Antonio Burgos, en el centro de la foto, entre José Rodríguez de la Borbolla y Gregorio Conejo, celebra con júbilo el ascenso bético de 1994.

HISTORIA | El Betis de Antonio Burgos

Recorrido sentimental por algunos de los textos que retratan el universo verdiblanco del periodista y escritor sevillano, nombre de culto en la ciudad, fallecido recientemente

Por Manolo Rodríguez



El pasado jueves 21 de diciembre, antes de que diera inicio el partido que enfrentó al Real Betis con el Girona, el estadio Benito Villamarín le guardó un emotivo minuto de silencio al periodista y escritor sevillano Antonio Burgos, fallecido el día anterior. Un nombre de culto en la ciudad que inspiró su vida y su obra y en la que durante décadas ofició como cronista oficioso y centinela de guardia. Un agudo observador de la compleja realidad hispalense, de sus personajes y circunstancias, y de todos los sevillanos modos que le dan sentido.


Quizá por eso, Antonio Burgos era bético. No podía ser otra cosa. Y así lo dejó dicho una y mil veces en su rica y variada producción periodística. Un bético hondo, como hondas deben ser las reflexiones que huyen de las frivolidades y los relatos banales. Un bético que reivindicaba la historia verdadera de los tiempos inmemoriales y que alcanzaba la cúspide de los sentimientos con el manquepierda que todo lo puede. El principio y el final de esta pasión que en el caso del Betis es mucho más que una afición al juego del fútbol.


El mismo día en que el remozado Heliópolis lo despedía para la posteridad, en el diario ABC, su casa madre, el periodista Mateo González publicaba un brillante artículo que titulaba: "La faceta bética de Antonio Burgos", en el que expresaba esta vinculación afectiva del escritor con las trece barras verdiblancas al afirmar que: "siempre llevó a gala su condición de bético y lo reflejó en numerosos artículos en su dilatada trayectoria. Empleó personajes, momentos concretos de la historia del club o simplemente anécdotas para dibujar su filosofía o su posición en determinados momentos clave para la entidad. Y cuando los resultados eran adversos, lo tenía claro: "Una cosa es la aritmética y otra es la magia del Betis". Eso es lo verdaderamente mágico: muchos dejamos de creer en la aritmética cuando el Betis está de por medio".


En este trabajo, Mateo González menciona diversos pronunciamientos de Burgos sobre el devenir bético a lo largo de los años, a los que también nosotros hemos querido sumar algunas otras manifestaciones que ya forman parte del acervo bético, de su mejor literatura y de ese rico patrimonio sentimental que sólo son capaces de inspirar símbolos universales como el Real Betis, leyendas tocadas por la gracia y eternas en su comprensión.


Porque lo primero que debe ser dicho es que Antonio Burgos, más allá de aspectos marcados por la coyuntura, supo expresar de manera precisa y portentosa el alma inmaterial del Real Betis, sus aparentes contradicciones y sus verdades más perecederas, su carácter imprevisible, su fuerza desatada, el vitalismo de sus aficionados, el parentesco con la historia de la ciudad y su imposible renuncia a esperar que el mañana fuera mejor que el hoy.

 

Más allá de la vida y de la muerte

 

Ya en 1973 vino a decir algo como lo siguiente: "Ser bético es algo que va más allá de la vida y de la muerte (?) Ser bético, según los seguidores del club nos demuestran cada día con sus hechos, implica una cosmografía, es sentirse inmerso en la filosofía del manquepierda, un vudú andaluz muy especial que rinde culto a la fatalidad y al éxito, a la esperanza y al desánimo, a la persona y a la colectividad y al verde, muy especialmente al color verde". 

 

Previamente a esto, en 1972, había publicado en la revista "Triunfo" un artículo titulado: "Sociología del manquepierda", donde revelaba el genuino carácter popular que sólo al Betis le pertenece, el que le permitió sobrevivir al "Infierno de Dante" (sic) de la Tercera, refiriendo que "tal era la pasión bética de aquellos años, que cuando volvieron en el (barco) "Semíramis" hacia los años cincuenta los prisioneros de la División Azul repatriados desde la Unión Soviética, en un reportaje publicado en la prensa local se decía que uno de ellos preguntó nada más bajar del tren: Oye, ¿sigue el Betis en Tercera?"

 

A este glosario de las características del pueblo bético, siempre marcado, para mal, por la falsa imagen de la "moneda lorquiana y tópica de un Betis fatalista, supersticioso, proletario, republicano y popularecho?", le oponía Burgos en este trabajo una expresiva anécdota que dejaba las cosas en su sitio. El siguiente sucedido: "En uno de los últimos ascensos, cuando la ciudad ofrecía una recepción oficial al equipo triunfante, un alcalde bético, el catedrático de Arte y ex rector don José Hernández Díaz, se dirigió a ellos desde el balcón del Ayuntamiento diciéndoles: Señores béticos:  Sí, he dicho señores béticos porque los béticos somos unos señores..."

