Plantilla del Real Betis al inicio de la temporada 1957/58.

HISTORIA | Los años de pandemia se despiden en el campo del Levante

Tanto en 1957, con el azote de la gripe asiática, como en 2020, con la tragedia provocada por el coronavirus, el Real Betis jugó el último partido del año en el campo levantinista

Por Manolo Rodríguez

En 1957 murieron 10.000 personas en España a consecuencia de la pandemia de gripe asiática. Un mal que se extendió por todo el país, pero que no paró el fútbol. Aun así, hubieron de suspenderse hasta una docena de partidos durante los meses de octubre y noviembre de ese año.

Lo ocurrido en 2020 ha sido mucho más grave y trágico. Tanto en el número de víctimas como en la conmoción social y económica sufrida por la sociedad española. Los daños han sido mucho mayores (de hecho, aún lo son) y el futbol también ha debido padecer la precaria realidad que imponen los estadios vacíos y los ingresos menguantes.

Un año y otro fueron hijos de la pandemia, pero su parecido no es ni siquiera aproximado. Ni su conocimiento. En 1957 se vivió bajo la ley del silencio y en 2020 no ha cesado el ruido atronador que impide distinguir la verdad de la fantasía.

El Real Betis pasó de puntillas por la gripe asiática y, como todos los demás clubes, vive en estado de alerta los rigores de esta calamidad tan cercana. La única coincidencia entre una y otra pandemia es que en ambas ocasiones el equipo verdiblanco concluyó estos años trágicos jugando en el campo del Levante. Así ocurrió en 1957 y así pasará en 2020. Y en los dos casos, el 29 de diciembre.

Sólo en el año 2009, con ocasión del brote de gripe A, mucho menos virulento que los casos anteriores, el viaje bético al campo del Levante se retrasó hasta el mes de enero, aunque también fuera en su momento el último partido de la primera vuelta. 

El Betis de 1957

El virus que provocó la pandemia de 1957 se propagó desde China y en España entró por el norte del país, infectando a un tercio de sus habitantes. Principalmente a niños, escolares, adolescentes y adultos jóvenes. Su pico más pronunciado se registró en octubre y entre enero y febrero de 1958 se produjo una segunda oleada que repercutió sobre todo en adultos.

Al Betis empezó a complicarle la vida cuando dos de sus rivales, Alcoyano y Eldense, solicitaron en octubre que se aplazaran los partidos que debían enfrentarlos con los verdiblancos. Un contratiempo al que se unirían semanas más tarde los casos de gripe que afectaron al entrenador Barrios y a los jugadores Vila, Areta, Paqui y Rodri, aunque en ningún caso revistieran gravedad.

En esas fechas el Betis empezaba a parecer lo que era: el mejor equipo del grupo II de la Segunda División, tal como quedó demostrado al final del campeonato con el deseado ascenso que se perseguía desde hacía 15 años. 

Algo que ya había anunciado Benito Villamarín meses antes. El presidente inició el año 1957 encarnando al Rey Gaspar en la Cabalgata del Ateneo y tres días más tarde, el 8 de enero, presidió en el Hotel La Rábida la Junta Directiva que aprobó el nuevo diseño del escudo que presentara José María de la Concha y que ha llegado hasta nuestros días.

El 10 de enero fue otro día trascendental. Se estrenó la nueva secretaría situada en la calle Alemanes y ello vino a simbolizar, como quedó reflejado en la crónica del diario ABC, que: "El club está ya instalado con arreglo a su rango y a su historia: a todo honor. Buenos salones, distribución perfecta de servicios técnicos y burocráticos, sala de juntas y, por doquier, trofeos añosos que recuerdan en la mente del aficionado las jornadas históricamente felices del Real Betis Balompié".

En el transcurso de ese acto Benito Villamarín pronunció unas palabras que tendrían su eco en el futuro. Dijo: "Lo que estamos haciendo, lo que tenemos casi hecho ya para la próxima temporada, es la contratación de varios elementos de categoría para ver si entonces, así, con un gran equipo y bien dotado de buenos reservas, llegamos a lo que yo confío llegar: al ascenso a la División de Honor". 

Hablaba Villamarín de la temporada venidera porque era muy consciente, como todos, de que en ese ejercicio 1956/57 ya no iba a poder ser. Se había perdido demasiado terreno y no quedaba margen. Como ocurrió.

Antes de que llegara la pandemia, el primer tramo del año 1957 estuvo marcado en la ciudad de Sevilla por la muerte del Cardenal Segura, ocurrida el 8 de abril, Lunes de Pasión. El príncipe de la Iglesia que fue azote de las llamadas "costumbres inmorales" (principalmente de los bailes agarrados), pero que también se opuso a que Franco entrara bajo palio en los templos.

Fue enterrado en el Monumento del Sagrado Corazón de Jesús, en San Juan de Aznalfarache, y miles de personas salieron a las calles para presenciar el paso del féretro, mientras que retumbaban las salvas de ordenanza disparadas por una batería del Regimiento de Artillería Divisionaria número 14.

