El polaco Kowalczyc sale en camilla en Mérida. Fue el primer cambio de los tres que pudo hacer el Real Betis por primera vez en 1995.

HISTORIA | El quinto cambio

Se amplía otra vez el número de sustituciones y el Real Betis, que desde 1969 se ha ido adaptando a estas modificaciones, ahora podría estrenar en un derbi esta nueva norma

Por Manolo Rodríguez

Como ya se sabe, cuando vuelva la Liga cada equipo podrá hacer cinco cambios en un mismo partido. Una norma excepcional que tiene como fin prevenir los efectos del largo parón provocado por la pandemia y las altas temperaturas que cabe esperar que se registren en las fechas en las que se retome la competición.

Se trata de proteger al futbolista, que es realmente proteger el espectáculo del fútbol, y eso siempre resulta de agradecer. Parece una buena idea que no ha generado controversia alguna y que mereció la aprobación de la International Board, organismo encargado de definir las reglas del fútbol y las modificaciones que en ellas se produzcan.

Este aumento del cupo de cambios de jugadores en los partidos es continuación del camino emprendido a finales de la década de los años 60 del pasado siglo, ya que hasta entonces sólo estaba permitida la sustitución del portero en caso de lesión.

Pero eso se modificó al inicio de la temporada 1969/70, cuando la ya referida International Board autorizó que se pudieran realizar dos cambios a lo largo del partido. Una medida de gran alcance que, como ya recordábamos en un artículo anterior, aportó unas novedades que tendrían influencia decisiva en el fútbol del futuro.

De una parte, permitió ampliar las convocatorias de los equipos y que fueran más los futbolistas que tuvieran protagonismo en la competición. Y de otra, les ofreció una mayor riqueza táctica a los entrenadores, quienes, de este modo, tendrían la posibilidad de modificar sus planteamientos iniciales con el relevo de algún jugador.

Sin embargo, aquella innovadora norma chocó inicialmente con la inercia del pasado. A los entrenadores, entonces tan artesanales, les costaba trabajo adecuarse a este nuevo modelo en el que lo primero que se exigía eran unos conocimientos estratégicos y una flexibilidad de la que entonces carecían muchos de los técnicos de la época.

De hecho, se puede apuntar que el Real Betis no realizó dos cambios en un mismo partido hasta la jornada 13 de esa campaña 1969/70. Y quien los ordenó fue el ya segundo entrenador ese año, Antonio Barrios, que se había hecho cargo del equipo tres semanas antes. 

Es decir, que el primer técnico de esa temporada, el canario Miguel González, no apuró durante 10 jornadas las posibilidades que le ofrecía la reglamentación en cuanto a los cambios. Quizá como clara demostración de que sólo se hacían sustituciones por causa de lesión o, todo lo más, buscando más delanteros cuando los partidos se empantanaban.

Como ocurrió, ciertamente, la primera vez que se produjo tal acontecimiento. En aquel Betis-Sporting jugado en septiembre de 1969 en el que fue relevado el centrocampista Dioni para que entrara el delantero Landa. 

La primera vez que el Real Betis hizo dos sustituciones en un mismo partido fue jugando contra el Salamanca en Heliópolis. El gélido domingo 30 de noviembre de 1969. Santi entró por Demetrio en el minuto 50 y Mellado sustituyó a Pepe González en el 75.

Ganaron los verdiblancos por 1-0, gracias a un gol olímpico del gran Rogelio Sosa cuando faltaban cuatro minutos para el final del choque. Un recordado córner de endiablado efecto que llegó a entrar en la portería de Gol Sur porque "soplaron a la vez todos los corianos que se hallaban en el campo", según refirió tantas veces Rogelio con su habitual sorna.

Pasado aquel tiempo de adaptación, la norma de los dos cambios se fue interiorizando en las temporadas siguientes hasta convertirse en un elemento más con el que se iba midiendo la calidad del juego, la confección de las plantillas y el rendimiento de los equipos.

Algo que sobrevivió un cuarto de siglo hasta que en la campaña 1994/95 se dio un paso más y se autorizó que a los dos cambios permitidos se les pudiera añadir también el del portero. Un supuesto al que el Betis de ese año no se vio en la necesidad de acogerse, ya que su guardameta titular, Pedro Jaro, disputó todos los minutos del campeonato. Y lo hizo tan bien que, como se sabe, ese año se proclamó "Trofeo Zamora" de la Liga, o lo que es lo mismo, portero menos goleado del torneo, en el que encajó apenas 25 tantos.

Las eliminatorias de la Copa del Rey, por su parte, las jugó el portero suplente, José Luis Diezma, quien también actuó íntegramente en los 6 encuentros en que fue alineado. Así pues, el Real Betis nunca se vio esa en la tesitura de sustituir a dos futbolistas y al portero.

La revolución del 95

Pero esa norma duró poco, apenas un año, ya que al inicio de la temporada 1995/96 se produjo una de las revoluciones de mayor calado de las que guarda memoria el fútbol español. Hasta cuatro novedades de enorme importancia trajo esa Liga.

En primer lugar, el martes 18 de julio de 1995 la Real Federación Española de Fútbol, al objeto de potenciar el juego ofensivo, aprobó un nuevo sistema de puntuación, en virtud de cual el vencedor de cada encuentro obtendría 3 puntos en vez de 2, manteniéndose 1 punto por equipo en caso de empate y 0 en caso de derrota.