 

Memorable fue su conocido y mítico recuadro "Real Betis Oité", publicado en ABC el 7 de julio de 1980, tras la mediación del club para desbloquear una huelga de la construcción que amenaza con retrasar las obras del estadio que se remozaba para el Mundial-82. Un artículo que desde entonces es texto de culto en la historiografía bética.

 

Comenzaba diciendo: "La Oité, o sea la OIT. Es la Organización Internacional del Trabajo, asunto de la ONU, y está en Ginebra. Mejor dicho: estaba. Estaba, porque me he enterado que la van a quitar de allí y la van a poner en la calle Conde de Barajas, secretaría del Betis, que ya no será Real Betis Balompié, sino Real Betis Oité".

 

Más adelante, Antonio Burgos proclamaba que "el Betis es un universo, un mundo, una forma de entender la vida, y esto se ha visto con la huelga de la construcción", añadiendo que "está visto y demostrado que el carnet del Betis prima sobre el carnet de Comisiones y sobre el carnet de Ugeté, sobre la Segunda Internacional y sobre la Tercera Internacional, sobre la Internacional del Dinero y sobre la Internacional del Capital". En resumen, como concluía, que: "Los béticos está visto que mueven el mundo?"

La mística de Rafael Gordillo

 

Del Betis de la década de los 80 lo cautivó asimismo la mística de ese niño de barrio que fue Rafael Gordillo, preguntándose en uno de sus recuadros "cuál era su tirón simbólico, qué sentía el campo cuando uno de los nuestros, con las medias caídas, avanzaba con la pelota". Y él mismo se respondía trazando un paralelismo entre la carrera de Gordillo y los refugios que sucedieron a la riada del Tamarguillo y al piso que le dieron a su familia en el Polígono de San Pablo. 

 

Y por eso dijo: "Rafael Gordillo, del corral al refugio, del refugio al Polígono. Ahora está feliz. Juega en la plazuela, anchos campos de albero del Polígono. Le da tan bien a la pelota, que ya juega en el San Pablo. Cuando una de estas tardes llegue Rafael Cruz, el de los juveniles del Betis, y se fije en Rafael, probablemente no sabrá que ha elegido al niño triste de la ciudad de la riada y los refugios que llegará a ser un símbolo del Polígono. Representará la superación de todas nuestras tristezas. Iriondo ahora está con la gabardina en el banquillo, coge la pelota Rafael. El campo se viene abajo". 

 

En definitiva, una hermosa manera de expresar la vinculación inmortal entre la Sevilla que tan bien conocía y sentía y ese Betis que es memoria de la ciudad. 

 

Hacia la mitad de los 90 ingresó en el muy prestigioso "Círculo Bético Augusto", feliz creación de un grupo de béticos del universo y "hermandad de hombres que se empeñan en la búsqueda de la excelencia en todas las facetas de la vida, al servicio de la mayor honra y gloria del Real Betis Balompié", aunque sin perder de vista "algunas negras asechanzas y turbias amenazas, enmascaradas, incluso, con el blanco color de la pureza".

 

Leyeron su Manifiesto Fundacional en Itálica y a tan extraordinario acontecimiento le dedicó Antonio Burgos un artículo en el que daba cuenta de que: 

 

"Venían todos en atuendo de Viernes Santo, traje oscurísimo, sobre el que destacaba el orgulloso verde de sus solemnes corbatas. Iban encabezados por el que acababan de nombrar su cónsul primero, José Rodríguez de la Borbolla, y por su cónsul segundo, el profesor jándalo Rogelio Gómez (?). La constitución del Círculo, leía Borbolla, tiene lugar en el solar de la antigua ciudad romana de Itálica, lugar desde el cual la civilización mediterránea se expandió por todas las anchuras de la Bética y sitio asimismo desde el que la cultura bética se abrió al universo. Hombres como Trajano, Adriano, Séneca, Peral, Rogelio y Gordillo, hijos todos de la Bética, supieron marcar la historia de su tiempo, hasta convertirse en guía espiritual y práctica para toda la Humanidad..." 

 

Y concluía afirmando Antonio Burgos que "el sentimiento bético de la vida, como dice el Manifiesto, no es una posición fatalista, según la cual haya que aceptar resignadamente las más difíciles vicisitudes; se trata, por el contrario, de la expresión de nuestra concepción del mundo, que es fundamentalmente optimista y esperanzada".

