El Betis ataca sobre la portería del Sporting en el partido jugado en el campo del Patronato en marzo de 1934. (Foto revista Estampa)

HISTORIA | Betis-Sporting en Domingo de Ramos

La primera vez que verdiblancos y asturianos se enfrentaron en una eliminatoria de Copa fue en 1934, el mismo día en que volvieron los pasos y las cofradías a las calles de Sevilla

Por Manolo Rodríguez


Cuando el Betis inauguró sus enfrentamientos coperos contra el Sporting también nevaba en el norte de España. Corría el mes de marzo de 1934. El primer partido se disputó en terreno verdiblanco y los asturianos estuvieron más de 24 horas en la carretera. Una odisea. Al salir de Gijón se encontraron con que estaban cerrados los puertos de Pajares y de Reinosa y hubieron de dar un gran rodeo para continuar viaje.


Según publicaron los periódicos, incluso se dirigieron a la Federación solicitando la suspensión del partido, pero allí no atendieron su petición. Cruzaron España en autobús y llegaron a Sevilla bien entrada la madrugada del domingo. 


Con tan poco tiempo para el descanso, saltaron al campo del Patronato a las tres y media de la tarde del domingo 25 de marzo. Un día muy especial para los sevillanos. Era Domingo de Ramos, el primero con cofradías tras el doloroso 1933 en el que no había habido pasos en la calle.


Por esta razón, se adelantó el horario del choque, para que pudieran ser compatibles en el tiempo el fútbol y los desfiles procesionales. Para que las multitudes que atestaron los barrios y el centro pudieran disfrutar del Betis y de las tres hermandades que salieron ese día: La Cena, San Benito y La Estrella.  


Aquella Semana Santa aún fue atípica, pero al menos, fue. Sólo 13 corporaciones se dieron por satisfechas con la aceptación de las exigencias que les habían formulado a las autoridades republicanas (que fueran festivos el Jueves y el Viernes Santo, que hubiera garantías de orden público, que el Ayuntamiento diera la subvención a las cofradías y que la Catedral montara el Monumento) y, por ello, decidieron salir. 


Otras muchas, sin embargo, siguieron negándose a avalar el estado de cosas que proponía la República, a pesar de que esta se hallaba desde noviembre de 1933 en manos de la CEDA, una coalición de partidos conservadores católicos.


El partido entre el Betis y el Sporting acabó con un claro triunfo verdiblanco por 3-0. Algo lógico si se piensa que en la Liga de aquel año el Betis había sido cuarto en Primera División, mientras que los asturianos no pasaban de ser un conjunto de la media tabla en Segunda.


Se llenó el Patronato y, con arbitraje de Sanchís Orduña, estas fueron las primeras alineaciones que enfrentaron a béticos y gijoneses en la Copa de España, entonces Copa de la República.


Betis Balompié: Urquiaga; Arqueta, Aedo; Peral, Soladrero, Larrinoa; Saro, Areso, Unamuno, Lecue y Enrique.


Sporting de Gijón: Sión; Quirós, Pena; Tronchín, Rubiera, Luisín; Margollés, Abelardo, Herrera, Pin y Panera.


Lecue hizo dos goles y el tercero lo anotó Saro, quien unánimemente fue reconocido como el mejor jugador del partido. De este último dijo "El Liberal" que: "Saro realizó la actuación más lucida de cuantas lleva realizadas en Sevilla. Fácil para la escapada y para el tiro, inteligente en el momento de ceder, como en el de aprovechar, y sobre todo rápido, con una rapidez en la que tuvo su origen casi todo el peligro que se creó ante el arco asturiano".


Con Timimi lesionado, la novedad táctica más significativa que introdujo Mr. Patricio O'Connell en aquel partido fue la de colocar a Areso como interior derecho y a Arqueta como lateral. Algo que no tendría mucha continuidad en el tiempo y que con el paso de los meses acabaría determinando la marcha del club de Salvador Arqueta (declarado en rebeldía), quien tras la Guerra Civil llegaría a ser capitán del Athletic de Bilbao.


Lluvia en la Madrugada


Con la clasificación verdiblanca casi en el bolsillo transcurrió aquella Semana Santa en la que desfilaron el Jueves Santo las cofradías de El Buen Fin, Los Panaderos y La Lanzada. En la madrugada del Viernes Santo no salieron las hermandades de negro, pero sí lo hicieron La Macarena, La Esperanza de Triana y Los Gitanos. Una "madrugá" en la que llovió a ratos, viéndose obligadas las dos Esperanzas a refugiarse en la Catedral, donde coincidieron.


