Cardeñosa y Pirri, como capitanes del Real Betis y del Puebla de Méjico, respectivamente, saltan al Villamarín al frente de sus equipos en agosto de 1981.

HISTORIA | Cuando el Puebla jugó en Heliópolis con dos españoles de leyenda

En agosto de 1981 el equipo mejicano, con Pirri y Asensi en sus filas, se enfrentó al Real Betis en aquel inolvidable partido en el que se le rindió homenaje a Julio Cardeñosa

Por Manolo Rodríguez


El Real Betis vuelve a encontrarse el próximo domingo con el equipo mejicano del Puebla. Un viejo conocido que ya estuvo en el Villamarín para jugar el partido homenaje a Julio Cardeñosa. Corría el mes de agosto de 1981 y ese recuerdo permanece indeleble para todos los que lo vivimos. La emoción de aquella noche y el enorme cariño que le mostró la afición bética a quien fuera el 10 más grande y uno de los dioses predilectos del Olimpo verdiblanco.

Ahora, el partido que los enfrenta de nuevo será en Méjico, a donde el Real Betis Balompié acude por primera vez en su historia. Otro hito singular.

En concreto, Puebla y Betis se verán las caras esta vez en el estadio Cuauhtémoc, en la Heroica Puebla de Zaragoza, conocida como la Ciudad de los Ángeles, pues cuenta la leyenda que varios mensajeros del cielo se le aparecieron en sueños al primer obispo de Tlaxcala para señalarle el lugar donde se tenía que fundar la nueva población española.

Una ciudad patrimonio de la humanidad, con miles de edificios coloniales de tendencia barroca, que es la capital del Estado Libre y Soberano de Puebla, el quinto más poblado de Méjico.

Allí nació en 1944 el Puebla CF, hoy llamado Club Puebla. Una entidad que tuvo comienzos difíciles hasta alcanzar sus mayores éxitos en la década de los 80. Ganó la Liga del 83, celebró un histórico doblete en la campaña 89-90 y cerró este ciclo virtuoso con la conquista de la Copa de Campeones de la CONCACAF, su único trofeo internacional.

El inicio de aquel tiempo de éxito se fechó en el mes de julio de 1980, cuando el dueño del club mejicano, Jorge Suárez, acudió a Madrid para fichar a Pirri, una de las más grandes leyendas del fútbol español de todas las épocas. Como contó el diario "El País" en su momento: "48 millones de pesetas por dos años; un rancho, coche, la seguridad para Pirri de continuar sus estudios de medicina y la solvencia de un colegio para sus hijos fueron razones suficientes para que el Real Madrid dejara marchar a uno de sus grandes símbolos".

Después de Pirri, en el mes de noviembre de 1980 llegó a Méjico Juan Manuel Asensi, otro nombre de culto en el fútbol nacional desde mediados de los 60. Más de cuarenta veces internacional, presidente del sindicato español de jugadores y capitán del Barcelona. Otro buque insignia. El Puebla le pagó 50 millones por tres temporadas y hubo de abonarle un traspaso importante al club azulgrana.

Y antes aún de que Asensi llegara a Méjico, en septiembre de 1980, el Puebla entró por primera vez en tratos con el Real Betis, negociando el fichaje de Hugo Cabezas, un delantero uruguayo que jugaba en el Betis desde 1977 y que había perdido la titularidad en el equipo de Heliópolis tras el fichaje del paraguayo Carlos "Lobo" Diarte.

Se cerró el traspaso en 160.000 dólares (unos once millones y medio de pesetas) que se pagaron en tres plazos a lo largo de un año. Cabezas se mostró inicialmente reticente a marcharse (también andaba en aquellos días en conversaciones con el Everton inglés), pero lo terminó convenciendo Pirri.

Como en todas partes, "Huguito" acabó metiendo goles, pero nunca llegó a encajar plenamente. Extrañaba al Betis y años más tarde declararía que debió haber aguantado un poco más en Heliópolis, quizá el único sitio donde fue plenamente feliz.


Una marca internacional

Con esos nombres empezó a construir su "década gloriosa" el equipo de la Franja, que así se conoce al Puebla, ya que su uniforme está cruzado de derecha a izquierda por una banda de color azul (que es el de la ciudad), aunque el modelo lo adoptara en su momento de la blanquirroja camiseta de River Plate.

Sin embargo, en la primera temporada las cosas no fueron exactamente como se pensaba. El equipo quedó en la mitad de la tabla, aunque, eso sí, terminó invicto como local. 

Pero, seguramente, lo más importante sí lo habían conseguido tanto el propietario del club, Jorge Suárez, como el presidente, Benito Pardo. Y no era otra cosa que convertir al club en una marca internacional que despertara el interés más allá de las fronteras del fútbol mejicano. Un equipo atractivo que ya estaba en condiciones de viajar a Europa.

