Los jugadores del Real Betis y de la Fiorentina escuchan los himnos nacionales antes del partido que los enfrentó el 12 de agosto de 1961 en el ya estadio Benito Villamarín.

HISTORIA | "El estadio de Heliópolis ya es del Betis" (y II)

Se cumplen 60 años de la compra del campo donde late el corazón de los béticos. El estadio que a partir de ese momento recibiría el nombre de Benito Villamarín, el gran presidente que la hizo posible, y que se escenificó con la disputa de un partido que enfrentó al Real Betis con la Fiorentina de Italia

Por Manolo Rodríguez

Estamos conmemorando el 60 aniversario de la adquisición por parte del Real Betis del estadio de Heliópolis, el antiguo Stadium de la Exposición, donde estuvo en régimen de arrendamiento desde 1936. Un momento trascendental que se vivió el 12 de agosto de 1961 y que le permitió a la entidad culminar el anhelo de convertirse en propietario de sus propias instalaciones. El fin de un largo proceso que amplió significativamente su patrimonio y consolidó su crecimiento en unos años de bonanza deportiva y gran prestigio social.

En la primera entrega sobre este acontecimiento histórico, publicada el pasado lunes día 9, conocimos los ambiciosos proyectos de Benito Villamarín, sus negociaciones con el Ayuntamiento, los distintos procesos administrativos que hicieron posible la compra y, por fin, la celebración de la subasta que determinó que el Real Betis se hiciera con la propiedad del estadio.

Una subasta que se celebró en el despacho del alcalde Pérez de Ayala el 26 de noviembre de 1960 y a la que sólo concurrió el Real Betis. El campo municipal de Heliópolis pasó a ser propiedad del club verdiblanco a cambio de catorce millones treinta y seis mil quinientas cincuenta pesetas, que tendría seis años para pagar.

Por parte del Betis, rubrican tan histórica acta el vicepresidente tercero, Diego Benjumea, y el gerente, Fernando Moya. En nombre del Ayuntamiento firman el alcalde Mariano Pérez de Ayala, y, con él, los munícipes José Romero López y Alfonso Jaramillo, quienes por su condición de béticos habían expresado su deseo de sumarse a este momento trascendental. Dos actores fundamentales en este gran acontecimiento que ahora llegaba a su fin.

La prensa de la época saluda con júbilo lo ocurrido y el 2 de diciembre informa de que el Pleno Municipal ha aceptado el acta de la subasta celebrada para la enajenación del Estadio Municipal al Real Betis Balompié.

Dos días más tarde, el 4 de diciembre, se disputa en terreno bético un apasionante Betis-Sevilla, que registra un empate a cero que bien pudo acabar en victoria si Yanko Daucik hubiera transformado el penalti con que fue castigado el eterno rival. Era el primer partido en casa tras la subasta. Por ello, en sus crónicas, los periódicos ya denominan ese día al campo del Betis como el "Benito Villamarín", ajustándose a lo acordado por los socios en la Asamblea de septiembre de ese año.

Las obligaciones

A finales de enero de 1961 regresa el presidente de los Estados Unidos y por primera vez habla de las obligaciones. Textualmente le declara a la revista "Verde y Blanco" que:

"Vamos a celebrar una reunión con las distintas entidades que constituyen la Banca Privada en Sevilla, con objeto de lanzar 25.000.000 de pesetas en obligaciones para que se distribuyan entre los béticos y demás partidarios pudientes del club, a fin de realizar en nuestro campo las obras necesarias para que tenga doble cabida de la actual".

Sin embargo, un imprevisto agravamiento de su enfermedad obliga a Benito Villamarín a volver de nuevo a Boston el 20 de febrero, de donde no regresa hasta el 8 de abril. Con el tiempo justo de acudir al día siguiente al palco para presenciar el partido Betis-Granada. El graderío, puesto en pie, aplaude durante varios minutos al presidente que, solo en el centro de la balconada, saluda al público con la mano derecha. Una foto icónica que es historia del Betis.

En este tiempo se modifica el destino final de la emisión de las obligaciones hipotecarias, que finalmente se dedicarán a pagarle al contado al Ayuntamiento de Sevilla la compra del estadio. Dicha emisión, por valor de 20 millones de pesetas, fue aprobada por la Asamblea de socios celebrada el 8 de agosto de 1961 y se hizo en tres series de 1.000, 500 y 200 pesetas a través de 5 bancos, en concreto, el Andalucía, Coca, Hispano Americano, Santander y Urquijo. Benito Villamarín avaló personalmente esta operación y el plazo de amortización quedó fijado en 20 años.

