El equipo del Real Betis que derrotó al Real Mallorca posa con la lona azul a su derecha.

HISTORIA | Veinte años de la lona azul

En abril de 1998, tras el derribo del Gol Norte, se jugó un Real Betis-Real Mallorca con una enorme loneta cubriendo la zona demolida

Por Manolo Rodríguez

 

Esta semana ha hecho veinte años que se jugó en Heliópolis un partido que no fue como los demás. Un Real Betis-Real Mallorca correspondiente a la jornada 35 del campeonato. Esa noche, la del sábado 25 de abril de 1998, los socios del Real Betis se encontraron un espectáculo insólito al llegar al estadio. El Gol Norte había caído semanas antes y allí, en la calle Padre García Tejero, ante el Instituto de la Grasa, una enorme loneta azul cubría la zona derribada.

Era el principio de la construcción del nuevo Villamarín. Un proyecto que tuvo su primer antecedente en el otoño de 1997 cuando la Liga de Fútbol Profesional y el Consejo Superior de Deportes le mostraron su "preocupación" a los dirigentes verdiblancos por los graves problemas estructurales del estadio. Las deficiencias le fueron comunicadas por carta, constatando "numerosos desperfectos en las gradas y en la estructura portante" y "el mal estado generalizado de los graderíos, con desprendimientos de cemento y estructuras oxidadas". La situación era tal, que la Gerencia de Urbanismo llegó a advertir que "los daños que describe pudieran ser constitutivos de un estado patológico que aconsejen la clausura del campo".

A esto –ya de por sí grave- se unían las nuevas directrices europeas, que redujeron sensiblemente el número de entradas que podrían venderse en las tribunas de Gol Norte y Gol Sur en los partidos de la Recopa, competición que en aquel momento disputaba el club. Sólo 9.500, lo que obligó a que parte de los abonados en esas zonas hubieran de ubicarse en las de Preferencia y Fondo.

Unas razones suficientemente convincentes a las que, además, debía sumarse la nueva normativa plasmada en un Real Decreto, en virtud de la cual todas las localidades en los campos de los clubes de Primera y Segunda División deberían ser de asiento. Algo que, inexorablemente, habría de estar en vigor al inicio de la campaña 1998-99.

Así las cosas, el 21 de octubre de 1997, tuvo lugar el acto protocolario de la firma del encargo del proyecto del Nuevo Villamarín, que sería dirigido por el arquitecto sevillano Antonio González Cordón, ganador del concurso de ideas que se había hecho al efecto. El presidente bético, Ruiz de Lopera, entregó 210 millones a cuenta para su construcción y afirmó que "será un estadio totalmente nuevo, tirándose hasta la última piedra del actual".

Según se contaba, el Nuevo Villamarín sería de los más modernos de Europa, cubierto, y con una capacidad de 65.000 a 70.000 espectadores, todos ellos sentados. Tardaría tres años en construirse y su coste total rondaría los siete mil millones de pesetas.

Lopera afirmó que ya contaba con la licencia de derribo, pero que no obstante iba a esperar hasta el 13 o el 14 de abril de 1998 para que comenzara a tirarse el Gol Norte y, una vez finalizada la Liga, se derribaría la Tribuna de Fondo. En este mismo orden se anunciaba que para septiembre de 1998 ya se hallaría listo el Gol Norte y un mes más tarde lo estaría la Tribuna de Fondo, por lo que a principios de la temporada 98-99 se continuaría con el Gol Sur, dejando la Tribuna de Preferencia para el final de esa campaña venidera.

Como estaba previsto, las primeras noticias ciertas debieron esperar hasta abril del 98. Al inicio de ese mes se anunció que las obras del nuevo estadio le habían sido adjudicadas a la empresa Agromán y se hizo especial hincapié en la necesidad de ejecutar el proyecto por fases, debido a que, por razones de ubicación de los socios, el club no podía desatender a sus aficionados dejándolos sin localidad. Por ello, se recalcó con mucho énfasis el carácter multifásico de la construcción del estadio.

