El mítico larguero roto en Heliópolis en octubre de1957. Una semana después llegaría la gripe asiática. (Foto Fondo Simó)

HISTORIA | El Betis en tiempos de pandemia

La gripe de 1957 no afectó a los jugadores verdiblancos, aunque sí a sus rivales, mientras que en 2009 fue el único club que se vio obligado a solicitar el aplazamiento de un partido

Por Manolo Rodríguez

A estas alturas ya es suficientemente conocido que el fútbol español jamás pasó por una coyuntura como la que se halla viviendo en la actualidad. Nunca antes la enfermedad paró de un modo tan radical los campeonatos nacionales e internacionales ni sembró de dudas el futuro mismo de las competiciones deportivas. 

Pero no es esta la primera pandemia que se asoma al mundo del fútbol en España. Ya hubo antes algunos precedentes que merecen ser contados, aunque no tuvieran, obviamente, la repercusión dramática con que se está ensañando la actual plaga.

En 1957 la entonces llamada gripe asiática tuvo a la Liga en tenguerengue durante los meses de octubre y noviembre de aquel año y entre 2009 y 2010 la Organización Mundial de la Salud también clasificó como pandemia un brote de gripe A que, afortunadamente, se quedó en mucho menos de lo que habían previsto inicialmente las autoridades sanitarias.

Curiosamente, la gripe de 1957 no afectó a los jugadores del Betis, al contrario de lo ocurrido con otros muchos equipos, incluso andaluces. Pero, sin embargo, la de 2009 sólo dañó al Real Betis, que fue el único club que se vio obligado a solicitar el aplazamiento de un partido por hallarse enfermos un alto número de sus jugadores.

La gripe asiática

A mediados de octubre de 1957 en el Betis se hablaba sobre todo del larguero que había roto Luis del Sol jugando contra el Extremadura el día 13 de ese mes. Un suceso que se ha ido contando de generación en generación y que ya forma parte del imaginario de los béticos. La carrera desesperada del mito, su forzado remate al llegarle el balón y el salto desesperado que lo hizo agarrarse del travesaño, que acabó quebrándose.

Desde ese día, los aficionados más veteranos han ido contando aquella escena y de cómo Tenorio "el viejo" se afanó en recomponer la madera ante la diligente mirada de Manuel Simó (delegado de campo) y del árbitro del encuentro, el señor Cerezuela Ruiz. Cuarenta minutos duró la operación. El partido más largo que, afortunadamente, acabó muy bien, ya que los verdiblancos golearon por 6-1 al equipo de Almendralejo.

En el Betis entonces, al inicio de lo que acabaría siendo el triunfal ascenso a Primera, no se respiraba tanto optimismo. La temporada arrancó con claroscuros y la goleada al Extremadura había sido el primer buen momento de la campaña. Por eso, se esperaba que la racha tuviera continuidad en la inmediata visita a Elda.

El jueves 17, sin embargo, la Federación le comunicó al Betis que no viajaran a la localidad alicantina. En un principio, según publicaron los periódicos, la suspensión del encuentro obedecía a la imponente riada que había asolado días antes las tierras levantinas al desbordarse violentamente el río Turia.

Pero no era eso: la práctica totalidad de la plantilla eldense tenía gripe. La gripe asiática, que en esos días ya hacía estragos en el fútbol español suspendiendo partidos a diestro y siniestro en todo el territorio nacional. Lo mismo en Bilbao que en Ceuta, igual en La Coruña que en Córdoba. Total, 99 jugadores enfermos y casi una docena de partidos sin poderse jugar.

Por suerte, en el Betis no había nadie aquejado. El entrenador Barrios mantuvo su plan de trabajo y el doctor Del Barco no diagnóstico ningún caso preocupante. Todo seguía su rutina.

Sin embargo, el sobresalto llegó otra vez a mediados de semana. El jueves 24 la Federación Española acordó suspender también el siguiente partido que deberían jugar los béticos, esta vez en Heliópolis, contra el Alcoyano.

La razón, la misma que en el caso anterior: el Alcoyano tenía 12 futbolistas enfermos de los 21 que se hallaban inscritos en su plantilla. Este nuevo parón gustó menos en el Betis. Dos semanas sin jugar era mucha tela. "Esta inactividad puede frenar nuestra escalada", le confesó Barrios a un grupo de periodistas.

Es el caso que ese domingo 27 de octubre otra vez hubo varios encuentros que no se pudieron disputar. Dos en Primera y otros cuatro en Segunda. Incluso aún en la siguiente jornada se debió suspender el Jaén-Sporting.

La normalidad se retomó en el mes de noviembre de 1957 y el Betis reemprendió su camino hacia el deseado ascenso. El partido aplazado contra el Alcoyano se disputó relativamente pronto (el 24 de ese mes) y se impusieron los verdiblancos por 3-1.

El viaje a Elda debió esperar hasta el día de Año Nuevo de 1958 y acabó con derrota. Por cierto, aquellas fechas en que se iba un año y llegaba otro las pasaron los béticos en tierras levantinas. Primero jugaron (y ganaron) en el campo del Levante el domingo 29 de diciembre y de ahí se fueron a Elda a comerse las uvas. Quizá por eso pasó lo que pasó.