Por último, el Viernes Santo volvió a la calle La Macarena para regresar a San Gil y también hicieron su estación penitencial ese día Las Siete Palabras, La Trinidad, La Exaltación y La Mortaja. Todo transcurrió con la mayor normalidad, seguramente debido a las excepcionales medidas de seguridad adoptadas, entre las que se incluían que no se pudieran ver los cortejos desde las azoteas para evitar que se lanzaran líquidos u artefactos, como le ocurrió a La Estrella en 1932.


Ese Viernes Santo inició el Betis su viaje a Gijón. Por supuesto, en autobús. El choque de vuelta se jugó el domingo 1 de abril y, al decir de las crónicas, los verdiblancos se mantuvieron durante todo el partido expectantes y a la defensiva. Haciendo lo justo para conservar la ventaja. Jugaron los mismos de la ida, con la única variación de que ahora fue Arqueta quien tuvo acomodo como interior.


Ganó el Sporting por un insuficiente 1-0 y el único gol del partido llegó a la media hora de la segunda parte. Lo hizo Herrera, la joya de la corona gijonesa, quien tenía pasado bético. Una curiosa historia que se escribió en la temporada 1929/30 cuando este futbolista excepcional fichó por aquel Betis en el que reinaba Ignacio Sánchez Mejías.


Ramón Herrera, nacido en 1907, llegó al Sporting con 17 años y con la vitola de ser el mejor futbolista que jamás se había visto en Asturias. Alto y espigado, siempre parecía pálido como consecuencia de la tisis que nunca le abandonó.


Llegado el profesionalismo, lo fichó el Atlético de Madrid en 1928. Cuentan que fue tal su exhibición el día que se presentó contra el Real Madrid que el periodista Manuel Gómez "Rienzi" (aquel que dejara escrito que "el Betis es lo más sevillano que hay en Sevilla") lo bautizó en su crónica como: "Herrera I, El Sabio".


Un año después vino a Sevilla a realizar el servicio militar y firmó por el Betis. Aquí mejoró de su enfermedad y jugó 13 partidos, marcando 7 goles. Pero le tiraba su tierra y, sobre todo, quería estar cerca de su hermano pequeño, Eduardo, que ya empezaba a destacar. 


Ambos jugaron juntos en el Sporting y los cronistas pronto empezaron a llamar a su hermano "Herrerita" para no confundirlo con "El Sabio". Herrerita, por cierto, que, por azares del destino, donde llegó a ser leyenda fue en el Oviedo, el eterno rival de los rojiblancos de El Molinón. 


Ramón Herrera falleció en los primeros días de octubre de 1960 después de anunciarles su muerte a los amigos más cercanos. Según se ha contado, ingresó en coma en una Casa de Socorro con una sobredosis de somníferos.


Repasando las alineaciones verdiblancas en aquella eliminatoria contra el Sporting, salta a la vista que el Betis ya tenía puestas las bases del equipo que ganó la Liga un año más tarde, en el que sólo Gómez vendría a cubrir el hueco dejado por Soladrero.


Por ello, no sorprende que su marcha en la Copa de 1934 fuera tan exitosa. Tras deshacerse de los asturianos, superó al Barcelona en los cuartos de final y únicamente dobló la rodilla en las semifinales contra el Madrid que acabaría obteniendo el título.


Desde ese lejano 1934 el Real Betis Balompié sólo se ha enfrentado en dos ocasiones más a los gijoneses en la Copa. Resultó eliminado en 1978 (cuando era el vigente campeón y en medio de diversas circunstancias que algún día deberán ser contadas con mayor detalle) y se impuso con claridad en la edición de 2016.


Ahora llega un nuevo asalto. Esta vez a partido único. Otro hito que nos permitirá seguir entrelazando los hilos que vinculan al Betis y al Sporting desde siempre. Una saga interminable de cruces de caminos, de partido de Liga y tardes de fútbol, en la que se dan cita nombres fabulosos como los de Luis del Sol, Enrique Castro "Quini", Ferenc Szusza, Luis Carriega, Enrique Morán, Lobo Diarte, Gabriel Calderón, Eusebio Ríos, Nery Alberto Pumpido y tantos otros.


Cada uno de ellos, protagonistas de una historia que merecerá ser referida. Como lo fue la de aquel Domingo de Ramos de 1934 en que la Copa precedió a las cofradías.