Toni Doblas corre alborozado para abrazarse con Joaquín tras haber ganado la tanda de penaltis en San Mamés. Otra gran noche de aquel portero que había debutado en Getafe.

HISTORIA | La aparición estelar de Toni D.

Forzado por las circunstancias, Serra hizo debutar en Getafe al portero Doblas, quien en esa campaña 2004-05 se convertiría en titular indiscutible y en campeón de Copa

Por Manolo Rodríguez

 

A mediados de octubre de 2004 visitó Heliópolis el Real Madrid. Séptima jornada del campeonato. Buen partido que acaba con empate a uno. Goles brasileños de Ricardo Oliveira y Ronaldo Nazario. Cuando se juega la segunda parte, Zidane le da un tremendo golpe en la rodilla derecha a Toni Prats. Le clava los tacos. El portero verdiblanco queda renqueante, pero no abandona el campo. Aguanta hasta el final e incluso le hace un paradón al propio Zidane en los minutos finales.

A la semana siguiente se confirma que la lesión es grave, tanto que Prats estará más de tres meses sin volver a los entrenamientos. La herida le provoca unas complicaciones que incluso van a requerir una pequeña cirugía.

Al entrenador Lorenzo Serra se le plantea entonces un problema grave, ya que por esas fechas también está lesionado el guardameta suplente Koke Contreras, que sufre una microrrotura fibrilar. Así pues, sólo puede contar con el tercer portero para el inmediato desplazamiento a Getafe. Ese tercer portero es el canterano Toni Doblas, quien ya ha sido suplente de Prats en cinco partidos.

Doblas tiene 24 años, estudia periodismo, y ha hecho toda su carrera en los escalafones inferiores del Real Betis. Dos veces campeón de la Copa de España con el equipo juvenil, titular indiscutible en el Betis B durante tres campañas, la última temporada estuvo cedido en el Xerez Deportivo. Se le considera un portero de futuro y por ello meses antes se le ha ampliado su contrato hasta el año 2010. Lorenzo Serra confía en él y le ha pedido que permanezca en la plantilla.

El 24 de octubre de 2004 debuta con el primer equipo del Real Betis en el Coliseum Alfonso Pérez. Un partido que se considera trascendente por la enorme cantidad de lesionados y tocados que arrastran los verdiblancos y porque a esas alturas de competición los béticos aún no han llegado todavía ni a la mitad de la tabla. Y ya se reclama el salto de calidad que acabarían dando.

Pero en Getafe todo sale como lo ha previsto Serra. El Betis contiene con eficacia a los azulones y les hace dos goles en momentos claves. El primero, de Rivas, apenas iniciarse la segunda parte y el segundo, de Oliveira, tras una jugada imponente de Joaquín.

Arbitra el colegiado asturiano Mejuto González y las alineaciones son las siguientes:

Getafe CF: Sánchez Broto, Pernía, Nano, Amaya, Yangüas (Yordi, m.74); Mario Cotelo (Gallardo, m.65), Gabi, Diego Rivas, Vivar Dorado (Craioveanu, m.56); Riki y Pachón.

Real Betis: Doblas; Varela, Lembo, Rivas, Tais; Benjamín (Assunçao, m.39), Cañas (Arzu, m.59): Joaquín, Fernando, Edú (Capi, m.66); y Oliveira.

Toni Doblas está impecable. Sin grandes alardes, su actuación se califica como muy buena.

Mucho mejor está tres días más tarde en Alcalá de Guadaíra, en el partido de la primera eliminatoria de Copa. Sobre un barrizal, el Real Betis se estrella una y otra vez contra el muro defensivo local y no consigue abrir el marcador. A ratos se teme lo peor. Incluso Fernando falla un máximo castigo en el tiempo de prórroga y Doblas conjura alguna acción clara en su portería.

El 0-0 final lleva a la tanda de penaltis. Y Toni Doblas para el lanzamiento que clasifica al Betis. La afición lo eleva a los altares y él le dedica el éxito a su maestro José Ramón Esnaola. El principio no ha podido ser mejor.

A partir de ahí, se afianza como titular indiscutible. Lo encumbra un paradón en Albacete que vale un punto y su llegada a la portería coincide con la remontada del equipo hasta los puestos más altos de la clasificación. Su jersey color naranja, sus medias blancas, su número 30 y su curioso nombre a la espalda: 'Toni D.' se convierten en una referencia para los béticos.

Es el dueño del marco y sólo estará ausente cuando Lorenzo Serra decida rotar, algo que únicamente ocurre en las eliminatorias coperas contra el Mirandés y la Gramenet, que las juega Contreras. Pero volverá en las semifinales contra el Athletic de Bilbao y provocará que se hagan todas las gestiones precisas para que pueda estar en la final contra Osasuna después de haber sufrido la picadura de una araña.

En Liga, sólo estará ausente en los dos partidos finales. Los que Serra le concede a Antonio Prats para que se despida del Villamarín (contra el Zaragoza) tras nueve años de reinado en la portería  y para que viva desde la hierba el partido decisivo en Mallorca que clasifica al Betis para la Champions League.

Todo lo demás lo jugará Toni Doblas, un muchacho sonriente que dejará para la posteridad paradas inverosímiles y momentos que ya le pertenecen a la historia. Sobre todo, aquella mitificada tanda de penaltis en San Mamés y sus formidables intervenciones a los lanzamientos de Del Horno y Ezquerro.

Su estilo no fue nunca convencional, pero tampoco heterodoxo. Ágil de movimientos bajo los palos y efectivo en las pelotas aéreas. Intuitivo en los penaltis. Siempre alegre, desenvuelto, transmitiendo optimismo y una naturalidad que aún lo acercaba más al gusto del público. Y con un radical discurso bético que elevaba los corazones de los aficionados.

Rara vez había ocurrido que se convirtiera en titular indiscutible un tercer portero llegado a la titularidad por las lesiones de sus compañeros, pero en este caso pasó. Y por ello, desde aquel primer día en Getafe disputó entre Liga y Copa 33 encuentros más en los que nunca jamás provocó dudas ni desasosiegos. Como si hubiera estado ahí toda la vida.

Pasados los años, vistos los acontecimientos con perspectiva, resulta indudable que su aparición fue estelar y deslumbrante. Extraordinaria. Como lo fue el éxito final al ganar con el Real Betis la Copa del Rey. La gesta de aquel 11 de junio de 2005 que vive en el corazón de los aficionados. Esa noche en que, entre llantos y emociones, dijo: "Para mí es un orgullo como bético haber colaborado en esta alegría".

Y aún le quedaban muchas cosas por vivir en las dos temporadas venideras, con hitos cumbres como la hazaña de Mónaco o la tarde dramática de Santander.

Curiosamente, su último partido como portero del Real Betis también fue en Getafe.