con goles de Gordillo, Kasumov, Cuéllar y Aquino, y la afición tuvo la impresión de que el equipo que estaba armando el técnico croata Sergio Kresic parecía un grupo serio y disciplinado. Algo que después no tendría confirmación. Como hecho circunstancial y curioso, anotemos que por la banda izquierda del equipo ruso se movió aquella noche un menudo extremo llamado Dmitri Tcherychev, quien algunos años más tarde anotaría en el Villamarín un gol que daría mucho que hablar. Aquel que marcó con la camiseta del Sporting de Gijón.

Y aún habría una nueva visita del Dinamo de Moscú al campo del Betis en el año 2012. El octavo enfrentamiento entre ambos equipos a lo largo de los tiempos, lo que convierte al equipo ruso en el cuarto club extranjero que en más ocasiones ha jugado contra el Betis, detrás del Benfica, Peñarol y Sporting de Lisboa, según ha datado el investigador Alfonso del Castillo.

Esta vez fue en el marco de un partido amistoso disputado en Heliópolis el 12 de febrero de 2012. Una noche de mucho frío y poco público que se saldó con victoria verdiblanca por 2-0 y goles de la mágica dupla que componían Jorge Molina y Rubén Castro. El técnico bético, Pepe Mel, alineó a dos equipos distintos y por primera vez pisaron la hierba del Villamarín un par de muchachos canteranos como Carlos García y Nono.

Después de esto, en 2014, vino la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Uefa Europa League contra el Rubin Kazán. Por segunda vez en la historia un equipo ruso se cruzaba en el camino europeo del Real Betis. De aquellos duelos ya escribimos con anterioridad en este cuaderno de recuerdos. Por tanto, señalemos únicamente que en el Villamarín se produjo un 1-1, determinado por el penalti que le pitaron en contra a los verdiblancos tras un derribo que se había producido fuera del área, y que en la helada Kazán el Betis se impuso por 0-2, con goles de Nono y Rubén Castro.

El último antecedente de enfrentamientos béticos contra equipos rusos en suelo hispano se fechó en febrero de 2015 y teniendo como rival, precisamente, al Zenit de San Petersburgo al que ahora se mide en la competición continental. Fue un partido menor, casi un entrenamiento, disputado en el campo 1 de la Ciudad Deportiva, no en el estadio, aprovechando un stage de pretemporada de los rusos. Ganaron estos por 0-3, en una mañana de temperatura bajísima y viento infernal, con el brasileño Hulk como gran figura. Por cierto, que en aquel Zenit jugaba entonces el centrocampista español Javi García, quien vestiría la elástica verdiblanca de 2017 a 2020.

Jugadores en Heliópolis

En cuanto a los jugadores rusos que han jugado en el Real Betis se registran dos casos en la historia de la entidad. El primero de ellos, en 1990, fue Sergei Neiman, un centrocampista que procedía del Dinamo de Moscú y al que el Betis había descubierto en una reciente gira realizada por el equipo moscovita por Andalucía.

Nacido en Leningrado, contaba apenas 22 años y había sido internacional con todas las selecciones de su país, a excepción de la absoluta. Costó 15 millones de pesetas por lo que restaba de temporada y se le anunció como un jugador "técnico y creativo, con misiones ofensivas", según el testimonio del entrenador del Dinamo, Anatoli Bishovez, quien estuvo presente en la rueda de prensa en la que fue presentado a los medios sevillanos el domingo 4 de febrero de 1990.

Neiman hubo de esperar a que se concretara la marcha de Patricio Yáñez, cuya plaza de extranjero ocupó, y su debut se retrasó hasta el 25 de febrero en Palamós. Por cierto, el mismo día en que también jugó por primera vez con el Betis el centrocampista Luis Márquez.

Pero el papel de Neiman no fue relevante en el equipo verdiblanco. Apenas disputó 7 partidos y jamás entró en el corazón de los béticos. Junto a eso, se le dio mucho pábulo en aquellos días a otras historias extra futbolísticas que, según parece, mermaron su salud y su rendimiento. En definitiva, que el mundo occidental y sus placeres pudieron más que su pasión por el fútbol.

El otro jugador ruso que ha defendido los colores del Real Betis es Andrei Kobelev, quien a esas alturas sí había gozado ya de las mieles de la internacionalidad en la selección soviética. Llegó a Heliópolis a finales de 1992 junto con el azerbayano Kasumov y debutó el 13 de diciembre contra el Rácing de Santander. Pero no tuvo suerte con las lesiones y al inicio de la temporada siguiente se partió la rodilla en Santiago de Compostela. Estuvo más de un año parado y en febrero de 1995 volvió al Dinamo de Moscú.

Kobelev era un buen futbolista. Un centrocampista que trataba bien el balón y que llegaba al área contraria con potencia y claridad. Fue titularísimo en su primera campaña, pero el Betis no ascendió ese año y todo perdió brillo. Después, la lesión acabó con su fútbol.

Por cierto, que, tanto Neiman en sus comienzos, como Kobelev en sus últimos años, ambos jugaron en el Zenit de San Petersburgo, el rival en este nuevo cruce copero que está enfrentando al Real Betis con un equipo ruso. Ojalá que para bien.