El alcalde Horacio Hermoso, sentado, firma el contrato de arrendamiento del Stadium de la Exposición. A su derecha, segundo en la fila de pie, se puede ver al vicepresidente bético, en funciones de presidente, Manuel Alonso Cueli.

HISTORIA | El arrendamiento del Stadium de la Exposición

Se cumplen 85 años de la firma del contrato de alquiler que le permitió al Betis tomar pleno dominio del estadio que fuera construido en 1929 con ocasión de la Muestra Iberoamericana de ese año

Por Alfonso del Castillo

Estos días se cumplen 85 años del arrendamiento por parte del Betis Balompié del Stadium de la Exposición, acto de firma que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Sevilla el 16 de julio de 1936.

Un acuerdo que le daba al club bético la posibilidad de trasladar su actividad deportiva al estadio construido con motivo de la Exposición Ibero Americana celebrada en Sevilla entre 1929 y 1930, y en el que se programaron distintas pruebas deportivas, entre ellas un España-Portugal de fútbol disputado el 17 de marzo de 1929 que sirvió de inauguración oficial del recinto. 

Una vez finalizada la Exposición el uso de estas instalaciones fue muy diverso, acogiendo algunos encuentros futbolísticos, como, por ejemplo, el que el Betis jugó allí contra el Barcelona en abril de 1930, correspondiente a los octavos de final de la Copa.  

Durante este tiempo, el estadio se empleó esporádicamente para todo tipo de actos: pruebas de automovilismo y de motorismo, exhibiciones hípicas, actos políticos, mítines, campo de entrenamiento de la Guardia de Asalto, etc. E incluso se especuló con su posible arrendamiento a una sociedad de apuestas para instalar allí un canódromo.

Pero, en general, el uso del Stadium fue escaso y su conservación, pésima, por lo que el recinto fue degradándose paulatinamente. No contribuyó precisamente a su buen estado la deficiente situación de la hacienda municipal, fuertemente endeudada por los gastos de la Exposición.

Así que después de varios años de falta de conservación podemos imaginar cómo se encontraba el terreno de juego, sin el más mínimo rastro de césped, e incluso de los graderíos y las tribunas, gran parte de ellas rematadas en madera. 

El Betis de 1936

En el tramo final de la temporada 1935-36 el Betis pasó por una situación muy comprometida, hasta el punto de especularse incluso con la desaparición de la sociedad como tal. 

El fuerte endeudamiento económico que arrastraba la entidad era consecuencia de los desajustes ocasionados por la profesionalización del fútbol, los cuales se extendieron a numerosas entidades deportivas por esas fechas. Algo fácilmente comprobable repasando la prensa de la época. 

Para resolver esa crisis, especialmente acentuada a lo largo del mes de mayo de 1936, el Betis llevó a cabo diversas gestiones: un llamamiento al apoyo decidido de la afición, que fue ampliamente respaldado;  una reducción de la nómina de jugadores para la temporada siguiente (con las bajas de jugadores como Gómez o Rancel); la venta de otros jugadores del club, como Unamuno al Athletic (10.000 pesetas) o Urquiaga al Barcelona (80.000 pesetas), y las gestiones emprendidas desde tiempo atrás, y que ahora se remataron, para el traslado de la entidad verdiblanca del campo del Patronato al Stadium de la Exposición.

Sobre este último particular hay que precisar que la capacidad del Stadium era el doble que la del recinto del barrio del Porvenir: 16.000 espectadores frente a 8.000. La intención de la directiva bética era abaratar las entradas, a fin de que pudiera acudir más público y, consiguientemente, incrementar las recaudaciones, algo que no podía hacerse en el Patronato dado su inferior aforo.

Durante los partidos finales de la temporada 1935-36, las eliminatorias de Copa contra Girona y Osasuna, el Betis había rebajado sensiblemente los precios de las localidades, medida que redundó en unas magníficas entradas en el campo del Patronato. Pero dada su capacidad limitada, sólo esta iniciativa no podía resolver por sí misma el problema a medio plazo. Con lo que el traslado a un campo con un mayor aforo se veía como una buena alternativa.

Para la entidad municipal este movimiento también era deseable, dado que no tendrían que soportar los gastos de mantenimiento del Stadium, y además se garantizaba un ingreso por el arrendamiento permanente de un espacio infrautilizado. 

Las negociaciones

Desde abril de 1936 tenemos constancia de la intención del Betis de ubicarse para la siguiente temporada en el Estadio de la Exposición. Para ello mantuvo contactos con la Comisión Liquidadora de la Exposición Iberoamericana, organismo dependiente del Ayuntamiento de Sevilla encargado de la gestión y liquidación de los bienes heredados del certamen. 

En sesión celebrada el 10 de julio de 1936 la Comisión Liquidadora aprobó la cesión al Betis del Estadio de la Exposición.

Cuando se producen estas negociaciones el Betis no tenía presidente como tal, pues Francisco Navarro, el elegido en la Asamblea de Socios del 13 de agosto de 1935, había dimitido, asumiendo sus funciones el primer vicepresidente Manuel Alonso Cueli, que se hallaba perfectamente habilitado legalmente para realizar estas gestiones. En las negociaciones también intervino Antonio Moreno Sevillano, el anterior presidente verdiblanco, quien en la campaña anterior había culminado su brillante gestión con la consecución del Campeonato de Liga.

Frente a las pretensiones iniciales de la Comisión Liquidadora de ofrecer un contrato por un periodo reducido, apenas de un año, el Betis consiguió un acuerdo por un periodo más extenso. Algo obligado si se tiene en cuenta la fuerte inversión que el club debería realizar para acondicionar el terreno de juego, así como las imprescindibles obras de saneamiento y reconstrucción de las instalaciones.