Cosa que ocurrió en la primavera de 1981, cuando acudió a Barcelona el 24 de mayo para participar en el homenaje a Asensi. El Barça (reforzado por Cruyff, que ya había concluido su aventura en el Levante) ganó por 2-1. En la segunda mitad la portería del Puebla la ocupó el gran Luis Arconada, guardameta de la Real Sociedad y de la selección española, que también quiso sumarse de este modo al homenaje de su amigo Asensi.

El gol mejicano lo hizo Borbolla, extremo izquierdo del Puebla. Pirri disputó el partido completo y Hugo Cabezas entró en la segunda mitad. Asensi, por su parte, jugó un cuarto de hora con el Barcelona en la primera parte y toda la segunda con el Puebla.

Después de aquello, el Puebla volvió a Méjico y un mes más tarde, el 26 de junio, recibió en el estadio Cuauhtémoc nada más y nada menos que a la selección española. Todo un acontecimiento que congregó en las tribunas a más de 20.000 espectadores.

El equipo nacional, dirigido entonces por José Emilio Santamaría, estaba iniciando una gira preparatoria del Mundial 82 que lo llevaría a Méjico, Venezuela, Colombia, Chile y Brasil. Tres días antes la selección había ganado en el estadio Azteca por 1-3 al combinado de Méjico y en el equipo titular español se alineó Rafael Gordillo.

Sin embargo, en Puebla no jugaron los titulares. Santamaría alineó a los teóricos suplentes y entre ellos se hallaba Enrique Morán, figura verdiblanca en las dos temporadas anteriores, quien en esas fechas ya estaba traspasado al FC Barcelona,

El partido de Puebla lo ganaron los locales por 2-1. Campo embarrado y mal juego de la selección. Hugo Cabezas abrió el marcador y Pirri marcó el segundo de los mejicanos. Precisamente Morán, de penalti, acortó distancias.

La gira por España

Con la moral a tope, el Puebla vuelve a viajar a España en el mes de agosto de 1981. Le aguardan tres semanas extenuantes con 8 partidos y continuos desplazamientos.

El primer destino es Sevilla, para enfrentarse al Real Betis en el homenaje a Julio Cardeñosa. La expedición mejicana aterriza en el aeropuerto de San Pablo a las nueve y media de la noche del lunes 3 de agosto y enseguida se concentra en el hotel Colón.

Al frente del grupo viene el gerente, Joaquín Bianchini y el entrenador, Leonel Urbina, desplaza los siguientes jugadores:

Porteros: Camacho y Miranda.

Defensas: Thompson, Álvarez, Pirri, Viveros, Rico y Rangel.

Centrocampistas: Beltrán, Asensi, Ramalho, Magaña, Picolé y Martínez.

Delanteros: Hugo Cabezas, Alvarado, Rosete y Borbolla.

En los días siguientes, de cara a futuros compromisos, se les unirá el delantero de la Real Sociedad, Santi Idígoras, campeón de Liga esa temporada con los blanquiazules, quien acaba de ser contratado por el equipo mejicano.

El técnico Urbina se deshace en elogios a Cardeñosa y el presidente Benito Pardo incluso insinúa que el Puebla intentó contratar al cerebro verdiblanco hace unos meses. Algo que el Betis habría rechazado enérgicamente.

El homenaje

El miércoles 5 de agosto de 1981 el beticismo acude generosamente al estadio Benito Villamarín para homenajear al líder del equipo y del vestuario y a quien durante los últimos años ha sido el principal referente de la entidad. Su mejor futbolista.

Afortunadamente, Cardeñosa no se va. No es un partido de despedida. El homenaje forma parte de la obligada atención económica que el club le debe a un jugador de su importancia, el cual, indudablemente, hubiera podido obtener contratos mejor remunerados en su carrera deportiva si hubiera abandonado la disciplina bética.

Más allá de la presencia del Puebla, el partido llega rodeado de grandes alicientes. Será el primer encuentro que dispute ante su afición el nuevo Betis dirigido por el entrenador Luis Aragonés (que ha sustituido al exitoso Carriega) y, además, significa el debut en Heliópolis de Hipólito Rincón, el goleador fichado para reemplazar a Morán.

No resulta extraño, por tanto, que el Villamarín roce el lleno en aquella calurosa noche de verano. Julio Cardeñosa salta al campo en medio de una gran ovación, acompañado por sus hijos. A continuación, se le hace entrega de multitud de obsequios de clubes de fútbol, de peñas béticas, de significadas personalidades y de aficionados en general. Incluso una imponente sandía de más de quince kilos le regalan aquella noche.

Tan prolija se hace la ceremonia, que el partido, fijado para las diez de la noche, se inicia con más de cuarenta minutos de retraso. Desde el palco presidencial presencian el encuentro los ex entrenadores José Luis García Traid y Rafael Iriondo, mientras que Carriega disculpa su asistencia, aunque envía su regalo. También acuden a la llamada del amigo algunos compañeros de temporadas anteriores como Jaime Sabaté o Attila Ladinszky.

El partido es vistoso y vibrante. Apenas en el minuto 1, Hipólito Rincón abre el marcador y en el 25, el propio Rincón (sin duda, el gran triunfador de la noche) hace el 2-0 al cabecear poderoso un córner lanzado por Benítez.

