Esnaola, el mejor del Betis, agarra un balón en Getafe ante la mirada de Sabaté, Killer y García Soriano,

HISTORIA | Aquella mañana en Las Margaritas

El Real Betis jugó por primera vez en Getafe en octubre de 1978, en un partido que acabó con empate a cero y en el que debutó el argentino Mario Killer

Por Manolo Rodríguez

 

La primera vez que el Real Betis visitó al Getafe fue en octubre de 1978 y empató a cero. De eso, hace ya mucho tiempo. Tanto, que jugó contra un rival que ya ha desaparecido y en un campo que ya no existe. En una época en la que los verdiblancos sufrían los pesares de la división de plata y cada domingo descubrían algo que no estaba en sus libros. Todo parecía inhóspito y, por lo general, desafortunado. La cara menos vistosa del fútbol. 

Y algo de esto pasó en esa octava jornada del campeonato: que tuvieron que jugar por la mañana, en ese horario que entonces se reservaba al segundo escalón de la competición para no interferir en el calendario de los grandes de Madrid. Algo que no dejaba de ser chocante teniendo en cuenta que en el Betis jugaban futbolistas tan grandes como Esnaola, Biosca, Cardeñosa, Muhren, Gordillo o Benítez, por citar sólo a unos pocos.

De hecho, en vísperas de acudir a Getafe de lo que se hablaba mayormente era de la enorme dureza con que los rivales trataban a las estrellas béticas. El prometedor extremo Manolo Villalba se había lesionado de gravedad en Murcia y días antes, en la Copa, a Julio Cardeñosa lo castigaron severamente jugando contra el Xerez Deportivo. Después de aquello declaró el 'Flaco': "Este año me están pegando más patadas que en toda mi vida deportiva".

Por otra parte, el Getafe era el primer rival sin peso histórico al que debían cumplimentar los béticos. El cuarto desplazamiento, tras sus visitas al Sabadell, al Deportivo y al Murcia, tres equipos que, más o menos, en otras épocas habían tenido sus días de gloria en la Primera División.

El Getafe, sin embargo, era un perfecto desconocido. Un club fundado en 1945 con el nombre de Club Getafe Deportivo, que cumplía su tercera temporada en Segunda División y luchaba denodadamente por sobrevivir. Algo que no pudo perpetuarse en el tiempo y que en 1983 terminó provocando su desaparición acuciado por las deudas. De sus cenizas nació el Getafe Club de Fútbol que conocemos hoy. Eso sí, siempre vestido de azul completo.

En ese tiempo, el Getafe disputaba sus partidos en el estadio de Las Margaritas, un modesto recinto inaugurado en 1970 y en el que apenas cabían 5.000 personas. Unas instalaciones que se mantuvieron en vida hasta 1996 y que dos años más tarde fueron reemplazadas por un moderno campo de fútbol en el nuevo barrio de Getafe Norte. Lo llamaron genéricamente el Coliseum, pero el Ayuntamiento de la localidad quiso que llevara un nombre sonoro y, a ser posible, mediático. Por ello, convocó un referéndum entre los vecinos para elegir dicho nombre entre las siguientes opciones: Alfonso Pérez, Nuevo Estadio de las Margaritas, Estadio Municipal Felines o Luis Aragonés.

Como se sabe, fue la figura del futbolista del Real Betis la que terminó imponiéndose en la elección: 441 votos, frente a los 390 de Las Margaritas. Alfonso Pérez se había criado futbolísticamente en la localidad y su familia aún residía en ella.

En1978, el Real Betis acudió a Las Margaritas en una soleada mañana de octubre. El domingo 29, para ser exactos. Los verdiblancos marchaban líderes en la tabla y sólo habían encajado un gol en siete jornadas. El Betis tenía un equipazo y su presencia en Segunda era todo un acontecimiento. Por eso,el campo se llenó hasta arriba. Mayormente de béticos, que se hicieron oír más incluso que la propia afición local. Un entradón, a pesar de que las localidades tuvieron unos precios prohibitivos: 1.100 pesetas las más caras y 500 las más baratas. El Getafe hizo una taquilla histórica que superó los dos millones trescientas mil pesetas.

Testigo de excepción del partido fue el seleccionador Ladislao Kubala, que no se olvidaba de gente tan principal como Cardeñosa, Biosca y, muy especialmente, del joven Rafael Gordillo, que dos meses más tarde volvería al equipo nacional en un partido amistoso jugado en Roma.

Pero ni a Kubala ni a nadie le gustó el espectáculo. El Betis, entonces entrenado por García Traid, se cuidó especialmente de defender, quizá en la convicción proclamada por su técnico de que era fuera de casa donde, sobre todo, había que mantener la puerta a cero, puesto que en Heliópolis las victorias caerían como fruta madura dada la brillantez de la plantilla.

Una plantilla que esa semana en Getafe dio un nuevo salto de calidad con la incorporación al equipo del argentino Mario Killer, un lateral de ambos costados, rápido y versátil, que llegó ese verano procedente del Sporting de Gijón, donde había cuajado tres temporadas extraordinarias, en particular la última.

A Killer lo quiso fichar el FC Barcelona, la cosa no cuajó, y de ello se aprovechó el Betis, que lo contrató con la vitola de gran refuerzo. Actuó durante la pretemporada, gustó a la afición, pero iniciada la campaña le prohibieron jugar debido a la reclamación interpuesta ante la Federación Española por el Sporting, que pretendía ejercer el derecho de retención que por entonces estaba vigente para los futbolistas españoles, pero que no afectaba alos jugadores extranjeros.

Un largo proceso administrativo que no se resolvió hasta mediados de octubre, cuando la Federación le dio la razón al futbolista (y por extensión a todos los jugadores extranjeros) y éste pudo obtener la doble nacionalidad. Killer debutó con la camiseta verdiblanca en Getafe (con el número 4 a la espalda) y esa temporada (la única en la que perteneció al Betis) disputó 27 partidos entre Liga y Copa. Después volvió a su país, donde jugó en Newell’s Old Boys, Independiente, Rosario Central (el club de su vida) y Belgrano de Córdoba.

Aquella mañana en Las Margaritas el partido lo arbitró el tinerfeño Trujillo Martín y las alineaciones fueron las siguientes:

Getafe Deportivo: Vidal; Valle, Cortés, Salmerón, Amunárriz; Alfonso, Pepín, Carmelín, Pepe Juan; Cino (Galán, m.75) y Álvarez.

Real Betis: Esnaola; Killer, Biosca, Sabaté, Benítez; Ortega (Muhren, m.88), Alabanda, Cardeñosa, Gordillo; García Soriano y Eulate (Hugo Cabezas, m.45).

El encuentro tuvo poco lucimiento y las ocasiones de gol brillaron por su ausencia, En el Betis destacó la seguridad de Esnaola y de la pareja de centrales. Gordillo, tal como había anunciado García Traid, estuvo en tareas de comodín auxiliando a todas las líneas y la calidad, como siempre, la puso Cardeñosa.

Al final, empate a cero. Poca cosa para algunos, pero suficiente para el entrenador, que se trajo lo que buscaba. En los meses venideros, como se sabe, las cosas se fueron complicando y el Betis sólo pudo culminar el ascenso en la última jornada y gracias, entre otras cosas, a que el Getafe empató en Las Margaritas con el Elche, el gran rival verdiblanco en la lucha por subir.

Pero esa ya es otra historia. La que se escribiría ocho meses después de aquel primer partido del Real Betis en Getafe.