El proyecto había cogido velocidad y el primer hito decisivo tuvo lugar en la misma noche del lunes 13 de Abril de 1998, al concluir el partido de Liga que enfrentó al Betis con el Sporting de Gijón. En ese momento comenzó el desmantelamiento de la grada de Gol Norte: marcador, focos, sistemas eléctricos, cafetería, nevería, etc..

Al día siguiente, martes 14 de Abril de 1998, a la una de la tarde y diez minutos, se procedió al derribo del Gol Norte. Comenzaba así, por tanto, la primera fase de demolición, que se prolongaría durante tres semanas.

Dicho acto levantó una gran expectación. Ante unas 3.000 personas que se habían dado cita desde una hora antes para contemplar el histórico momento, el demoledor Liebherr 954, bautizado popularmente como 'Diplodocus', comenzó a derribar aquellas gradas levantadas en la década de los setenta. Engalanada con dos banderas verdiblancas, esta demoledora excavadora, comenzó a darle dentelladas a la estructura de cemento de la puerta número 20.

El 25 de abril de 1998 el Betis volvió a jugar en casa, esta vez contra el Malllorca. El Gol Norte había desaparecido casi por completo y, por ello, esta zona fue tapada con una lona azul que le confería al estadio una visión insólita y singular. Una imagen que nunca olvidarán quienes estuvieron aquella noche en Heliópolis.

Máxime porque el partido venía en puntas. El Betis era octavo a cuatro puntos del tercero y eso tenía disgustada a la afición, que esperaba más de aquel equipo que había creado tantas expectativas. Un año antes había disputado la final de Copa y se había clasificado para la Recopa, pero la marcha de Lorenzo Serra seguía pesando demasiado. La afición recibió con afecto por su prestigio y su pasado a Luis Aragonés, su sustituto, pero, poco a poco, se fue distanciando del entrenador hasta crearse un clima de incomodidad que se hacía más patente que nunca en esos días.

El ambiente estaba enrarecido y así lo testimoniaba la pancarta que habían colgado en la tribuna de fondo y que decía: "Referéndum para que se vaya Aragonés. Te has cargado tres años". Toda una declaración de principios.

El partido lo dirige el árbitro cántabro Pérez Burrull y las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Prats; Otero, Solozábal, Olías (Cuéllar, m.78); Jaime, Márquez (Luis Fernández, m.69), Nadj, Fernando; Finidi, Oli, Jarni (Alfonso, m.50).

Real Mallorca: Roa; Olaizona, Iván Rocha, Iván Campo, Mena, Romero; Escurza, Carreras, Soler; Moya (Stankovic, m.87) y Gálvez (Monchu, m.75).

Los baleares abren el marcador a la media hora con un gol de Romero y el campo empieza a ser un clamor. En el descanso, el ambiente parece irrespirable. A los cinco minutos de la continuación entra Alfonso al campo en sustitución de Jarni. Y cambia el partido. El Betis se anima y cerca la puerta bermellona. Al poco llega el golazo de Olías (tiro desde fuera del área) que empata el partido. El Mallorca, que tres días después disputa la final de Copa contra el Barcelona, se deja dominar, aunque contragolpea con peligro.

Entonces sobreviene una incomprensible acción de Fernando Sánchez. Agrede a un contrario y es expulsado. Un serio contratiempo. Así se llega a los últimos compases del partido. Hasta que en el minuto 88 el Betis bota un córner y, tras el rechace, Alfonso la clava en la red. En la portería del toldo azul, como todos los goles anteriores.

La alegría es inmensa, pero Luis está muy dolido. Inmensamente. Y así lo dice en la sala de prensa: "Al beticismo no lo entiendo, porque yo no le he hecho nada. Y si las cosas van a seguir así, mejor que me vaya".

Sin embargo, las cosas con Luis no mejoraron ni aunque el equipo se clasificó para la Uefa y el técnico acabó yéndose precipitadamente al inicio de la temporada siguiente.

Con la lona azul se jugó otro partido contra el Racing de Santander y, poco a poco, fue avanzando una obra que, como todo el mundo conoce, se quedó a la mitad.

Hasta junio de 2016 en que fue derribado el Gol Sur. Y durante una campaña volvió a colocarse otra lona en Heliópolis. Esta vez en tonos verdes, con motivos que recordaban a la afición y con un escudo y una camiseta del Betis.