Ricardo Oliveira en el momento de hacer el segundo gol verdiblanco. Una genialidad que llevó al Real Betis a la Champions.

HISTORIA | La magia de Ricardo Oliveira

La estelar actuación del brasileño en Mónaco es, sin duda, el mejor recuerdo de las cinco visitas del Real Betis a equipos de la liga francesa en competición europea

Por Manolo Rodríguez

 

La primera vez que el Real Betis salió de Sevilla para disputar un partido de competición europea fue a Francia. A París, la ciudad de la luz. En 1964. Una hermosa aventura donde todo era nuevo, virginal, iniciático. Hacía apenas seis años que los béticos habían vuelto de las catacumbas y cada nuevo paso en la élite se saboreaba con una satisfacción desconocida. Como un sueño que, por fin, estaba a su alcance.

Quizá por ello, los aficionados que acompañaron al equipo vivieron con intensidad cada momento. Hay fotos entrañables de Benito Villamarín en los jardines de Versalles rodeado de muchos de esos béticos que no quisieron perderse este primer viaje al continente. Todos felices y sonrientes.

Deportivamente, las cosas no fueron demasiado bien, pero significaron un principio. El Betis perdió 2-0 en el Parque de los Príncipes contra el Stade Français y ahí terminó su breve paso por la Copa de Ciudades en Feria. Quizá el mejor recuerdo que le queda a los jugadores verdiblancos de aquella eliminatoria es el regalo con que los obsequió su rival parisino: unos bellos gemelos dorados con los colores del club francés en rojo y azul.

Desde aquella primera vez el Real Betis ha vuelto a enfrentarse contra equipos de la liga francesa en cuatro ocasiones más. Tres veces en la Copa de la UEFA y una en la fase previa de la Liga de Campeones. No ganó nunca y de ahí la confianza en que esta semana pueda llegar en Rennes la primera victoria en el país galo.

En 1995, jugándose los octavos de final de la Copa de la UEFA, el Real Betis acudió a Burdeos con muchas ilusiones y también con muchas bajas. Ya había dejado en la cuneta al Fenerbahce turco y al Kaiserlautern alemán y parecía favorito en la ronda contra el Girondins. Pero la ida en Aquitania se dio muy mal. Perdió 2-0 y se complicó la eliminatoria.

Peor fueron las cosas en 2002. Esta vez en Auxerre, en tierras de Borgoña. El Betis visitó el estadio Abbé-Deschamps con la ventaja de un gol del partido de ida, pero cayó por 2-0 en una noche desafortunada. La imagen no fue buena e incluso resultó raro ver a los béticos vestidos de negro riguroso. Ahí acabó su paso por la competición en la que, previamente, se había deshecho del Zimbru Chisinau moldavo y del Viktoria Zizkov búlgaro.

La última vez que el Real Betis jugó en Francia un partido de la competición continental (ya en el formato de la UEFA Europa League) fue 28 de noviembre de 2013. Contra el Olympique de Lyon en el estadio Gerland. Perdió por 1-0, pero se clasificó para la siguiente ronda al terminar segundo de su grupo, por delante del Vitoria Guimaraes portugués y del Rijeka croata. Esa fría noche debutó con la camiseta del Real Betis el joven José Luis Vidal Romero (conocido como Pepelu), un prometedor futbolista entonces, que estuvo en el campo un cuarto de hora largo.

En este recuento de visitas, lo mejor, sin duda, se vivió en Mónaco el 23 de agosto de 2005, esa noche mágica en que el Real Betis se convirtió en el primer equipo de la ciudad de Sevilla que se hacía acreedor a disputar la Champions League, la máxima competición del fútbol continental.

Algo excepcional que fue posible gracias al empate a dos contra el Mónaco en el segundo partido de la eliminatoria de clasificación previa. El Real Betis había ganado en Heliópolis por 1-0 (gol de Edu) y la vuelta en el estadio Luis II se presentaba llena de incertidumbre y emociones. Como una experiencia apasionante.

El partido lo dirigió el árbitro eslovaco Lubos Michel y las alineaciones fueron las siguientes:

Mónaco: Warmuz; Maicon, Squillaci, Modesto, Evra; Gerard, Bernardi, Meriem (Maoulida m.62), Sorlin (Gigliotti, m.82); Kapo y Adebayor.

Real Betis: Doblas; Melli, Juanito, Rivas, Luis Fernández; Assuncao, Rivera (Miguel Angel, m.76); Joaquín (Varela, m.56), Edu, Xisco (Nano, m.56); y Oliveira.

El héroe de la noche fue el brasileño Ricardo Oliveira, que abrió el tanteo con un poderoso cabezazo a los 16 minutos de partido. El Mónaco empató a los 33 y muy poco después se señaló penalti contra el Betis. Lo lanzó Meriem y lo detuvo Doblas. Antes aún de llegarse al descanso, Juanito despejó épicamente de cabeza un balón bajo los palos. Sufrimiento constante.

En la segunda parte, las cosas siguieron por los mismos derroteros. Desaforado ataque monegasco que puso el 2-1 en el marcador a los 61 minutos. Fue entonces, llegada esa situación límite, cuando Oliveira firmó una obra de arte que recordará el beticismo para siempre.

Corría el minuto 76. El brasileño agarró un balón en el medio campo, dejó atrás a su marcador y se acercó al área. Lo abordaron dos zagueros franceses a los que superó por velocidad y potencia y cuando el portero Warmuz iniciaba la salida lo batió con un tiro durísimo por alto. Era el gol que metía al Real Betis en el torneo más grande.

Como es natural, la gesta de Mónaco inundó los medios informativos al día siguiente. Elogios para ese gran Betis que había conseguido la clasificación para la Champions.

En 'Diario de Sevilla' Luis Carlos Peris tituló su crónica: "Sangre, sudor y Champions", mientras que en la portada del cuadernillo de deportes se podía leer un expresivo: "Gracias", dirigido a Oliveira.

Por su parte, la crónica del diario ABC de Sevilla, firmada por Gerardo Torres, llevaba por título: "Oliveira metió al Betis entre los 32 grandes de Europa". Y abriendo las páginas de deportes se decía de modo elocuente: "Hagan sitio, grandes de Europa, que llega el Betis", ilustrando tan significativa afirmación con una gran foto en la que se podía ver la culminación del segundo gol obtenido por el brasileño.

Por último, 'El Correo de Andalucía', con firma de Pepe Elías, titulaba: "Oliveira hace saltar la banca en Mónaco", destacando que unos 300 aficionados se hicieron notar en el campo y no cesaron de apoyar a su equipo.

Esa noche, en Sevilla, los béticos volvieron a la Plaza Nueva para prolongar la fiesta que en los meses anteriores había provocado el título de Copa y la cuarta plaza liguera.