Una medida que venía rigiendo en la liga inglesa desde 1981 y que inicialmente sólo tuvo seguimiento en Israel (1982), Turquía (1987) y Noruega (1988), hasta que en 1994 la FIFA decidió utilizarlo primero en la fase final del Campeonato del Mundo disputado en Estados Unidos y luego en el resto de competiciones, dándole el espaldarazo definitivo.

Junto a esto, se decidió ampliar de cuatro a cinco el número máximo de futbolistas extranjeros que podría inscribir cada club, aunque, eso sí, con la salvedad de que a lo largo de un partido sólo podrían alinearse simultáneamente tres de estos extranjeros. 

Un supuesto que planeó por el Villamarín el Domingo de Resurrección de 1996 cuando el Real Betis se enfrentaba al Racing de Santander. El equipo jugaba en el campo con los tres extranjeros que le permitía la reglamentación (Vidakovic, Jarni y Kowalczyk), a pesar de lo cual se insinuó desde la banda la entrada de Stosic (el cuarto extranjero de la plantilla) por Sabas. Algo que no podía ser y sobre lo que enseguida reparó el banquillo. Entonces, Pier entró por Sabas y, más tarde, Stosic relevó a Kowalczyk.

La tercera innovación de aquel verano del 95 fue que los jugadores pasaran a tener un dorsal fijo a lo largo de toda la temporada, siendo la numeración del 1 al 22 para los profesionales, y del 23 en adelante para los canteranos del equipo filial. Asimismo, el reglamento también obligaba a los jugadores, a partir de este año, a llevar inscrito su nombre en la parte trasera de la camiseta.

Recordemos que los primeros dorsales del Real Betis tras la entrada en vigor de esta norma fueron los siguientes:
1. Jaro 
2. Jaime
3. Menéndez
4. Ureña
5. Josete
6. Merino
7. Alexis
8. Márquez
9. Stosic
10. Cañas
11. Alfonso
12. Sánchez Jara
13. Diezma
14. Vidakovic
15. Pier
16. Kowalczyk 
17. Jarni
18. Arpón
19. Sabas
20. Olías
21. Roberto Ríos
22. José Mari

En el caso del Real Betis también tuvo participación aquella temporada el dorsal 23, que lució el joven canterano Quico, procedente del filial, quien disputó el partido de la Copa de la Uefa en Kaiserlautern. Un muchacho al que años después arrasó la enfermedad, falleciendo dolorosamente el 7 de marzo de 2004, cuando apenas contaba 29 años.

Desde el primer día

Y la cuarta modificación sustancial que trajo la temporada 1995/96 fue la autorización para que los equipos pudieran realizar tres cambios libremente sin reservar uno para el guardameta. Una decisión que ya apuntaba al fútbol de alto consumo de las últimas décadas, con larga y exigentes competiciones y con equipos necesitados de contar con plantillas amplias que les permitieran jugar muchos partidos en pocos días.

La nueva normativa entró en vigor en la primera jornada de aquella campaña y el Betis, como todos, hizo uso de inmediato de la prerrogativa que le facilitaba el reglamento. Los verdiblancos jugaron en Mérida y empataron a uno con gol de Stosic, Por cierto, el día que debutó con el escudo de las trece barras Alfonso Pérez.

El primero de los tres cambios del Real Betis aquella tarde sí que vino determinado, como antiguamente, por una lesión. En concreto, la del polaco Kowalczyk, quien tras recibir una dura entrada que le fracturó el peroné debió abandonar el terreno de juego en el minuto 41.  Lo reemplazó Sabas. El polaco estuvo cuatro meses en el dique seco.

Las otras dos sustituciones del primer lote de tres llegaron en la segunda parte. Merino se quedó en la caseta en el descanso, siendo suplido por Jaime, y en el minuto 81 José Mari (otro debutante) sustituyó a Cañas.

Desde ese día, los tres cambios fueron moneda común de nuestro fútbol. Tan asimilados, que las crónicas periodísticas llegaban a destacar que algún entrenador no hiciera uso de ellos. Por lo general, se utilizaban para reemplazar a lesionados, para ajustar aspectos tácticos, para refrescar a los jugadores más cansados o, cuando llegaban los últimos minutos, para perder tiempo.

Se espaciaban a lo largo del encuentro y por eso llamó tanto la atención que el entrenador del Real Betis en aquel año, Lorenzo Serra, hiciera los tres cambios de una vez hasta en dos partidos consecutivos jugados fuera casa, concretamente en Compostela y en Tenerife. Y en ambas ocasiones salió bien.

Pero esas determinaciones tan drásticas han sido la excepción a lo largo de más de dos décadas. Lo habitual era lo que señalábamos antes. Tan es así, que en la nueva disposición de los cinco cambios incluso se determinan distintos momentos del partido para realizarlos, a fin de que no conviertan los finales de partidos en un carrusel interminable de salidas y entradas de jugadores en el campo.

En definitiva, otro hito en la historia del fútbol y de la competición. Que esta vez, además, podrá estrenar el Real Betis nada más y nada menos que en un derbi.