Enrique Morán hace el gol del triunfo bético en Vallecas en enero de 1980.

HISTORIA | Una segunda vuelta inolvidable

Una victoria ante el Rayo en Vallecas dio inicio en 1980 a una espectacular racha del Real Betis, que de estar en posición de descenso pasó a terminar quinto en la clasificación

Por Manolo Rodríguez

 

La segunda vuelta del Real Betis en la temporada 1979-80 fue verdaderamente sensacional. Con números de campeón de Liga. Una extraordinaria remontada que lo llevó de la zona de descenso al quinto puesto de la clasificación.

El Betis ganó todos los partidos de casa, arrancó puntos en los campos del Real Madrid y de la Real Sociedad (los dos equipos que se disputaron el título) y, sobre todo, firmó en Heliópolis aquella imponente goleada por 4-0 ante el eterno rival.

El comienzo de la escalada llegó precisamente en Vallecas una fría mañana de enero. Allí se presentó el Betis con apenas 12 puntos y cuatro negativos. Penúltimo en la tabla y acosado por los miedos, a pesar de que la última salida se había saldado con un meritorio empate en Valencia. Había preocupación y era normal.

Morán y Oliveira, los dos grandes fichajes de principio de temporada, apenas había hecho un gol por cabeza en toda la primera vuelta y, junto a eso, tampoco el cambio de entrenador parecía estar produciendo el efecto deseado, a pesar de que Carriega había sustituido a León Lasa cuando sólo se llevaban jugadas dos jornadas.

Así estaban las cosas aquel 27 de enero de 1980 cuando el Real Betis visitó al Rayo Vallecano. En la confianza de que cambiaran las cosas. Para ello, Carriega sacó un equipo muy equilibrado en el mediocampo y con la innovación táctica de jugar con un falso delantero centro (López llevó el nueve) que, al retrasarse, le diera más claridad en el ataque al rapidísimo Enrique Morán.

Las cosas funcionaron como estaba previsto y el Betis fue mejor de principio a fin. Sólo faltaba el gol que ajusticiara la victoria y ese llegó apenas iniciada la segunda parte. Un centro raso y tenso de Bizcocho lo remachó Morán desde cerca. El gol del triunfo.

Aquel partido lo arbitró el catalán Enríquez Negreira y los equipos salieron con las siguientes alineaciones:

Rayo Vallecano: Mora; Anero, Tanco, Uceda (Luna, m.45), Rocamora; Mariano, Robles, Marián; Salazar (Clares, m.70), Morena y Alvarito.    

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Peruena, Gordillo; Pozo (Hugo Cabezas, m.54), López (López, m.88), Alabanda, Cardeñosa; Benítez y Morán.

El gran espectáculo de la mañana lo ofreció, sin duda, la afición del Real Betis. Como ha ocurrido siempre. En los graderíos se dieron cita más de cinco mil béticos que no dejaron de animar ni un solo momento. Una demostración de fervor sobre la que hablaron los jugadores béticos en la caseta. De ellos dijo Morán: "la afición del Betis es increíble, nunca conocí ninguna igual".

Carriega, por su parte, se mostró exultante y los futbolistas, también. Volvía el optimismo jaleado por los titulares de los periódicos. "Los verdiblancos, arrollaron", tituló el ABC; "El Betis arrasó en Vallecas", publicó El Correo de Andalucía.

Los medios madrileños también fueron generosos en sus apreciaciones. El "Marca" titulaba a ocho columnas: "Soberana lección del Betis", agregando que "de principio a fin llevó todo el peso del partido y mereció más goles". Por su parte, el diario "AS" titulaba categóricamente: "Festival verdiblanco en Vallecas, resaltando asimismo que "el Betis, con hechuras de campeonísimo, desperdició media docena de goles".

