HISTORIA | El día que Esnaola conoció a Yashin

Se han cumplido 50 años del debut en el Real Betis del mejor portero de su historia, a quien le auguró un brillante futuro el único guardameta ganador del "Balón de Oro".

Por Manolo Rodríguez

La primera vez que José Ramón Esnaola jugó en el Benito Villamarín fue el 21 de agosto de 1973. Partido inaugural del Trofeo Ciudad de Sevilla de ese año. Los verdiblancos se enfrentan al Dinamo de Moscú, en un estadio lleno hasta rebosar. El partido comenzó vibrante y encendido, pero a los 32 minutos se hizo el silencio en Heliópolis. Esnaola se lanzó a los pies de un delantero ruso y los tacos del contario le abrieron una brecha en la frente de la que sangraba profusamente. Intentaron restañarle el corte, pero era demasiado profundo. No pudo seguir en el campo. 


Lo sustituye García Fernández y en el vestuario local le cosen la herida. No requiere ingreso hospitalario y lo trasladan al hotel Alcázar, donde se hospeda, para que descanse. Una vez allí, come algo y antes de retirarse a su habitación regresa la expedición del equipo moscovita, que también está alojada en el mismo establecimiento hotelero. Los rusos han ganado el encuentro por 0-1 y vienen felices.  


Pero hay un delegado de la expedición soviética que se dirige a Esnaola y se interesa por su estado. Ayudado por el intérprete, le dice que quiere hablar con él de portero a portero. Ese representante del Dinamo es, nada más y nada menos, que Lev Yashin, el más grande guardameta de todos los tiempos, según refieren los historiadores. "La Araña Negra", el único portero que ha ganado el "Balón de Oro". 


Lev Yashin es una leyenda y tenerlo tan cerca impresiona a Esnaola. No todos los días se cruza en tu vida ese imponente gigante ruso, el que jugó 4 mundiales, se proclamó campeón de la I Eurocopa de Naciones y fue el primer portero que usó guantes. El mito que detuvo más de 150 penaltis y se retiró a los 42 años en un partido homenaje que enfrentó a la selección de la URSS y a un combinado del resto del mundo en el que se alinearon algunos futbolistas tan extraordinarios como Bobby Charlton, el "Torpedo" Muller o el yugoslavo Djazic. 

Yashin hace un aparte con Esnaola y lo consuela diciéndole que él también ha sufrido hasta en tres ocasiones percances similares al vivido por el portero bético esa noche. Tres heridas de guerra, le dice. Como recuerdo de aquel encuentro le entrega una moneda rusa, un rublo, para que no olvide nunca la noche que se conocieron. Y, sobre todo, y más importante, le augura un brillante futuro. Le confiesa que es un excelente portero y que tendrá mucha suerte en el Real Betis. Después, se abrazan. 


Y a fe que Yashin no se equivocó aquella noche en el Hotel Alcázar. A partir de entonces, José Ramón Esnaola inició en Heliópolis una carrera prodigiosa que lo llevó a convertirse, sin ningún género de dudas, en el portero más grande que jamás se haya conocido en Heliópolis desde el principio de los tiempos. 


Esta temporada se están cumpliendo 50 años del debut de Esnaola en el marco verdiblanco y tan importante efeméride debe ser honrada con todo el orgullo que su nombre les transmite a los béticos. Un acontecimiento trascendental en la historia de la entidad que comenzó a escribirse el sábado 21 de julio de 1973, cuando quedó sellado en San Sebastián el acuerdo que lo vinculaba al Real Betis. 


José Ramón Esnaola tenía 27 años cumplidos y era consciente de que por detrás venían apretando dos porteros guipuzcoanos de enorme futuro: Pedro Artola y Javier Urruticoechea. Por ello, se planteó salir de Atocha y rentabilizar el último gran contrato de su vida. 


El Real Betis por su parte acababa de descender a Segunda. Un club lleno de historia y de grandeza que tenía la obligación ineludible de volver al sitio que por nombre le correspondía. Para conseguir ese objetivo, la directiva de Pepe Núñez estaba dispuesta a gastar lo que hiciera falta siempre que los futbolistas lo merecieran. Y el objetivo prioritario era un portero de plenas garantías. Así se lo encargaron a José María de la Concha, quien culminó enseguida una operación excelente, aunque cara.  


