Marcel Domingo, con los brazos cruzados, en el banquillo del Camp Nou, flanqueado por Vicente Montiel y Pedro Buenaventura. También se puede ver en la foto al utillero Alberto Tenorio y a los suplentes Salva y Romo.

HISTORIA | El último servicio de Marcel Domingo

El entrenador francés, aunque ya sabía que no seguiría en el cargo, dirigió al Real Betis en el primer enfrentamiento verdiblanco contra el fútbol de Bulgaria en junio de 1983

Por Manolo Rodríguez 

El Real Betis se estrena este próximo jueves en Bulgaria, un país que al que no ha ido nunca. Pero el fútbol búlgaro sí que ha venido a España a medirse con los verdiblancos. Ocurrió recientemente con la visita a Heliópolis del Ludogorest y, bastante antes, con un partido que ya cumple casi 40 años. Un duelo que enfrentó al Real Betis con la selección nacional de Bulgaria en el marco del Trofeo Ibérico que entonces se disputaba en Badajoz. 

Aquello ocurrió a mediados del mes de junio de 1983. Acababa de terminar la temporada y antes de que los futbolistas se fueran de vacaciones el Betis atendió algunos compromisos postreros que le ayudaran a recaudar un dinero siempre necesario. Eso lo llevó a tierras extremeñas a participar en un torneo triangular cuyo cartel completaban la selección de Bulgaria y el equipo local, el Badajoz, entonces en Segunda B. 

Las semanas previas habían sido muy agitadas en el seno del club. El 7 de junio hubo elecciones a la presidencia y en ellas se impuso el abogado Gerardo Martínez Retamero. El nuevo mandatario empezó a tomar medidas enseguida y el 12 de junio anunció la contratación de Pepe Alzate como nuevo entrenador. Una decisión que le ponía punto y final al paso por el banquillo bético del francés Marcel Domingo, el técnico que había dirigido al equipo desde el mes de diciembre del año anterior, cuando llegó al Villamarín para sustituir al cesado Antal Dunai. 

Algo que quizá pudo extrañar, ya que Marcel había cumplido con creces los objetivos que se le marcaron. Tomó al equipo muy mal clasificado y lo salvó con holgura. Mantuvo una cordial relación con el vestuario y firmó dos momentos de prestigio para la entidad. 

El primero de ellos con un empate en el Camp Nou de Barcelona la noche que reapareció Maradona, quien llevaba meses alejado de los terrenos de juego a causa de una hepatitis C. Una larga ausencia que hizo correr un torrente de comentarios y que, modernamente, se ha conocido que no fue provocada por una inflamación del hígado, sino por una enfermedad de transmisión sexual. 

En ese mismo partido debutó en el banquillo barcelonista César Luis Menotti, el técnico campeón del mundo con Argentina en 1978, y cuando todo estaba servido para un gran acto de exaltación culé el Betis empató a uno con gol de Parra. Una igualada que el periodismo dio por justa y que provocó que Marcel Domingo, fiel a su estilo volcánico y casi mitinero, declarara: "Les dimos una lección porque tengo el mejor equipo de España". Una rotunda afirmación que complementó con otro comentario muy de su estilo: "Ni Schuster, ni Maradona, ni nada, el mejor es Parra". Y es que Parra era su auténtico ojito derecho. 

Después vino el 5-1 al Athletic de Bilbao que se proclamaría campeón de Liga, demostrando que Marcel sabía hacer su trabajo. Le sacó lo mejor a cada futbolista y en el último tramo de la temporada introdujo una variante táctica muy interesante: adelantó a Gordillo como carrilero por el costado zurdo y colocó en el lateral a Casado. Aquel Gordillo pletórico, aquel "vendaval del Polígono", era imparable en posiciones avanzadas cuando Cardeñosa se la ponía al espacio. Algo de lo que indudablemente se benefició Hipólito Rincón, quien esa temporada se alzó con el Trofeo Pichichi de máximo goleador. 