Hasta el entrenador del Rayo Vallecano, el uruguayo Héctor Núñez, se deshizo en elogios con los verdiblancos. Reconoció que el Betis ganó con toda justicia, "ya que ha jugado un partido muy completo. Ha sido capaz de desdoblarse, de buscar el marco contrario y, además, esta mañana se ha encontrado a una amplia colonia que lo ha animado y lo ha empujado al triunfo". La fuerza de los béticos.

Tras aquella derrota, a Héctor Núñez lo cesaron y el banquillo rayista lo ocupó el veterano Rafael Iriondo, el conductor del Betis mitológico que ganó la Copa de 1977 y quien volvería a Heliópolis un año más tarde para ocupar el hueco dejado por Luis Aragonés. 

Unánimemente se consideró que el mejor de los verdiblancos en Vallecas había sido Enrique Morán. Y lo fue. Pero no sólo ese día, sino en todo lo que vino detrás. El prodigioso extremo asturiano marcó hasta trece goles en la segunda vuelta y se convirtió en el mascarón de proa de aquel formidable resurgir del Betis.

Tras la victoria ante el Rayo, los verdiblancos encadenaron ocho jornadas sin perder y eso los proyectó a los puestos altos de la tabla. En el Bernabéu cuajaron un partido extraordinario que algún día deberemos referir con más detalle y en Atocha arrancaron un valioso empate a cero que más tarde se vio salpicado por la polémica, ya que la Federación Española acabó probando que los jugadores béticos habían cobrado una prima a terceros que les pagó el Real Madrid. También alguna vez intentaremos ocuparnos de esto.  

En el Villamarín se sumaron hasta nueve victorias consecutivas (Barcelona, Zaragoza, Espanyol, Salamanca, Hércules, Burgos, Sevilla, Las Palmas y Valencia), marcando 22 goles y encajando sólo 2. Una barbaridad que le llevó al quinto puesto de la clasificación con 36 puntos y dos positivos. El Betis llegó a los 24 puntos en la segunda vuelta, sólo por detrás del Real Madrid (campeón de Liga), que hizo 27 y de la Real Sociedad, que anotó 26. Números para haber sido tercero en la Liga con algo de mayor regularidad en el primer tramo del campeonato.

Aquellos meses tan brillantes reforzaron a todos los miembros de la plantilla (incluso Cardeñosa volvió a la selección para jugar la Eurocopa de Italia junto con Rafael Gordillo), pero, sobre todo, elevaron a los altares a Luis Carriega, el técnico que había obrado aquel milagro. Un entrenador fichado por el Betis poco después de que hubiera abandonado el banquillo del eterno rival y que vivió con enorme tensión ese abrupto cambio de acera que tanto significa en la ciudad.

La lástima fue que no pudiera meterse en Europa por mor de la reglamentación del momento. El quinto no tenía opción a nada. Se soñó durante un tiempo con que la final de Copa de ese año 1980 la hubiesen jugado el Real Madrid (campeón de Liga y, por tanto, clasificado para la Copa de Europa) y el Sporting de Gijón (ya clasificado para la Uefa como tercero en la Liga), y que de ese modo (fuese cual fuese el resultado) los asturianos hubieran sido los representantes españoles en la Recopa, dejando una plaza libre en dicho torneo Uefa.

Pero no se dio. Contra todo pronóstico, el Castilla, filial del Real Madrid, eliminó al Sporting en la semifinal y aquello le hizo un daño irreparable al Betis. La final la ganó el Real Madrid por 6-1. Al año siguiente, la Federación prohibió a los filiales jugar la Copa del Rey.

La memorable segunda vuelta de la temporada 1979-80 sigue en el recuerdo de los béticos. Fue extraordinario todo lo que ocurrió tras ganarle al Rayo. Por cierto, que aquel partido en Vallecas empezó a jugarse a las 11,30 de la mañana. Una hora conocida.

Vamos a ver si entramos con buen pie en esta novedad del fútbol a la hora del almuerzo.