Por fin, el 24 de julio de 1973 el Betis anunció alborozadamente el fichaje de José Ramón Esnaola por 3 temporadas, a cambio de 12 millones de pesetas, la cifra más alta jamás pagada por el club verdiblanco en una contratación. 


La escenificación de la firma tuvo lugar el día 28, en un acto conjunto con otros varios de los fichajes béticos de ese verano, en concreto, con el también portero García Fernández y con los defensas Julio Iglesias y Jaime Sabaté. Todos posaron sonrientes en la antigua secretaría de Conde de Barajas y tanta importancia le dieron los medios nacionales a estos nuevos jugadores del equipo verdiblanco que aquella imagen mereció incluso ser foto de portada en el prestigioso, y muy leído, diario Marca. 


Esnaola se sumó enseguida a la expedición bética que acudió en los inicios de agosto a disputar el Trofeo Ciudad de La Línea y desde esa primera aparición ya dejó acreditado su carácter providencial. En la primera semifinal, contra el Eintrach de Frankfurt alemán, detuvo uno de los penaltis en la tanda definitiva y, al día siguiente, hizo lo propio contra Os Belenenses de Portugal, convirtiéndose en el gran artífice de que la imponente ensaladera que entregaban como premio acabara en las vitrinas del Real Betis. Trofeo, por cierto, que en fechas posteriores llegó a estar expuesto a la vista de los aficionados en diversos establecimientos comerciales de la ciudad, como "Artesanía Peralta" y El Corte Inglés. 


A continuación, Esnaola jugó contra Gerona, Calella y Figueras sendos partidos de pretemporada en la concentración realizada por la plantilla bética en la localidad gerundense de Sils, y el 21 de agosto, como ya ha quedado escrito, se presentó en el Villamarín en ese encuentro correspondiente al Trofeo Ciudad de Sevilla que no pudo acabar por mor del golpe recibido en la cabeza. 


A pesar de la alta cantidad desembolsada por el Real Betis en su fichaje, desde el principio quedó asumido que parecía un precio ajustado para un jugador de esa calidad. Una impresión que se fue haciendo cada vez más evidente a medida que transcurría su primera campaña en Heliópolis. Su debut oficial tuvo lugar el 1 de septiembre en Linares, en aquel curso feliz que retornó al equipo verdiblanco a la Primera División, y a partir de ahí ya lo jugó casi todo hasta el mismo día de su marcha.  


En total, 12 temporadas ininterrumpidas, en las que alcanzó la cifra récord de 460 partidos oficiales (sólo superados modernamente por Joaquín Sánchez), distribuidos en 5 competiciones: 378 en la Liga; 64 en la Copa; 6 en la Recopa de Europa; 8 en la Copa de la Liga y 4 en la Copa de la UEFA. Una leyenda que, con el paso del tiempo, se reveló, seguramente, como el mejor negocio que el Betis hizo nunca.  


Después, cuando abandonó la portería en 1985, se convirtió en formador de jóvenes, en entrenador del primer equipo, siempre en coyunturas muy difíciles, y, por último, en preparador de porteros. Así, hasta que en 2013 se retiró del fútbol y del Betis. 

Pero de donde no se retirará nunca José Ramón Esnaola es del corazón de los béticos. Siempre estará en ese rincón de los sentimientos en el que permanece eterna la llama de tantos días gloriosos, muy particularmente aquella final de Copa de 1977 en la que detuvo 3 penaltis y marcó el que le correspondió lanzar. 


Aún a día de hoy los béticos siguen emocionándose cuando tienen oportunidad de saludarlo y no hay una sola Peña Bética donde no esté colgada su foto, el cartel de su homenaje o alguna otra imagen relacionada con este portero sobrenatural que recibió por primera vez la ovación del Villamarín una cálida noche de agosto de 1973. Hace ya medio siglo. Cuando conoció a Yashin y "La Araña Negra" le auguró una brillante carrera en el Real Betis. Exactamente la que lo tiene en los Evangelios béticos.