Los jugadores del Real Betis salen al campo por la esquina de Fondo con Gol Norte como consecuencia de las obras de remodelación del estadio para el M-82. En primer plano, Peruena, Bizcocho, Esnaola y Biosca.

HISTORIA | Real Betis Oité

En 1980 una mediación histórica del club ante sindicatos y patronal permitió desconvocar una huelga de la construcción que ponía en riesgo las obras del estadio para el M-82

Por Manolo Rodríguez 

En este tiempo el Real Betis Balompié vive la ilusión de convertir el estadio Benito Villamarín en un recinto que sea referente del fútbol español en el siglo XXI. Una obra magna que en los próximos años mejore y modernice la casa de los béticos y la haga más acogedora, abierta y aprovechable. 

Un nuevo paso en la leyenda de este campo que fue el Stadium de la Exposición nacido en 1929 y que desde 1939 acoge los colores verdiblancos que son su norte y guía. Desde entonces, han sido muchas las obras de ampliación, renovación y remozamiento que han ido escribiendo su historia. 

Prácticamente no hubo década sin alguna intervención, aunque, sin duda, la más épica y cargada de literatura tuvo lugar en 1980, cuando la entidad hubo de luchar contra los imponderables para que las obras que se llevaban a cabo no se alargaran más de lo debido y pusieran en riesgo evidente la competición deportiva. 

Esos días extraordinarios en que el Real Betis medió en una huelga y consiguió que su nombre estuviera por encima de los intereses de todas las partes. 

Una aventura que había comenzado el 26 de febrero de 1980 cuando la Asamblea de socios del Real Betis aprobó por aclamación en el Colegio Claret la construcción de un nuevo estadio que estuviera en consonancia con los nuevos tiempos y con los dos partidos que acogería con ocasión del Campeonato Mundial de 1982. Para ello se levantarían unas nuevas tribunas en Preferencia y Fondo, elevando el aforado del campo hasta los 47.500 espectadores. 

Se barajaron diversos proyectos y el presidente en aquellas fechas, Juan Mauduit, meditó incluso la posibilidad de que fuera demolido el Voladizo de la Tribuna de Preferencia, construido apenas 4 años antes, a fin de darle al recinto un aspecto uniforme. Sin embargo, tras diversas conversaciones, prevaleció el respeto a la figura de Pepe Núñez, el mandatario que impulsó el Voladizo y las Tribunas de Gol, para desaconsejar la operación. 

La obra la llevó a cabo la empresa Dragados y Construcciones y el 6 de junio, a las seis de la tarde, tuvo lugar la voladura de la Tribuna de Fondo. La de Preferencia estaba prevista que fuera demolida el 18 de ese mismo mes. Pero un día antes se iniciaba una dura huelga indefinida en el sector de la construcción. Al Betis se le rompían todos sus planes, todos sus calendarios. La Liga se echaba encima y aún estaba todo por hacer. 

Por medio, el mejor Betis sentimental y eterno tuvo nombre propio en aquellas fechas. Antonio Tenorio, el viejo conserje que fuera defensa en la mitología de los años 30, el luchador impenitente que fue cobrando casa por casa las cuotas de los socios en los tiempos heroicos de la resistencia en Tercera División, el que le había entregado toda su vida al Betis, se negaba a abandonar su vivienda de siempre en el Gol Sur del estadio. 

Ese solar de las alegrías y de las desdichas de los béticos era su única patria reconocida. Por eso declaró que sólo saldría del Villamarín camino del cementerio. La directiva de Mauduit lo escuchó y acabó entendiendo sus razones. Y aunque llegó a plantearse la posibilidad de habilitarle una roulotte como vivienda provisional, finalmente accedió a su petición. Tenorio "el viejo" nunca dejaría solo a Heliópolis. 

Cuando llegó el 2 de julio, y el paro duraba ya tres semanas, la directiva del Betis actuó a la desesperada. Mauduit, en un gesto sin precedentes, convocó a todas las partes en la secretaría de la calle Conde de Barajas. Convertido en mediador excepcional, el nombre del Betis consiguió sentar a la mesa a las distintas partes en conflicto. Por una parte, a los sindicatos UGT y Comisiones Obreras y por otra a los dirigentes de Gaesco, asociación que representaba a la patronal. Así comenzó la negociación más extraordinaria de la que se tiene recuerdo. Catorce horas ininterrumpidas, madrugada incluida, duró el cónclave. Pero el día 4 hubo acuerdo y el mundo comprendió que la invocación del Betis es capaz de conseguir cualquier cosa. 

Vuelta al trabajo 

El lunes siguiente, 7 de julio, ya se trabajaba a destajo en Heliópolis con 38 grados a la sombra. Y un día después, el prestigioso periodista Antonio Burgos publicó en el diario ABC su mítico artículo "Real Betis Oité". Ese texto de culto en la historiografía bética que comenzaba diciendo: "La Oité, o sea la OIT. Es la Organización Internacional del Trabajo, asunto de la ONU, y está en Ginebra. Mejor dicho: estaba. Estaba, porque me he enterado que la van a quitar de allí y la van a poner en la calle Conde de Barajas, secretaría del Betis, que ya no será Real Betis Balompié, sino Real Betis Oité". 

Más adelante, Antonio Burgos proclamaba que "el Betis es un universo, un mundo, una forma de entender la vida, y esto se ha visto con la huelga de la construcción", añadiendo que "está visto y demostrado que el carnet del Betis prima sobre el carnet de Comisiones y sobre el carnet de Ugeté, sobre la Segunda Internacional y sobre la Tercera Internacional, sobre la Internacional del Dinero y sobre la Internacional del Capital". En resumen, como concluía, que: "Los béticos está visto que mueven el mundo?" 

Desde el desbloqueo de la huelga no dejaron de llegar ofrecimientos de trabajadores. "Por el Betis lo que sea", fue la frase más oída. Por fin, el jueves 10 de julio saltó por los aires la tribuna de preferencia y a partir de ese momento ya no quedó nada del viejo Stadium de la Exposición. 

Todo fue entonces una pura carrera. Aún con turnos de 24 horas el retraso era inevitable. Hubieron de jugarse fuera de casa los tres primeros partidos, pero ese ritmo era insoportable. Y como ya contamos en su momento, tanta urgencia provocó un hecho insólito en la historia verdiblanca en competición nacional: la necesidad de jugar como local en el estadio del eterno rival. Algo que sólo tenía un precedente en el lejano año de 1939, cuando el Betis ?también por obras en Heliópolis, a causa de la guerra- disputó tres partidos como local en el Viejo Nervión, pero en aquella ocasión dentro del Campeonato de Andalucía. Esta vez, sin embargo, fue en plena Liga y en el Ramón Sánchez Pizjuán. Y no una vez, sino dos. 

No pararon las carreras y en la Tribuna de Fondo siguieron levantándose estructuras cuando ya la Liga está más que empezada. Así. hasta que el 19 de octubre de 1980 el Real Betis pudo volver a casa, Con limitaciones, claro. En Preferencia sólo se admitió público en el Voladizo, los directivos hubieron de ver el partido desde la grada, ya que aún no había palco, y bajo la Tribuna de Fondo se improvisaron unos vestuarios que nos permitieron disfrutar de la histórica estampa de que el Real Betis saliera a la hierba por la esquina que unía Gol Norte con la grada de Fondo. 

El rival de aquella tarde fue el Hércules de Alicante. Ganó el Betis por 2-0 y, como no podía ser de otra manera en el juego de los simbolismos béticos, el primer gol en el nuevo estadio lo marcó... Rafael Gordillo de un certero testarazo.