Pepe, el ejemplo de que el Betis va más allá de la memoria: "lo último que recordaba, hasta que la enfermedad se lo arrebató, era el Betis"

En el Día Mundial del Alzheimer, un homenaje a Pepe, bético de corazón, que, aunque ya no recuerde los nombres ni los rostros, sigue sintiendo el verdiblanco junto a su hijo Antonio

Pepe fue diagnosticado de Alzheimer hace 14 años, desde entonces su capacidad para pensar, memorizar, recordar y comunicarse ha ido disminuyendo tanto que actualmente no conoce ni a su propio hijo. Sin embargo, en su batalla interna, esa que mantenía contra su mente, siempre ganaba un recuerdo: él era del Betis. 

Es duro no recordar dónde vives, quién es tu familia o incluso cómo te llamas. Y, sin embargo, esto sucede con más frecuencia de la que imaginamos. De un día para otro, la vida de quien la padece y la de sus seres queridos cambia radicalmente. Lo que antes eran pequeños despistes se convierten en visitantes diarios, silenciosos, hasta llegar a borrar cosas que parecían imposibles de olvidar. 

No es fácil convivir con esta enfermedad en sus comienzos: de pronto te dicen "Alzheimer" y todo se vuelve incierto. Se tambalean las rutinas, los afectos se llenan de preguntas, el tiempo parece romperse en pedazos. Pero entre tanta niebla sigue existiendo la luz de los abrazos, de las manos que acompañan, de las sonrisas que no necesitan nombre para reconocerse y de aquellas personas que, aunque no te suenen de nada, siempre van a estar ahí dándote todo su amor. 

Pepe ha sido socio del Real Betis Balompié desde que su hijo tiene memoria. "Ha estado en los peores años del Club en Tercera", recuerda Antonio, y nunca ha dejado solo al equipo de su vida. Según cuenta su hijo, "lo último que recordaba, hasta que la enfermedad se lo arrebató, era el Betis". 

"Para mí el Betis es él", repite Antonio mientras resopla, intentando contener la emoción. "Mi padre ha entregado toda su vida al Real Betis. En un partido ante el Deportivo de La Coruña en el que el Betis empata 1-1 y se queda otro año más en Segunda División, yo vi a mi padre llorar por primera vez. Ahí se firmó un juramento y entendí que el Betis era muy importante para él", relata con la voz entrecortada. 

En su testimonio se mezcla el dolor y el orgullo. "Es una enfermedad que termina aislándote, tanto al enfermo como a sus familiares, todo gira en torno a él". Y, sin embargo, ese "él" sigue siendo luz y bandera para su hijo. Como a Pepe le gustaba decir, y repetía una y otra vez a su familia: "El privilegio no era ganar, el privilegio era ser del Betis". 

Durante la entrevista en la que relataban su historia, sucedió algo inesperado: apareció Rafael Gordillo, el gran ídolo que padre e hijo han venerado desde siempre. Su mente ya no lo reconoció, sus ojos no pudieron poner nombre a aquel rostro; pero cuando Gordillo le entregó la camiseta del Betis firmada por todos los jugadores, Pepe la acarició. Porque, aunque su memoria se haya ido apagando, su corazón sigue latiendo en verdiblanco.