Tras el descanso, el Puebla acorta distancias con un gol de Hugo Cabezas, algo que también resulta emotivo para el público. El duelo se iguala y aparece el portero bético Esnaola (otro mito) con dos paradas escalofriantes. Por fin, para que nada falte en esa noche tan especial, Cardeñosa hace el gol de la tranquilidad para el Betis. El 3-1 que sentencia el marcador. Gordillo es derribado cuando entra en el área y el homenajeado transforma el penalti con la seguridad que le caracteriza.

El Puebla, que viste de azul completo (sin Franja) y medias blancas, deja un buen sabor entre los aficionados. Sobre todos, destaca Pirri, "un fuera de serie", según lo define la prensa local y también gustan Rico y Beltrán.

Arbitra el partido el colegiado sevillano Álvarez Margüenda y las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Alex, Peruena, Gordillo; López, Ramón, Cardeñosa, Benítez; Segundo y Rincón. Al inicio de la segunda mitad, Gerardo y Biosca reemplazaron a Bizcocho y Alex, respectivamente, y faltando diez minutos para el final Tello suplió a Cardeñosa, que fue despedido con una gran ovación.

Puebla de Méjico: Camacho; Álvarez, Rangel, Pirri, Viveros; Rico, Beltrán, Asensi; Alvarado, Hugo Cabezas y Borbolla. Al comenzar la segunda parte Picolé sustituyó a Alvarado.

Según informaron los medios de comunicación, la recaudación del partido superó los 13 millones de pesetas y, en la caseta, un emocionado Julio Cardeñosa declaró que "la afición ha demostrado que me quiere. Me he emocionado cuando he saltado al campo con mis hijos y jamás podré olvidar la gran ovación que me ha tributado el público cuando he abandonado el terreno de juego".

El Puebla de los españoles

Tras este primer partido contra el Betis, el Puebla jugó en otros muchos sitios de España. De Sevilla viajó a Ibiza y a continuación disputó los trofeos de Marbella, Ceuta y Barcelona, éste último organizado por el Espanyol.

Su mejor resultado fue una victoria ante el Atlético de Madrid en tierras marbellíes y asimismo tuvo su mérito el triunfo a penaltis contra el brasileño Gremio de Portoalegre en la primera semifinal del torneo de la Ciudad Condal.

El Puebla regresó a Méjico el lunes 24 de agosto, llevando ya en sus filas al guipuzcoano Idígoras. Después, siguieron llegando españoles. Fichó al portero catalán Llangostera, un suplente del Barça, y también contrató como director deportivo a Joaquín Rifé, destacado ex jugador del FC Barcelona y de la selección que, como entrenador, había ganado para los del Camp Nou la Recopa de 1979.

Pero para los españoles, que cobraban en dólares, este cuadro idílico saltó por los aires un año más tarde, en agosto de 1982, a causa de la devaluación del peso mejicano. Contaba Asensi que cuando llegaron a Méjico en 1980 el dólar USA estaba a 23 dólares. En 1981 se puso a 46 y en el 82 llegó a los 80, con la previsión de que subiera hasta los 120 dólares. En fin, que el futuro no era precisamente halagüeño.

Una situación que afectó a todos los niveles y que concluyó con la compra del club por parte del Gobierno del Estado de Puebla. La medida que quizá permitió proyectar los éxitos del futuro.

Entre el 82 y el 83 acabaron regresando todos los españoles, aunque en una ciudad como Puebla, de amplia comunidad hispana, nunca faltarían los jugadores de nuestro país. Así, mediada la década de los 90 fichó por la Franja el goleador Carlos Muñoz, un andaluz que triunfó en el Oviedo y que pasa por ser uno de los máximos goleadores históricos del Puebla.

En 1997 fue Miguel Pardeza quien aterrizó en el estadio Cuauhtémoc. Otro andaluz que se había hecho un nombre de peso en el Real Madrid y, sobre todo, en el Zaragoza. Lo acompañaron el "Paquete" Higuera y Raúl Ibáñez.

Por último, en 2011, el Puebla contrató a Luis García, un excelente futbolista que vistió las camisetas del Barcelona y del Atlético de Madrid, pero que por sobre todas las cosas fue grande en el Liverpool, club con el que ganó la Liga de Campeones en 2005.

Todo esto que hemos contado será motivo de recuerdo cuando el Real Betis juegue en Puebla, la Ciudad de los Ángeles. Un bonito cruce de caminos en la tierra del Camote, el dulce representativo de la gente de Puebla. Ese tubérculo parecido a una papa que se cocina con azúcar y esencia de limón o naranja, que se envuelven en papel encerado y que se coloca en cajitas pequeñas para su venta. Otra seña de identidad del Puebla, el llamado equipo camotero.

Será, en fin, el mejor modo de conmemorar el 75 aniversario de la Franja y de evocar aquel verano de 1981 cuando el Puebla jugó en Heliópolis con dos españoles de leyenda. Ahora, será el Real Betis quien acuda al Cuauhtémoc con dos mejicanos de renombre.