Mientras tanto, se habían ido apagando los ecos de "aquella gripe mala", como la motejó el pueblo llano, aunque en todo el ancho mundo dejara un reguero de muertes que alcanzó la cifra de más de un millón de víctimas. También vino de China, aunque por primera vez se la pudo combatir con antibióticos, algo que en Europa resultó decisivo para derrotar al virus.

La gripe A

Medio siglo más tarde de lo referido anteriormente, el Real Betis volvía a marcarse como objetivo el ascenso a Primera División. Eran otros tiempos, confusos y decepcionantes, pero, sin duda, premonitorios del nuevo horizonte social que obligadamente debería instalarse en la sociedad bética a no tardar mucho.

El 24 de octubre de 2009 los verdiblancos jugaron en Gerona, donde obtuvieron un notable triunfo por 0-2. Aquel Betis lo entrenaba Antonio Tapia y en la plantilla permanecían del año anterior (el del descenso) futbolistas con galones como Sergio García, Emaná, Arzu, Capi o Pavone, a los que se habían sumado como fichajes más destacados Iriney, Nacho y el portero Goitia.

Pero la cosa no acababa de ir y la preocupación se sumaba a los malos humores que todavía duraban. Por eso tuvo eco la victoria en Gerona. Sin embargo, la tranquilidad duró poco. Apenas dos días después resultó que más de media plantilla estaba enferma.

Tras volver de Cataluña el técnico les concedió dos días de descanso a sus jugadores. Volvieron a verse el martes y desde ese momento el médico del club, Tomás Calero, empezó a intranquilizarse. Había varios futbolistas aquejados de gripe. En principio, cuatro y enseguida llegarían varios más.

A los jugadores afectados se les examinó en la clínica de Fátima y se les puso en aislamiento en sus domicilios. Se diagnosticó que habían contraído la gripe A.

Casi al mismo tiempo, el club protocoliza la situación e informa de lo ocurrido a los responsables sanitarios de la Junta de Andalucía. Comienzan los controles analíticos diarios, se cierra la Ciudad Deportiva y se desinfectan las zonas habilitadas para los jugadores.

Los medios especulan con los nombres de los enfermos y pronto se sabe que son trece. En concreto, Nelson, Sergio García, Arzu, Sunny, Carlos García, Juande, Damiá, Nano, Caffa, Emaná, Pavone, Fernando Vega e Israel.

Tomás Calero no da abasto en aquellos días. Y aún hoy sigue recordando con preocupación el panorama que tuvo por delante: "Era una situación muy difícil en la que no sabíamos exactamente cómo iban a evolucionar los jugadores. Algunos de ellos presentaban síntomas muy extremos y era necesario actuar de inmediato".

El brote de gripe A había aparecido en el mes de abril de ese año 2009 en México (aunque su origen probablemente estuviera en África) y, en junio, la OMS lo declaró como pandemia. Ya en el mes de octubre el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades dijo haber identificado más de 100 muertos semanales en Europa por esta causa.

Tomadas las primeras medidas de choque, la salud de los jugadores tendió a mejorar. Pero, obviamente, no estaban para jugar y el Betis debía recibir el domingo 1 de noviembre en Heliópolis al Villarreal B.

Por ello, el club verdiblanco se dirigió a la Federación Española solicitando el aplazamiento del partido. Lo hizo el jueves 29 de octubre presentando todos los informes médicos y casi de inmediato recibió la autorización federativa.

A partir de ahí, los esfuerzos se centraron en recuperar a los futbolistas, muchos de los cuales habían visto limitada su capacidad respiratoria. "En particular, a Nelson, que fue a quien más le costó volver a la normalidad", según recuerda hoy Tomás Calero.

El Betis fue el único equipo en España que se vio afectado por esta epidemia de gripe A y ello provocó muy distintos comentarios en diversos ámbitos del fútbol. Algo de lo que sigue hablando en la actualidad con una evidente molestia Tomás Calero: "Me disgustaba mucho que se dudara de la veracidad de lo que estaba ocurriendo en el Betis. Era una presión añadida. Por ello, en las ruedas de prensa no sólo intentaba informar de la evolución de los jugadores, sino que también procuraba desmentir que el Betis estuviera utilizando a su favor lo ocurrido".

"Por otra parte, sigue diciendo Tomás Calero, una situación de esta naturaleza era completamente desconocida en el mundo del fútbol en aquel momento. De hecho, cuando la LFP reunió a los médicos de todos los clubes para tratar este asunto me pidieron a mí que fuera el ponente para que informara al resto de compañeros".

Tras una semana sin actividad, los jugadores del Real Betis volvieron al trabajo y ya el domingo 8 de noviembre jugaron en Cádiz. El partido aplazado contra el Villarreal se disputó por fin el miércoles 2 de diciembre de 2019.

Y ganó el Betis por 4-0.