Messi y Joaquín se saludan en un partido Real Betis-FC Barcelona jugado en el Benito Villamarín.

HISTORIA | Messi y Joaquín

Dos jugadores excepcionales, ídolos y símbolos que permiten recrear los enfrentamientos entre el Real Betis y el FC Barcelona a lo largo de los últimos 20 años.

Por Manolo Rodríguez

Leo Messi jugó por primera vez en el campo del Real Betis el sábado 14 de febrero de 2009. Apenas 33 minutos, ya que entró a sustituir al bielorruso Aleksander Hleb, en un partido que acabó con empate a dos, y en el que los goles verdiblancos fueron materializados por Melli y por el chileno Mark González.

Messi fue el cuarto dios del fútbol que pisó la hierba del Villamarín. Di Stéfano lo había hecho en 1958; Pelé, en 1959; Maradona, en 1982 y Messi, en 2009. También se podría citar en este apartado que Cruyff se estrenó ante los béticos en 1974 y que Cristiano Ronaldo lo haría en 2012.

Sin embargo, la aparición de Messi en Heliópolis fue muy tardía. Su debut en el Barça había tenido lugar cinco años antes y de hecho ya se había estrenado contra el Betis en el Nou Camp en el año 2006, en un partido que también jugó Joaquín, quien incluso marcó el gol verdiblanco aquella noche.

Desde entonces, Messi se hizo un visitante y goleador habitual, tanto en Barcelona como en el Villamarín, hasta el mes de febrero de 2021, fecha en la que acudió por última vez al campo del Betis (vacío aquella noche por mor de la pandemia) vistiendo la camiseta del Barça.

Y la verdad es que no tenerlo enfrente alivia y tranquiliza, ya que Lionel Messi ha hecho muchos destrozos en la portería del Betis. En total, se ha enfrentado 24 veces al equipo verdiblanco (22 en Liga y 2 en Copa), con un balance de 18 victorias, 4 empates y 2 derrotas. Y lo que es más significativo, marcando 30 goles en estos 24 partidos.

Gustaba verlo, pero también había que sufrirlo. Algo de lo que estamos a salvo en la actualidad, tras su marcha al París Saint Germain. Así pues, la única leyenda con mayúsculas que sobrevive a los duelos entre béticos y barcelonistas es Joaquín Sánchez, el ídolo y gran capitán de la escuadra bética.

Joaquín se vio las caras 8 veces con Messi y fue protagonista principal de la victoria verdiblanca en el Nou Camp en 2018, aquella del 3-4, en que la disertación bética aún se recuerda. Un partidazo con gol del propio delantero de El Puerto de Santa María.

Pero el palmarés de Joaquín Sánchez contra el Barça es mucho más amplio y, en cierto modo, positivo. Hasta 18 veces se ha medido contra el Barcelona vistiendo la camiseta verdiblanca, 17 de ellas en partidos de Liga y 1 en la Supercopa de España, en las que anotó 5 goles.

Su estreno contra los azulgranas se produjo en tierras catalanas en 2001 y a continuación tuvo muy felices duelos en Heliópolis, saldados con victorias que ya forman parte del imaginario verdiblanco. Aquella de los 2 goles de Dani en marzo de 2002 y, muy particularmente, la de septiembre de ese mismo año en Huelva, de la que hablaremos más extensamente a continuación.

También participó en la victoria por 2-1 en el Villamarín en la Liga 2004/05 y estuvo extraordinario en el partido de la segunda vuelta en el Nou Camp, ese choque que acabó con empate a tres y en el que Joaquín firmó dos goles de calidad suprema. Un encuentro que por más que pasen los años seguimos convencidos de que no lo ganó el Betis por mor del inaceptable arbitraje de Pino Zamorano.

La última victoria de Joaquín contra el Barça fue la antes mencionada de noviembre de 2018. El 3-4 en terreno azulgrana, con goles de Junior, Lo Celso, Canales y del propio Joaquín, que hizo el que entonces significaba el 0-2.

Pero quizá la mejor actuación de Joaquín, y del Betis todo, contra el FC Barcelona, fue la que se escribió en el estadio Colombino de Huelva el 28 de septiembre de 2002.

Estaba recién iniciada aquella campaña en la que se estrenaba en el banquillo verdiblanco Víctor Fernández y el arranque del Betis había sido sobrenatural. Arrasó al Depor en Riazor, le fue ganando al Madrid hasta que el estadio se quedó a oscuras (el famoso apagón que también algún día deberá ser contado con más detalle) y empató a tres en Anoeta contra la Real Sociedad en un partido vertiginoso.

