Juan Sabas canta el segundo gol del Real Betis, el que le daría la victoria a los verdiblancos en aquel apasionante derbi de 1995.

HISTORIA | Aquellos goles que llevaron a Europa

En puertas de otro derbi, hoy se cumplen 25 años de la memorable victoria del Real Betis ante su rival eterno que le permitió obtener la clasificación continental y ser tercero en la Liga

Por Manolo Rodríguez

A pocas horas de que vuelva esa Liga que tanto hemos echado de menos, y de camino hacia un nuevo derbi para la historia, hoy, 11 de junio de 2020, se cumplen 25 años de una de las victorias más importantes del Real Betis ante el eterno rival. 

Un éxito que vive en el tiempo y despierta los mejores recuerdos. Por cómo fue y, sobre todo, por lo que supuso, ya que le permitió a los verdiblancos volver a las competiciones europeas y, con su triunfo posterior en el Santiago Bernabéu, alcanzar el tercer puesto en la tabla liguera, su mejor clasificación desde la década de los 60.

Todo un acontecimiento para una entidad que había ascendido a Primera el año anterior y que fue capaz de armar un grupo de hierro. Una sólida escuadra que se construyó sin grandes nombres, pero con jugadores de verdad. Gente con hambre, disciplinada y tenaz, con algunos futbolistas que jugaban como los ángeles y dispuestos todos a devolverle a los béticos la felicidad que les había faltado durante tres largos años.

Ese equipo verdiblanco de la temporada 1994/95 era el menos goleado de la categoría y ya había ganado en los campos del Atlético de Madrid y del Sevilla y arrancado un empate en el Camp Nou. Un registro que le permitía mantenerse en lo más alto de la clasificación a la espera de que llegara el sprint definitivo.

A dos partidos de la conclusión de la campaña, sólo estaban destacados en cabeza el Real Madrid y el Deportivo de la Coruña.  Tercero era el Barcelona con 44 puntos y cuarto el Real Betis, con 42, los mismos que tenían el Sevilla y el Zaragoza. 

Todo estaba, pues, por decidir para los tres puestos que daban acceso a la Copa de la Uefa, muy principalmente porque los béticos habrían de recibir a la jornada siguiente al rival eterno y en la última deberían visitar al Real Madrid, campeón de Liga. 

En las vísperas del derbi, los equipos se encierran en su torre de marfil preparando el gran asunto. En el Betis se descarta pronto a Ureña por lesión y se mima entre algodones al polaco Kowalczyk, que ha vuelto tocado del partido jugado con su selección. En el Sevilla, que entrena Luis Aragonés, son bajas seguras Suker y Marcos.

La dirección del encuentro se le encomienda al vallisoletano Francisco Santamaría Uzqueda, de 45 años de edad, quien está completando una excelente temporada (que es la última de su carrera en el arbitraje, por razones de edad) y con quien no han perdido un solo partido los equipos sevillanos. El colegiado de Pucela se siente muy honrado con la designación y declara emocionado que "este es el partido estrella del fútbol español".

El Sevilla pide 1.500 entradas y se anuncia que 500 personas participarán en el dispositivo de seguridad. Se conoce, asimismo, que tan importante acontecimiento dejará en las arcas del Betis unos cien millones de pesetas, de los que veinticinco los paga Canal Plus, que retransmitirá el partido para sus abonados

A las siete de la tarde del domingo 11 de junio de 1995, el Villamarín está repleto. Hace calor y, como se escribió en algún periódico, "daba la impresión de que Betis y Sevilla se jugaban el dominio de la ciudad". 

Los jugadores calientan sobre la hierba, hay buen talante en los banquillos, y en el antepalco las cámaras de Canal Plus muestran cómo el presidente bético, Manuel Ruiz Lopera, se besa la mano y, posteriormente, la coloca sobre el cuadro del Gran Poder que preside la estancia. Besos que una vez acomodado en el palco destina a su solapa, en la que está la imagen del Señor de Sevilla en un "pin" dorado. 