De los 20 millones de pesetas puestos en circulación sólo se suscribieron 17 y durante una década esta deuda le creó serios problemas económicos al club. Los intereses del pasivo alcanzaron los 25 millones y sólo quedaron definitivamente saldados con el importe del traspaso de Quino al Valencia en 1971.

El pago al Ayuntamiento

Pero en aquellas fechas de agosto nada perturba la felicidad de los béticos. La Asamblea de socios es informada de la adjudicación del campo y aprueba la emisión de obligaciones. Todo ello, según refieren los periódicos, "en medio del mayor entusiasmo".

Tres días después de la Asamblea, al mediodía del 11 de agosto, Benito Villamarín, acompañado por el vicepresidente segundo, Carlos Cáceres, y por el gerente, Fernando Moya, acude al Ayuntamiento, donde entrega un talón por valor de los más de catorce millones en que se ha tasado la compra del estadio. En esa misma visita, invita al alcalde al acto de firma de la escritura, que tendrá lugar un día después en el ya campo bético

Por la tarde cumplimenta al Cardenal Bueno Monreal, a quien le pide que bendiga el nuevo estadio en el acto de firma previsto para la jornada siguiente. Ambos aceptan su petición. Ya por la noche, en la sede del club, la Junta Directiva aprueba la concesión de la Medalla de Oro del Real Betis al alcalde Mariano Pérez de Ayala.

La ciudad vive con expectación esos días, convencida de que está asistiendo a un suceso histórico que los periódicos engrandecen en las vísperas. Un editorial del diario ABC, titulado: "Un jalón en la historia del club verdiblanco", lo recalca en los siguientes términos: "Esto era lo que el Betis necesitaba para redondear su hacienda, para reafirmar su existencia, para proyectar su futuro".

También el vespertino "Sevilla" escribe: "Una gran fecha, acaso -y sin acaso- la más importante de su historia va a ser el 12 de agosto para la gran familia bética".

El sueño hecho realidad

En efecto, la gran gala en la que habrá de escenificarse la adquisición del estadio se programa para el sábado 12 de agosto de 1961, a las diez y media de la noche. Una cita histórica que retransmite en directo Radio Nacional de España y que incluye la bendición de las instalaciones, la firma de las escrituras, los discursos protocolarios y la disputa de un partido internacional amistoso que enfrenta al Real Betis contra la Fiorentina de Italia, el vigente campeón de la Recopa de Europa y de la Copa italiana

El club de la Toscana viene gratis, ya que su presencia en Sevilla forma parte del acuerdo de traspaso del jugador sueco Torbjorn Jonsson. Una historia que también algún día merecerá ser contada con detalle.

En esencia, se puede adelantar que Jonsson fichó por el Betis en septiembre de 1960 cuando era considerado como uno de los mejores jugadores del fútbol europeo. Se estableció en Sevilla en noviembre de ese año, pero jamás llegó a debutar en partido oficial porque la Federación Española de Fútbol no autorizó su inscripción al tener cubierto el Betis el cupo de dos extranjeros.

Así permaneció hasta que en junio de 1961 fue traspasado a la Fiorentina por 10 millones de pesetas. A Villamarín le había costado 1. Total, un beneficio de 9 millones en 6 meses.

Jonsson acude con la Fiorentina al partido de la compra del estadio y, con él, otra colección de futbolistas extraordinarios entre los que se cuentan el también sueco Hamrin y los italianos Orzan, Sarti, Robotti y Castelletti. Como entrenador, viene al frente del equipo Nándor Hidegkuti, uno de los mejores jugadores húngaros de todos los tiempos. Subcampeón del mundo en 1954 y compañero de Puskas, Kocsis y Czibor en aquella escuadra mitológica que fue conocida como "los magiares mágicos".

La representación directiva la ostenta el vicepresidente de la entidad, Marcelo Massi, quien les hace entrega a los dirigentes béticos de una bandeja de plata. El Betis, por su parte obsequia a sus visitantes toscanos con unas miniaturas de la Giralda.

Antes de que los béticos entren en el estadio, que se llena hasta arriba, todos quieren ver el precioso azulejo que se ha colocado en la entrada principal de Preferencia con el nombre de Benito Villamarín y un escudo rematándolo en lo más alto.

Este azulejo lo promueven las Peñas Béticas, a iniciativa de Alfonso Jaramillo, y tiene un coste de 50.000 pesetas. Dice Jaramillo que "es el regalo que todos los béticos le ofrecen como premio bien merecido a nuestro presidente, señor Villamarín".

El estadio ya es del Betis

En el centro del campo se coloca un estrado y ahí toman asiento las autoridades, a las que acompaña una ovación interminable desde su salida a la hierba. Preside el Cardenal y a su derecha se sitúa el alcalde y a la izquierda, Villamarín. En los flancos se hallan munícipes y directivos béticos y de la Federación Andaluza.

