Control y rapidez para esta temporada

Tres en la medular y bandas rápidas son las credenciales verdiblancas

Desde su llegada al banquillo del Real Betis Balompié, Pepe Mel se ha caracterizado por ser un técnico que cada año ha dado una vuelta de tuerca a sus equipos. Incluso dentro de una idea clara, el entrenador ha ido cambiando y sorprendiendo dentro de sus sistemas. El primer año al frente del banquillo bético, en segunda división, la idea de jugar bien para ganar se instaló en Heliópolis. El Betis era un equipo que tenía la pelota y dominaba el encuentro. Iriney, Beñat y Salva Sevilla, jugando como falso extremo, eran los que movían un 4-4-2 engañoso ya que el almeriense tendía a moverse hacia el centro y dominar la medular. Con ese estilo se ascendió. El primer año en Primera, temporada 2011-12, esa manera de jugar se continuó aunque con matices. Se alternaba un 4-4-2, en ocasiones con Salva Sevilla volviendo actuar como en Segunda, con un 4-3-3, pero con la misma filosofía de juego, tener la pelota. Además, la llegada de Roque Santa Cruz fue uno de esos matices añadidos a esas variaciones dentro del sistema. El paraguayo actuaba como un segundo punta que ayudaba a la elaboración del juego. Por aquel entonces, Molina desempeñaba el papel de punta cuando jugaba con Rubén Castro que era el que servía de enganche. Un sistema que sirvió para obtener la permanencia e incluso con opciones europeas. Durante esa campaña hubo muchos equipos que le cogieron la matrícula a los de Mel, haciendo que los partidos se le pusieran muy cuesta arriba a los verdiblancos. En la temporada 2012-13, el cambio fue radical. El Real Betis incorporó muchas caras nuevas a su plantilla. Mel sorprendió con un cambio de filosofía en los suyos. Dejó la posesión para tener velocidad. El conjunto de las trece barras se convirtió en una escuadra con una tremenda pegada gracias a su velocidad. El equipo previsible que había sido en algunos partido de la anterior temporada ganaba encuentros gracias al potencial en ataque que explotaba en cada choque. Quizás, el sistema más empleado fue el 4-4-2 pero Mel movía mucho su plantilla y rotaba en cada partido por los que las alternativas en el esquema eran considerables. La evolución más llamativa fue la de Jorge Molina. El de Alcoy hizo suyo muchos conceptos del juego de Roque Santa Cruz y comenzó a actuar como segundo punta mientras que Rubén se aprovechaba de lo movimientos de su compañero. Ambos crecieron en la faceta goleadora y la llegada de Pabón, en el mercado de invierno, hizo que la recta final del equipo le valiera para conseguir una anhelada clasificación europea. Para esta temporada, y viendo las variaciones en los anteriores años, la forma de jugar era una de las grandes interrogantes a despejar dentro de la ecuación verdiblanca. Hemos podido ver en lo que llevamos de Liga como el entrenador madrileño ha optado por una mezcla de los anteriores años. Se apuesta por el control del balón pero con llegadas rápidas. El trivote en el ancho del campo pero con bandas rápidas para llegar arriba. Cierto es que se perdió ante el Real Madrid, cuando lo más justo hubiera sido otro resultado, y contra el Celta de Vigo, en un partido en el que los verdiblancos tendrían que haberlo cerrado antes del descanso. El único punto conseguido se conquistó en el campo del Espanyol en un encuentro espeso y el pase a la fase de grupo de la Europa League se culminó con una goleada. Sensaciones positivas en este arranque de campaña que tiene que dar paso a la llegada de resultados.