Después le llegaba el turno al Barça y ahí emergió con toda virulencia otro de los líos que se arrastraban del pasado: los dos partidos de clausura que aún pesaban sobre el estadio a causa de "las candelas romanas" del derbi de la temporada anterior.

A base de dilatar los recursos, el Betis había conseguido que, cautelarmente, se le permitiera recibir al Real Madrid en Heliópolis, pero la Federación exigía ya que la pena se cumpliera. Por ello, envió al club una notificación en la que le instaba a jugar contra el Barcelona en el estadio Colombino de Huelva o en el de La Rosaleda de Málaga y le hacía saber que si no respondía a esta solicitud el partido se disputaría en Huelva por decisión propia, unilateral e irrevocable.

El Betis había propuesto celebrar el encuentro en el Santiago Bernabéu, pero la llegada de la Vuelta Ciclista al estadio un día después hacía esfumarse esta posibilidad. En el organismo presidido por Ángel María Villar se entendió que Lopera estaba intentando demorar el cumplimiento de la sanción al no apuntar alternativas a Chamartín, y de ahí la firmeza imperativa con que trató al club verdiblanco.

Como era de esperar, el Betis no contestó, pero la RFEF siguió adelante y dejó claro que el partido se habría de jugar el sábado 28 de septiembre, a las 21,30 de la noche, en el estadio Colombino de Huelva. Era lo que había.

Un partido memorable

Todo esto, que tanta polémica arrastraba, ocurrió antes. Después, sobre la hierba, la verdad del fútbol elevó al Betis a los altares. Los verdiblancos jugaron un partido imponente y se llevaron por delante al temido Barça de Van Gaal.

Un 3-0 incontestable y mágico que mereció elogios en todas las esquinas del país. Se dijo que el Betis regalaba obras de arte, que su estado de forma lo convertía en un enemigo poderoso y temible y que por ello se erigía en legítimo aspirante al título de Liga.

Y no exageraban. La impresión ofrecida por aquel Betis resultaba inmejorable. Un equipo que se reinventaba según las necesidades y que esa noche vio a Arzu doctorarse como defensa central, supliendo al lesionado Rivas.

El retraso de la posición de Arzu le dio galones a Ito en el mediocampo y el equipo no sólo no se resintió, sino que siguió manejando ese fútbol dinámico, fluido y vertical que siempre encontraba salida en la lucidez de Capi, en los desmarques de Alfonso, en la rapidez de Denilson y en la genialidad sin límites de Joaquín, que seguía convertido en el mejor extremo del fútbol español.

Y en base a esos conceptos llegaron los goles. El primero en el minuto 25. Un contragolpe conducido por Ito acabó en las botas de Joaquín, éste vio a Capi sólo en la izquierda y cuando el de Camas entró en el área fue derribado por Víctor Valdés. Alfonso ejecutó la pena máxima.

Mejor aún fue el segundo. A los veinte minutos de la segunda parte. Joaquín arrancó como un velocista con la pelota cosida al pie y cuando se plantó ante la puerta barcelonista fusiló a Valdés con un tiro durísimo.

Pero la jugada del partido, y quizá de la temporada, fue la del 3-0. En el minuto 83. Prats sacó con la mano hacia la banda derecha y allí, en el lateral, y en campo propio, la recogió Varela. Avanzó por el costado pausadamente hasta llegar a la altura del área y, de pronto, como si se lanzara en picado, empezó a regatear contrarios en horizontal hasta que se quedó mano a mano con Valdés al que fulminó con un zurdazo a la escuadra. Fue el delirio para los más de 19.000 béticos que acudieron al Colombino.

El partido lo dirigió el colegiado madrileño Rubinos Pérez y los equipos presentaron las siguientes alineaciones:

Real Betis: Prats; Varela, Juanito, Arzu, Luis Fernández; Assunçao (Fernando, m.86), Ito; Joaquín, Capi, Denilson (Benjamín, m.76); y Alfonso (Casas, m.81).

FC Barcelona: Víctor Valdés; Mendieta, Frank de Boer, Puyol, Fernando Navarro; Motta (Gabri, m.46), Cocu, Xavi (Gerard, m.72), Luis Enrique; Saviola (Giovanni, m.60) y Kluivert.

A los jugadores más talentosos los llenaron de elogios los medios informativos de todo el país. Y muy en particular a Joaquín, un muchacho que entonces tenía 21 años y que en la actualidad sigue siendo una leyenda con 40 largos.

Entonces lo calificaron como una de las estrellas con más futuro del fútbol español y nadie puede negar que la profecía se acabó cumpliendo.