 

Con el Círculo Bético Augusto vivió el ascenso a Primera División en 1994, haciendo la ola en las tribunas acompañado de amigos tan entrañables como los mencionados Pepe Borbolla y Rogelio Trifón, así como de José de la Tomasa, Gregorio Conejo, Juan Manuel Cobo o Antonio el Raya, entre otros.

 

El Rey San Fernando

 

Dueño de las palabras, orfebre de la metáfora, se aproximó incluso al realismo mágico para entretejer realidad y ficción, situando a personajes históricos en el universo de los béticos como evidencia del fuerte arraigo del Real Betis con el pasado de la ciudad. Así, por ejemplo, escribió una vez que: "San Fernando, que era bético, convirtió en verde campo del Edén el entorno de su monumento en la Plaza Nueva. Si el monumento estuviera en la Recta Los Palacios, a la Recta Los Palacios que iban los béticos a celebrar sus triunfos". 

 

Y abundando en este razonamiento, y dando por sentado algo cierto: que la madre del Rey Emérito, Doña María de Borbón, era bética irredenta, llegó a decir en un recuadro que: "La frase se dijo por vez primera sobre San Fernando y su madre, Doña Berenguela, que era como Doña María. Se repite desde entonces como un tópico. No vean lo bética que era Doña Berenguela. Tela. Bética de transistor y bufanda. Y tanto beticismo le transmitió a su hijo, que conquistó Sevilla únicamente para que hubiera dónde fundar el Betis, según la "Crónica General de Silvio el Rockero". 

 

Eso quedó expresado en vísperas de la final de Copa de 2005, la que el Betis le ganó a Osasuna en el Vicente Calderón de Madrid. Al día siguiente saludó la gesta con unos versos que merecen ser recordados y que decían así: 

 

"Todo pasa y todo llega" es el verso que escribí con tinta verde en el campo junto al río de Madrid cuando Dani hizo el milagro que tenía que ocurrir. Mucho Betis, mucho Betis, Esnaola, ven aquí, la hazaña que tú esculpiste Dani la ha vuelto a esculpir. Y si es cuestión de capotes, ¡un mojón pá San Fermín!, proclamo yo en estos versos de menta y de ajonjolí, de La Palmera hasta Loja, de Loja a Benamejí. Por milagrero que sea y obispo capoteril, si es por percal y esclavina, ¿con capotitos a mí, con capotes, pamplonica, al Betis vas a venir? El capote del milagro que no pudo conseguir ese santo pamplonica con la cara un alcaucil, lo tiene ahora en sus manos, ¿quién lo va a tener? ¡Joaquín! Lo ha cogido y ahora le pega a la noche de Madrid las que sólo pega el Betis: verónicas de alhelí".

 

Lo que no se puede vender

 

Leal al sentimiento mayoritario de los béticos, firme en la defensa de los valores y la tradición, evangélico y tronante desde el Monte de las Bienaventuranzas del verde color de la esperanza, puso su pluma al servicio de quienes luchaban a finales de la primera década de este siglo por la regeneración de un club que la dictadura había convertido definitivamente en un esperpento. 

 

Así, cuando tanto se hablaba de que el presunto dueño andaba en tejemanejes de ventas y cambalaches, escribió lo que sigue el 19 de julio de 2008:   

 

"Por muchas operaciones financieras que se hagan, por muchas acciones que se vendan, por mucho trile que se practique con ofertantes que no existen y compradores que se juanjuanan al ver tanto lío como de testamento de loca, hay cosas del Betis que, aunque quieran, no se pueden vender.

 

-       Del Betis no se venden las invictas trece barras de su escudo, en la memoria del capitán Añino.

 

-       Del Betis no se vende el recuerdo de aquella marcha verde hacia el campo del Utrera, con la caja de zapatos con la tortilla dentro, donde se salvaron los muebles de la dignidad y de la grandeza.

 

-       Del Betis no se vende la foto triunfal en el Ayuntamiento de Sevilla en los años 30, y una ilusión juvenil con una copa de plata, aquellos muchachos con peinado a lo Carlos Gardel, que pronto habrían de sufrir el drama de la Sevilla de Caín.

 

-       Del Betis no se vende el recuerdo del descenso al infierno de la Tercera, ni aquel peregrinar por los campos de mi Andalucía, campanilleros de la madrugá en autobuses con gasógeno.

 

-       Del Betis no se venden los textos casi evangélicos de Joaquín Romero Murube, Gil Gómez Bajuelo, Santiago Montoto, Manuel Díaz Crespo, donde fue revelada la Verdad del sentimiento trágico que se crece en el castigo, que se sobrepone a la adversidad y que en la derrota halla siempre la mejor de las victorias: la del corazón.