El presidente del Sevilla, Luis Cuervas, no acude al palco de Villamarín y en Cataluña las peñas béticas de "la novena provincia" se reúnen en el polideportivo de Sant Andreu de la Barca para seguir el partido a través de la televisión. Cientos de béticos animan desde la distancia.

El ruido es ensordecedor cuando los jugadores saltan al terreno de juego. El Sevilla, de rojo completo. El Betis, con sus colores habituales. La tarde se presenta apasionante y no sólo por la evidente pasión que impone todo derbi. El objetivo es Europa y las horas previas traen buenas nuevas. El Barça pierde en casa contra el Albacete y este resultado acercaría a los verdiblancos a la tercera plaza si consiguen vencer al eterno rival.

No faltan, pues, alicientes. Ninguno. Santamaría Uzqueda, con camisola gris, alinea a los equipos del siguiente modo:

Real Betis: Jaro; Jaime, Merino, Vidakovic, Josete; Cañas, Olías, Alexis, Stosic; Cuéllar (Aquino, m.82) y Kowalczyk (Sabas, m.67)

Sevilla FC: Unzué; Cortijo (Estebaranz, m.70), Martagón, Juanito, Jiménez; Rafa Paz, Moacir, Bango (Tevenet, m.53), Soler; Monchu y Moya.

En medio de la evidente tensión, el Betis da primero. Al cuarto de hora. Cuéllar hace diabluras por la banda izquierda, llega a la línea de fondo, y le da el pase de la muerte a Kowalczyk, que la clava desde cerca.

A partir de ese momento, el equipo verdiblanco se parapeta en su seguridad defensiva. Cierra espacios y sólo concede centros al área que resuelven bien los centrales, con la ayuda de Olías.

En la segunda mitad, aún se acentúa más el interés ofensivo de los de Nervión, pero los verdiblancos parecen convencidos de que su esfuerzo tendrá premio. El técnico bético, Lorenzo Serra, releva al cansado Kowalczyk y mete en el campo a Juan Sabas. Una noticia que resultará definitiva diez minutos más tarde.

Corre el 77 de partido cuando Cuéllar hace una pared imposible con Sabas. La línea defensiva del Sevilla está tirada muy arriba y Rafa Paz rompe el fuera de juego. Sabas arranca desde mediocampo visitante. Avanza en solitario, pero no aguarda a la salida de Unzué. Antes de pisar el área le pega con la pierna derecha con efecto. El portero sevillista ni siquiera se estira. Se limita a verla entrar.

El estadio estalla en un grito eterno, al que sigue un cántico de "Musho Betis" que ya no se apaga ni cuando el Sevilla acorta distancias. El júbilo general lleva al Betis en volandas hacia el triunfo. Los abrazos en la banda son la viva demostración de lo que supone la victoria.

Los jugadores, exhaustos, permanecen en el campo y acuden a las tribunas para agradecer el apoyo recibido. La fiesta es enorme. Extraordinaria. Inacabable.

En las casetas, Lorenzo Serra destaca "que el Betis supo jugar mejor el partido" y, orgulloso, deja dicho que "he oído muchas veces que el Sevilla venía muy fuerte, pero ahí está el resultado para ver quién ha ganado".

Al final de la jornada, el Betis alcanza el tercer puesto de la clasificación con 44 puntos, sólo tras el Real Madrid y el Superdepor. Por delante del Barcelona. El Sevilla queda a dos puntos, ya definitivamente por detrás, puesto que el gol average está de parte verdiblanca. Pero aún se hace preciso puntuar en el Bernabéu en la última jornada.

Y también esto caerá. Y de nuevo la gente se echará a las calles para celebrar que el Betis ha vuelto a Europa la temporada después de ascender. Y la "betismanía" se convertirá en un acontecimiento ciudadano. Y la alegría se extenderá hasta el partido homenaje a Rafael Gordillo.

Hace ya 25 años de todo aquello. En la antesala de otro derbi que también querrían recordar los béticos.

Por su excepcionalidad... y por el resultado.