Rincón cabecea el primer gol del Real Betis en el partido contra Peñarol.

HISTORIA | Campeón en Uruguay

En abril de 1987 el Real Betis cruzó por segunda vez el Atlánticoy se adjudicó el torneo Expo-92al derrotar a Peñarol en el estadio Centenario de Montevideo

Por Manolo Rodríguez

 

Hace 31 años, en estas mismas fechas de abril, el Real Betis cruzó por segunda vez el Atlántico, tras aquella primera aventura de 1981 que lo había llevado a disputar una serie de partidos en Paraguay, Chile, Ecuador y Perú.

Esta vez, su destino fue Uruguay, a donde acudió en la primavera de 1987 paraparticipar junto a los  dos equipos más representativos del país, Peñarol y Nacional, en un torneo que tenía como finalidad promocionar la Exposición Universal de Sevilla de 1992.

La idea había surgido de la Casa de Andalucía en Montevideo y la Comisaría de la Expo, entonces presidida por Manuel Olivencia, se comprometió a pagar los pasajes de la expedición verdiblanca, mientras que los alojamientos y el fijo que percibiría el club verdiblanco corrieron por cuenta de los organizadores. Una cantidad que, una vez deducidas las dietas de los jugadores, y otros gastos, se quedó en poco más de un millón de pesetas.

La expedición bética, al frente de la cual figuraba el directivo Joaquín Becerra, se puso en marcha el domingo 19 de abril, trasladándose a Madrid, desde donde voló a Montevideo al día siguiente. El entrenador, Luis del Sol, llevó a Uruguay al grueso de su plantilla en la que sólo hubo dos ausencias destacadas. De una parte, la de Faruk Hadzibegic, que acudió a la llamada de su selección yugoslava y, de otra, la del portero Cervantes, que en esos días se hallaba citado en Murcia para un juicio por las cantidades que aún le reclamaba a su anterior equipo.

En las fechas siguientes, se sucedieron los actos protocolarios. La delegación bética fue recibida en la Embajada española; acudió al Consulado General y a la Intendencia de la ciudad y hasta realizó una excursión a las playas de Punta del Este, donde fueagasajada por el seleccionador nacional uruguayo, Omar Borrás.

El jueves 23 de abril llegó a Montevideo el presidente Martínez Retameroy esa misma noche comenzó la competición futbolística. Se enfrentaron en el estadio Centenario, muy cercano al lleno, los dos grandes símbolos del fútbol uruguayo, Peñarol y Nacional. El vencedor jugaría la gran final contra el Betis.

Nadie era consciente entonces de que estaba asistiendo a un partido histórico, que aún a día de hoy forma parte del gran imaginario futbolístico del país charrúa. El duelo en el que Peñarol derrotó a su eterno rival de Nacional cuando sólo contaba con ocho futbolistas en el campo. El encuentro que, desde entonces, es recordado en Uruguay como 'el de los ocho'. El estadio y las calles se convirtieron en una casa de locos. El Betis ya tenía rival.

La final se jugó el domingo 26 de abril a las once de la mañana, cuatro de la tarde en Sevilla. El Centenario cubrió algo menos de la mitad de su aforo y arbitró el colegiado uruguayo Luis de la Rosa. Las alineaciones fueron las siguientes:

CA Peñarol: Pereyra; Herrera, Gonçalves, Trasante, Domínguez; Matosas, Perdomo, Da Silva (Paz, m.74); Cabrera (Costelo, m.70), Aguirre (D. Rodríguez, m.81) y Viera.

Real Betis: Salva; Calleja, Julio, Quico, Diego; Parra, Chano (Camacho, m.73), Reyes; Rincón (Melenas, m.81), Gabino (Perico Medina, m.77) y Calderón.

Antes del partido, los distintos colectivos españoles saltaron al campo con banderas y trajes regionales, haciendo plenamente felices a todos esos que tan lejos estaban de su patria.

El Betis fue claramente superior y ganó por 2-1. Se adelantaron en el marcador los locales con un gol de Aguirre, pero de inmediato empató Rincón con un poderoso cabezazo a centro de Calderón.

Ya en la segunda parte el dominio bético fue absoluto. Reyes, erigido en el mejor de los verdiblancos, se hizo dueño de la parcela ancha, provocando que el encuentro se jugara casi por completo en el campo uruguayo. Al cuarto de hora de este tiempo, una falta sacada magistralmente por Calderón le dio el triunfo al Betis.

El propio entrenador de Peñarol, Óscar Tabarez, hoy seleccionador, reconoció la justicia del triunfo bético, felicitando calurosamente a Luis del Sol, a quien dijo admirar como mito del fútbol mundial, y fue Joaquín Parra quien en su calidad de capitán recogió el trofeo de campeón.

La prensa sudamericana valoró de manera muy positiva el triunfo del Real Betis y la clara superioridad que había exhibido ante Peñarol. Un hecho que se haría aún más elocuente meses más tarde, ya que en octubre de 1987 el club uruguayo se proclamó campeón de la Copa Libertadores de América al derrotar en la final a América de Cali.

Tras la victoria ante Peñarol, la expedición bética aceptó el ofrecimiento que le realizó Nacional de Montevideo, el otro gran club charrúa, para que permaneciera en la capital uruguaya y también se enfrentara a ellosen el estadio Centenario.

Este partido postrero, ya de carácter amistoso, se disputó el martes 28 de abril, a las nueve de la noche hora local, las dos de la madrugada en España. Concluyó con empate a uno. Abrió el marcador el uruguayo Vargas a los 54 minutos e igualó Melenas, en el 70.

A las órdenes del árbitro internacional uruguayo Artemio Sención, los equipos formaron con las siguientes alineaciones:

Nacional: Velincho; Barrios (Saravia, m.45), Villazán, Tony Gómez, Juan Rodríguez; Aguilera (Silva, m.45), Bendica, Lemos, Didi (Vargas, m.45): Morás (Lancieri, m.59) y Olivera.

Real Betis: Salva; Alex, Julio, Diego (Calleja, m.59), Camacho; Parra, Chano, Reyes; Ito (Gabino, m.65); Perico Medina (Melenas, m.45) y Calderón (Rincón, m.66).

A la mañana siguiente, muy temprano, la expedición verdiblanca partía de Montevideo hacia Buenos Aires, donde a las 11,30 tomaba el vuelo con destino a Madrid.

Llegó a la capital de España en la mañana del 30 de abril, entrenó en la Ciudad Deportiva del Real Madrid y al mediodía retornó a Sevilla. Era jueves de Feria cuando volvieron a pisar suelo hispalense. Ese domingo inmediato lo esperaba el Sevilla en Nervión. Partido que ganó 1-3. Un feliz epílogo al viaje bético por tierras americanas. Hace 31 años.