Su único y manifiesto lunar fue la Copa del Rey, donde un cúmulo de circunstancias llevaron al Betis a perder los dos partidos que lo enfrentó con el Sevilla en los octavos de final. Primero en Nervión, donde cayó por 2-0 en un partido insulso. Tres semanas después en Heliópolis, por idéntico resultado, después de pegar cinco balones en los postes y quedarse con nueve jugadores tras las expulsiones de Canito y Diarte. A Canito lo mandó el colegiado Urío Velázquez a la caseta por un absurdo rifirrafe en un saque de banda y a Diarte por una durísima entrada a un jugador sevillista. Tan dura, que el Comité de Competición le impuso tres meses de sanción y el "Lobo" ya sólo volvió para jugar un partido de la Copa de la Liga y los dos amistosos del trofeo en Badajoz. 

Pero fue quizá la agitación electoral y el deseo de los nuevos mandatarios de no aceptar hipoteca alguna las que impidieron la continuidad de Marcel Domingo, a pesar de que el francés pidió una y otra vez que le renovaran. Aguantó hasta el último momento y esa tenacidad le llevó a mantenerse en el cargo incluso cuando ya era público que no seguiría en el club. Por eso, su último y doloroso servicio al Real Betis fue dirigir al equipo en el Torneo Ibérico que cruzó los caminos verdiblancos con la selección de Bulgaria. 

Precisamente el partido entre el Real Betis y el combinado búlgaro fue el que abrió aquel trofeo que ese año cumplía su XVII edición. El campo de El Vivero registró una buena entrada y a las órdenes del colegiado castellano Fermín Sánchez Molina Soto las alineaciones fueron las siguientes: 

Real Betis: Salva; Diego, Alex, Carmelo, Gordillo; Ortega, Parra, Cardeñosa, Casado; Rincón y Diarte. 

Selección de Bulgaria: Vulov; Iliev (Stoev, m.70), Marinov, Markov, Mullednov; Kei, Iskrenov, Varnovov; Velohed, Ankrev y Tamev. 

El choque lo ganaron los búlgaros por 2-0, con sendos tantos del extremo zurdo Tamev en la primera parte, siendo expulsado Rincón a poco del final. Mejor el Betis en la continuación, pero sin gol para recortar la desventaja. 

Al día siguiente, sábado 18 de junio de 1983, fue la última vez que Marcel Domingo ofició como entrenador del Real Betis, despidiéndose con una victoria por 3-1 contra el Badajoz, en noche inspirada de Julio Cardeñosa que hizo dos tantos, uno de penalti y otro con el lanzamiento magistral de una falta desde el borde del área. El otro gol verdiblanco lo materializó Diarte, también, por cierto, su última diana con la camiseta del Betis. 

Tras aquel compromiso extremeño, Marcel Domingo se fue de Heliópolis sin ruido alguno para continuar una carrera que fue muy extensa y, por momentos, incluso brillante. En 1970 ganó una Liga con el Atlético de Madrid y llegó a dirigir hasta a otros 13 equipos: Espanyol, Las Palmas, Pontevedra, Córdoba, Granada, Málaga, Elche, Burgos, Valencia, Recreativo de Huelva, Real Betis, Mallorca y Hércules. 

Antes de sentarse en los banquillos fue un portero de éxito, que se proclamó 2 veces campeón de Liga con el Atlético de Madrid y que durante 4 temporadas defendió el marco del Espanyol de Barcelona, llamando siempre la atención por los vistosos chalecos (preferentemente amarillo fosforito) que lucía en los terrenos de juego. 

Peculiar en sus formas, de marcado acento francés y verbo agresivo, inmisericorde con los árbitros y el periodismo crítico, excelente actor cuando sabía que el mundo estaba pendiente de él, ya referimos que sus arrebatos de ira fueron todo un clásico del fútbol español en aquella época. Algo que en Heliópolis alcanzó su momento culminante a la conclusión de un Betis-Madrid, cuando Marcel se encaró con Juanito Gómez camino de los vestuarios y Antolín Ortega tuvo que taparle la boca para que la cosa no pasara a mayores. 

Marcel Domingo Algara, nacido en enero de 1924 en Salin-de-Giraud, desembocadura del río Ródano, en la Provenza francesa, nieto de emigrantes españoles, falleció en la localidad francesa de Arlés el 10 de diciembre de 2010, a los 86 años de edad. 

El primer entrenador del Real Betis que se enfrentó a una escuadra de Bulgaria, aunque ya, para entonces, supiera que su etapa en el Villamarín había concluido.