Los fichajes del ascenso

Ya en el verano el presidente del Real Betis empezó a hacer firme su promesa. Fichó futbolistas con nombre y pagando muy buenos dineros. Así, llegaron Seguer, Santos, Rodri y, sobre todo, Vila y Areta, dos cotizados jugadores que habían militado un año antes en el Valencia.

La prensa de la época empezó a decir que el Betis estaba haciendo un "equipo millonario", opinión que avaló el propio Esteban Areta en unas declaraciones en el Marca en las que vino a decir que había tenido ofertas del Atlético de Madrid y del Betis, pero que se había decidido a aceptar la de los verdiblancos porque le pagaban mejor. 

Asimismo, Villamarín contrató como entrenador a Antonio Barrios, un técnico experto y de prestigio, que llevaba 10 años en la élite. Ya había pasado por el Athletic de Bilbao y por el Atlético de Madrid y parecía el hombre idóneo para protagonizar el gran salto.

Pero los comienzos no pudieron ser peores. Llegó a ser colista y volvieron los peores presagios del malditismo y la pena negra. Entonces apareció la pandemia en todo su esplendor y el Betis estuvo parado dos semanas al aguardo de que se recuperaran sus contrarios. A partir de ahí, poco a poco, empezó otra Liga.

El 8 de noviembre se descubrió en Heliópolis una placa que venía a honrar la memoria del presidente Ignacio Sánchez Mejías y en el transcurso de ese acto, al que asistió la plantilla al completo, se les pidió, textualmente, a los futbolistas que: "Rematéis la alta calidad técnica que poseéis con el coraje preciso para conseguir que el Real Betis Balompié sea lo que debe ser: un gran club nacional militante en la División de Honor".

Estas palabras las pronunció un veterano dirigente como Adolfo Cuéllar Rodríguez (vicepresidente con Sánchez Mejías) y parece que los jugadores escucharon el mensaje. Sortearon sin bajas los peligros de "la asiática" (como coloquialmente conocían los periódicos al virus de la gripe), y a finales de diciembre ya eran cuartos en la tabla, a tres puntos del líder, con un partido menos. La siguiente salida, la última del año, era a Valencia, al campo del Levante.

Sin embargo, poco antes de visitar Vallejo (que así se llamaba el estadio levantinista) ocurrió algo importante. Y es que el Betis fichó a Luis Menéndez, un portero de plenas garantías, procedente del Atlético de Madrid, que venía a reforzar el marco tras la marcha de Eugenio al servicio militar. Para evitar dudas en una posición tan delicada, el Betis apostó sobre seguro. Y así lo explicó el ABC: "Se ha huido de buscar a una joven promesa más y se ha preferido un jugador hecho, con todas las de la ley, y haciendo el nuevo sacrificio económico necesario para ello".

Menéndez firmó un viernes y al día siguiente viajó ya con el equipo en avión a Valencia. Una ciudad que, poco a poco, se recuperaba de las graves inundaciones padecidas en el mes de octubre, justo cuando más arreciaba la gripe asiática.

De hecho, el Levante se había visto obligado a disputar cuatro partidos consecutivos fuera de su estadio debido a los daños provocados por las aguas en su terreno de juego. No volvió a Vallejo hasta el 1 de diciembre y lo hizo con victoria ante el Córdoba. 

El partido que enfrentó al Levante y al Real Betis se disputo el domingo 29 de diciembre, a las 4 de la tarde. Lleno completo y enorme expectación. Se confirmó el debut de Menéndez en la portería verdiblanca y a las órdenes del colegiado balear Martorell Mir las alineaciones fueron las siguientes:

Levante UD: Ripoll; Bilbao, Torres, Losco; Rafa, Alberto; Vila, Guerrero, Paredes, Llona y Monchito.

Real Betis: Menéndez; Seguer, Luisín, Santos; Valderas, Espejín; Lasa, Loli, Vila, Areta y Del Sol.

El encuentro se resolvió pronto. A los 3 minutos marcó Loli y a los 7, Vila. Esa clara ventaja por 0-2 hizo que el Betis se erigiera en amo del partido. No pasó apuros y dejó una gran imagen. Esto dijo al día siguiente el diario Marca: "El Betis ha causado una magnífica impresión en Vallejo, siendo el mejor equipo de los que han desfilado esta temporada por el campo del Levante".

El resultado final fue de 1-2 y esa victoria consolidó a los verdiblancos en la cuarta plaza y con el futuro abierto para alcanzar el gran sueño que tanto deseaba. El que acabó llegando, aunque eso fuera ya en 1958. 

Al año siguiente de la pandemia de gripe asiática que costó 10.000 vidas y provocó la enfermedad de más de cuatro millones de personas. 

Ojalá que el 2021 que está por llegar sea el que acabe con esta cruz del Covid y traiga la salud, la recuperación económica y, también, la mayor felicidad de los béticos cuando, por fin, puedan volver a reencontrarse en la tierra prometida de Heliópolis.