El Cardenal Bueno Monreal, revestido de pontifical, procede a la bendición solemne del estadio y más tarde el alcalde Pérez de Ayala y Benito Villamarín (este con la pluma de oro que le han regalado sus directivos) firman la escritura de compra en presencia del notario Antonio Cubero de la Rosa.

Un instante lleno de simbolismo en el que restalló en la megafonía del campo una elocuente voz que proclamaba: "El estadio de Heliópolis ya es del Betis".

A continuación, tomó la palabra Su Eminencia Reverendísima, quien, citando a San Pablo, trazó un paralelismo entre el sacrificio de los deportistas y el de los cristianos. Para acabar, Bueno Monreal hizo un sincero elogio de Benito Villamarín a quien le dio las gracias por la importante ayuda económica que había prestado en la construcción del Seminario y en otras obras diocesanas.

El siguiente parlamento es el de Villamarín, quien agradece el apoyo recibido por el club y reafirma que no se detendrá en la mejora del estadio que ahora adquiere el Real Betis. Ensalza la figura del alcalde y, a continuación, le impone la Medalla de Oro de la entidad.

Tras el abrazo entre ambos, Pérez de Ayala cierra el acto señalando que la operación que se acaba de rubricar es muy beneficiosa para el Real Betis y "perfectamente compatible con mi obligada defensa de la hacienda municipal".

Todos abandonan el terreno de juego en medio de una ovación enfervorizada y se dirigen al palco presidencial mientras que suenan los acordes de la Marcha Real interpretada por la Banda Municipal.

El espectáculo del fútbol

Pasadas las once de la noche saltan al terreno los jugadores del Betis y de la Fiorentina, portando cada equipo la bandera nacional del rival. Los verdiblancos, con calzonas negras y brazalete de luto por el fallecimiento del ex presidente Eduardo Benjumea. Forman en el centro del terreno donde oyen los himnos de Italia y España. Areta y Orzan ofician como capitanes. Arbitra el sevillano José Ruiz Casasola, colegiado de Primera División, y las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Otero (Pepín); Lasa, Ríos (Santos), Areta (Gerardo); Montaner (Matito), Martín Esperanza; Llorens (Quiroga), Pallarés (Luis), Yanko (Ansola), Gargallo (Yanko) y Castaño.

ACF Fiorentina: Sarti; Robotti, Orzan, Castelletti; Mechelli, Ferretti; Hamrin, Jonsson, Milani (Voltolini), Dell´Angelo (Camardielli) y Angelini.

Antes de que la pelota eche a rodar comparece en el campo el conde de Halcón. Antonio Halcón y Vinent, tres veces alcalde de la ciudad hasta la década de los 30. Uno de los grandes impulsores de la Exposición Ibero Americana de 1929 y benefactor de los más necesitados. El responsable municipal que transformó para bien la imagen urbanística de la ciudad y que, por ello, fue conocido para siempre como "el alcalde palanqueta".

El conde de Halcón hace el saque de honor con la pierna derecha. Lo acompaña al centro del terreno el concejal bético Alfonso Jaramillo, posiblemente una de las personas más felices esa noche, si no la que más.

Cuando comienza el partido, queda claro que el espectáculo futbolístico está a la altura del acontecimiento. Se juega un duelo brillante y apasionado en el que se adelanta la Fiorentina a los 20 minutos, con un gol, curiosamente, de Jonsson. En el 39 empata el Betis gracias a un duro disparo de Yanko, pero antes del descanso vuelven a tomar ventaja los italianos con un tanto de Dell´Angelo. 1-2 al descanso.

De vuelta de las casetas, la afición verdiblanca puede ver por primera vez a Luis Aragonés, uno de los más destacados fichajes de ese verano, llegado a Heliópolis en la operación de traspaso de Isidro al Real Madrid. Con Luis cambian las cosas. También con Ansola, otro refuerzo que hará historia en los años venideros.

El Betis remonta en el segundo periodo con goles de Luis y Martín Esperanza. 3-2 al final. Un triunfo de prestigio que le pone un broche de oro a la gran noche de la compra.

Pasada la una de la madrugada del domingo 13 de agosto salen los espectadores del estadio. Del ya estadio Benito Villamarín. Felices por comprobar que el Betis ha conseguido vencer a la historia y que ya están definitivamente superadas las penurias de la travesía del desierto.

Y todo, gracias a Benito Villamarín. El gran presidente que una semana más tarde, el 18 de agosto de 1961, recibe un multitudinario homenaje de las Peñas Béticas.

El último acto de un tiempo apasionante. El que ahora cumple 60 años.