 

-       Del Betis no se venden los recuerdos de la gabardina de Iriondo, de la bufanda verdiblanca de la madre del Rey, de los gritos del Chato Moguer, de los ideales de Ventura Castelló, de los pregones de Curro el de los periódicos en La Campana, del campo del Patronato, de la rifa de la vaca para evitar las cornadas que el hambre da a los perdedores.

 

-       Del Betis no se vende la nostalgia del señorío de don Pascual Aparicio, el que pagaba a la plantilla de su bolsillo.

 

-       Del Betis no se vende la papeleta de sitio de Pepe Valera, hermano número 1 en el sagrado misterio de las Tres Necesidades de la Afición Más Fiel.

 

-       Y por si no queda claro, convoco a la memoria de El Pali, cuyo beticismo de peña y saque de honor en la Línea tampoco está en almoneda, tampoco se puede vender, y le pido que me lo resuma todo en una sevillana de nuestro barrio, Arenal puro, que dice así: "Los colores del Betis/no tienen dueño/son de los que soñamos/con ese sueño?"

 

El valor del Betis

 

Después de este sermón de los adentros béticos saludó con júbilo la manifestación liberadora del 15-J de 2009, dejando dicho que "por muchas acciones que se mercadeen, los sentimientos de la afición no pueden comprarse nunca".

 

Por eso, confrontó el dinero del que tanto hablaba quien presumía de amo "con el histórico y artístico patrimonio inmaterial del Betis, el que nunca pudo ser comprado por accionista mayoritario alguno, que sigue siendo propiedad inalienable de la afición soberana que a lo largo de 102 años creó el mito, la leyenda, la magia, la lírica, la poesía, la estética del Glorioso".

 

Y a continuación, se preguntó de modo retórico lo que sólo los corazones béticos son capaces de responder con la naturalidad de los sentimientos. Preguntas como las siguientes:

 

-       ¿Cuánto vale que el Betis sea el único club del mundo que tuvo un presidente al que mató un toro en la plaza, y que a ese presidente, además, le dedicó Federico García Lorca la más hermosa elegía que se escribió nunca en lengua castellana, y estoy hablando de Ignacio Sánchez Mejías?

 

-       ¿Cuánto vale el recuerdo del Huerto de Mariana, del Campo de las Tablas Verdes o del Campo del Patronato?

 

-       ¿Cuánto vale el título de Real que nos dio Don Alfonso XIII a petición de don Pedro Rodríguez de la Borbolla?

 

-       ¿Cuánto valen el llanto de los chavales tras el partido del Valladolid o aquellas alegrías de balcón del Ayuntamiento cuando la Copa?

 

-       ¿Cuánto valen la gabardina de Iriondo, las botas blancas de Alfonso, las medias caídas de Gordillo?

 

-       ¿Cuánto valen las rimas de Manolo Melado o los padrenuestros béticos de don Ángel Martín Sarmiento?

 

-       ¿Cuánto vale el bético Oselito de Andrés Martínez de León o el bético Tropezones de Domingo Wasaldúa?

 

-       ¿Cuánto vale el "correr es de cobardes" de Rogelio?

 

-       ¿Cuánto vale la bufanda verdolaga de la madre del Rey en el palco?

 

-       ¿Cuánto vale el Currobetis y el Eurobetis?

 

-       ¿Cuánto vale la guasa de Pepe da Rosa haciendo en la radio de Sobrino de Tito Pepe, cuánto las Abuelas del Betis, cuánto El Pali o el Chato Moguer?

 

-       ¿Cuánto vale el nombre de don Benito Villamarín campeando en Heliópolis?

 

-       ¿Cuánto vale el recuerdo de la cartera de don Pascual Aparicio pagando de su bolsillo el sueldo de los jugadores?

 

-       ¿Cuánto vale el Campeonato de Liga de 1935 y aquella alineación de Urquiaga, Areso, Aedo, Peral, Gómez, Larrinoa, Timimi, Adolfo, Unamuno, Lecue y Saro?

 

-       ¿Cuánto vale la primera Copa del Rey de la democracia?

 

-       ¿Cuánto vale la memoria de Esnaola, de Alabanda, de Cardeñosa, de Luis del Sol, de Portu, de Ríos o de Quino?

 

-       ¿Cuánto valen los míticos Papa Jones y Mister O´Connell?

 

-       ¿Cuánto valen las trece barras de Añino?

 

-       Pues muchísimo más que todo ese Patrimonio Inmaterial e Histórico que han querido hacerte olvidar, oh Glorioso Betis, vale tu afición.


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