Gastón Casas en el momento de recibir la entrada de Gerard López en el Camp Nou. La lesión que marcó su carrera. (Foto Manquepierda).

HISTORIA | La lesión de Gastón Casas

El delantero argentino vio frenada su carrera a finales de octubre de 2001 cuando iba camino de erigirse en el primer gran goleador verdiblanco del siglo XXI.

Por Manolo Rodríguez

 

Las lesiones de los jugadores forman parte del paisaje del fútbol. Una incertidumbre con la que viven a diario los futbolistas profesionales, los clubes que les pagan y los aficionados que mantienen viva la llama del sentimiento.

Algo habitual que en las más de las ocasiones se sustancia en unas pocas semanas, aunque a veces sobreviene la desgracia de una lesión grave, que no sólo afecta decisivamente a la carrera del futbolista, sino que también deja tiritando al Betis.

Y esto fue lo que ocurrió un 27 de octubre de 2001. Hace ahora 18 años. El día que se lesionó Gastón Casas. El delantero argentino que ya se había convertido en héroe para los béticos y que iba camino de erigirse en el primer gran goleador verdiblanco del siglo XXI.

Pero todo se truncó para mal en los últimos e intrascendentes compases de un partido en el Camp Nou. El Betis perdía con claridad ante el FC Barcelona cuando ocurrió el infortunio. Era la jornada 10. En el minuto 87.

Gastón Casas recibió un balón en el borde del área y, al perfilarse para chutar, recibió la entrada por detrás de Gerard López. Cayó al suelo hecho un ovillo y el árbitro no pitó ni falta. Es más, el colegiado Daudén se acercó a él y le dijo que se levantara.

Sin embargo, no estaba en su mano levantarse. Tenía roto el peroné y acababa de írsele de las manos la temporada. Una colosal desgracia.

Una fatalidad imponente que no sólo afligió al jugador, sino que condicionó el resto de la campaña. Algo natural si se tiene en cuenta que desde el inicio de la Liga Gastón Casas había marcado cuatro goles, dos de ellos al Málaga, uno al Espanyol y otro al Real Madrid.

Una inercia anotadora que ya venía del año anterior y, muy particularmente, del partido del ascenso en Jaén en junio de 2001. Esa tarde agónica en la que los dos tantos del triunfo y de la apoteosis los había hecho el argentino.

El que abrió el marcador, apenas a los dos minutos. Prats sacó de puerta muy largo; el balón lo ganó Amato por alto y cuando llegaba al borde del área lo tocó, también de cabeza, Joaquín. Ya en la zona de peligro, Gastón Casas lo dejó botar, lo protegió y empalmó un imponente zurdazo raso.

Y el segundo, en el minuto 71. Quizá cuando más apretaba el rival y más inquieto estaba el Betis. Fue una gran jugada colectiva que inició Capi en el mediocampo. Se la abrió a Luis Fernández y éste jugó con Amato, caído a la banda izquierda. Tras amortiguarla con el pecho se la puso a Casas en el borde del área, para que este definiera como un "matador". La controló con la pierna izquierda y soltó un seco disparo por alto.

Aquellos dos goles y su imagen a hombros de los aficionados, con la melena al viento y únicamente en calzoncillos, lo erigieron en el icono que simbolizaba el retorno del Real Betis a la Primera División del fútbol español. Su consagración definitiva después de una temporada que tuvo lo mismo luces que sombras.

Gastón Casas había fichado por el Real Betis en septiembre de 2000. Con la Liga empezada y en compañía de Gaby Amato, otro goleador de referencia. Se le consideraba "la joya de la corona" y venía avalado por sus 32 goles en 34 partidos en el campeonato argentino. Un emergente delantero que militaba en Huracán y sólo tenía 22 años. "La mayor promesa actual del fútbol de Argentina", según fue presentado. 

Las negociaciones fueron duras y su precio, alto. Más de 1.300 millones, informó el Betis, entre una cosa y otra. Le apodaban "El Facha" y la afición se ilusionó con un futbolista de su porte. El problema sería que su "transfer" se retrasaría más de la cuenta y esto impediría su entrada en el equipo hasta la quinta jornada.

Debutó en un partido contra el Atlético de Madrid y marcó de cabeza a la salida de un córner. Pero no terminó de congeniar con el entrenador Fernando Vázquez, al que definió como "muy conservador". Esos desencuentros tácticos y una expulsión en Huelva lo condenaron al banquillo.

Así estuvieron las cosas hasta que a Vázquez lo sustituyó el "sabio" Luis del Sol. Y con la confianza del viejo mito todo fue distinto. El argentino se ganó la titularidad y la verdad es que la delantera ganó con su presencia. Fue, sin duda, su rampa de lanzamiento hacia el estrellato en el tramo final de la temporada.

Su mejor momento llegó en abril, en un partido contra el Lérida. Gastón Casas anotó un par de dianas y fue la figura del choque. Y, como es natural, entre la afición surgió de manera inevitable el debate: ¿O Luis del Sol había cambiado a Casas como de la noche al día o el anterior técnico estaba rotundamente equivocado? Porque si Casas fue siempre como se estaba mostrando en las últimas jornadas, no tenía sentido el ostracismo al que había sido sometido. Gente de ese nivel no sobra nunca.

Esa temporada la cerró con 11 goles. Una excelente marca habida cuenta de que sólo había salido de titular en trece partidos.

Y con ese mismo aire arrancó la siguiente. Hizo goles en pretemporada, fue decisivo en las primeras jornadas en la máxima categoría y la gente lo adoraba. Hasta que llegó la lesión, la grave lesión de Barcelona que lo tuvo más de seis meses en el dique seco y que quizá cortó de raíz la brillante progresión de un futbolista que lo tenía todo por delante con apenas 23 años.

Ocurrió además que, tras su baja, el entrenador de entonces, Juande Ramos, pidió reiteradamente que le ficharan otro delantero que cubriera su enorme ausencia. Pero nunca se lo trajeron y eso tensó las relaciones entre el técnico y la propiedad del club. Un desacuerdo que tuvo mucho que ver con la ruptura final entre ambas partes. Otro daño colateral de aquel desgraciado lance en el Camp Nou.

Tras su lesión, el futbolista recibió el consuelo general y fue ampliamente fotografiado con la pierna enyesada. Pero nunca tuvo contacto con el jugador del Barcelona que realizó la entrada que le rompió el peroné. Según ha confesado el propio Gastón Casas: "Él dijo que me había llamado para disculparse, pero no fue así. Fui a decirle que diera la cara y dijese la verdad, pero nunca se disculpó y yo casi no vuelvo a jugar".

En su última temporada en el Real Betis, la 2003-04, el delantero argentino jugó 29 partidos, aunque sólo 2 de ellos completos. Entraba y salía y únicamente marcó 1 gol en la Liga, aunque sí que hizo otros 5 entre la Copa del Rey y la Copa de la UEFA.

Más tarde, pasó por el Recreativo, Elche, Cádiz y Córdoba, tuvo una breve aventura en Grecia y, de vuelta en Argentina, militó en Gimnasia y Esgrima La Plata, Defensores de Belgrano, Talleres de Remedios de Escalada y Argentino de Quilmes.

Allá donde fue hizo goles, porque estaba en su naturaleza, pero nunca sabremos cuál hubiera sido su techo en Heliópolis de no haberse producido aquel infausto lance en el campo del Barcelona.

La desgracia que sucedió un 27 de octubre de 2001. El día que se lesionó Gastón Casas.