El Ayuntamiento de Sevilla con el que el Betis negoció era el derivado de la selecciones realizadas el 16 de febrero de 1936, y en las que en Sevilla se impuso el Frente Popular. Su composición estaba formada por una mayoría de 30 concejales (5 de Izquierda Republicana, 15 de Unión Republicana, 5 del Partido Comunista y 5 del Partido Socialista). En la oposición 20 concejales de Acción Popular y de la Comunión Tradicionalista.

La firma y el contrato

El 16 de julio de 1936, a las 13 horas, tuvo lugar en el Ayuntamiento de Sevilla la firma del contrato de arrendamiento por un periodo de 10 años. 

Al acto de firma acuden, por parte municipal, el alcalde Horacio Hermoso, el primer teniente de alcalde Fernando García y García de Leániz, el concejal José Antonio Magadán de Juan, el secretario del ayuntamiento Alberto Gallego Burín, el secretario de la Comisión Liquidadora Diego González Alorda.

La representación bética la encabeza el vicepresidente, en funciones de presidente, Manuel Alonso Cueli, al que acompañan los directivos Pedro Barroso de Pando y Carlos Fernández de Pando.

Junto a ellos, un representante de la Federación Atlética de Atletismo llamado Ibáñez; Antonio Moreno Sevillano, como miembro de la Federación Regional Sur, y Diego López y Federico Cazorla, como miembros de la Tertulia Bética. También en la prensa se informa de la presencia de uno de los hermanos Wesolouski, ligados al club desde la fundación del Sevilla Balompié. Muy seguramente se trate de José Wesolouski Zaldo, que en la directiva esa temporada ejercía las funciones de contador.

El contrato que se firma recoge detalladamente diversas cláusulas.
En la primera de ellas se detalla el objeto del arrendamiento: el Estadio de la Exposición con los jardines que lo circundan, así como todas las instalaciones y mobiliario que se detallan en un anexo adjunto que recoge un inventario detallado, pero que desgraciadamente no conocemos.

La segunda cláusula estipula el plazo de arrendamiento en 10 años, a contar desde el 1 de agosto de 1936. Teniendo en cuenta que la temporada debía de iniciarse a comienzos de septiembre, con la disputa del Campeonato de Andalucía, no era mucho el tiempo para acondicionar las instalaciones tras años de abandono.

La tercera cláusula obliga al Betis a realizar en el Estadio (edificio y terreno de juego) obras de saneamiento y reconstrucción por valor de 72.000 pesetas a lo largo de los 10 años del contrato, teniendo que invertir una tercera parte (24.000 pesetas) antes del inicio de la temporada futbolística, es decir, en el próximo agosto; otra tercera parte (24.000 pesetas) antes del primer año y la otra tercera parte (24.000 pesetas) a lo largo de los 9 años restantes.

Para cualquier obra o modificación en el Estadio era preceptiva la autorización de la Comisión Liquidadora, con un informe previo del arquitecto Jefe de Conservación de la misma, quien, además, era el encargado de valorar las obligaciones económicas estipuladas en la cláusula tercera.

El arrendamiento del Estadio se fijaba en 9.000 pesetas anuales.
El Betis estaba obligado a ceder al Ayuntamiento el Estadio cuatro días al año para la realización de actos benéficos, siempre y cuando no coincidieran con las fechas propias de la competición futbolística oficial. 

Y, asimismo, tenía que poner a disposición del Ayuntamiento un palco de preferencia y otro para la Comisión Liquidadora en todos los espectáculos que se celebrasen en el Estadio. Se comprometía, igualmente, a mantener en su puesto de trabajo al conserje de las instalaciones, así como a abonarle un sueldo de 7 pesetas diarias.

Por último, no se podían subarrendar ni transmitir los derechos del contrato sin una autorización por escrito de la Comisión Liquidadora, asumiendo el Betis todos los impuestos y gastos por la celebración de espectáculos en el Estadio.

La guerra civil y el estreno en 1939

Pero todo cambió radicalmente dos días más tarde, ya que el 18 de julio, apenas cuarenta y ocho horas después de la firma de este contrato se inició la guerra civil en España. 

Sevilla cayó muy pronto en poder de los sublevados y el alcalde Horacio Hermoso, así como el primer teniente de alcalde Fernando García de Leániz (que aparecen entre los firmantes) fueron fusilados, y el Betis no pudo tomar posesión del Stadium de la Exposición en agosto de 1936. Un estadio que durante los años de contienda bélica fue usado como acuartelamiento militar, primero de las tropas marroquíes, luego italianas y después de la caballería mecanizada.

No sería hasta enero de 1939 cuando, ante la inminencia de la reanudación de las competiciones oficiales, el Betis retomó la reconstrucción de su nuevo campo, que había agravado su estado de abandono y ruina durante los casi tres años de guerra civil. 

Finalmente, el 12 de marzo de 1939 el Betis estrenó su condición de titular del estadio, con un partido de la jornada 10 del Campeonato de Andalucía, que concluyó con victoria verdiblanca sobre el Sevilla por 1-0, gol obra de Francisco González "Paquirri".

En la década de los 40 cambió la denominación del Stadium, pasando a llamarse Estadio de Heliópolis, el nombre con el que se conocía al barrio circundante.
La zona donde se habían construido para la Exposición Iberoamericana los llamados "Hotelitos del Guadalquivir", con el objetivo de albergar a los visitantes de la muestra. En concreto, 390 viviendas con capacidad para 5.000 personas, donde la falta de arbolado y el sol que caía a plomo hizo que fuera conocido popularmente como Heliópolis (Ciudad del Sol). 

Un enclave alejado del centro de la ciudad y muy mal comunicado. Particularmente escaso resultaba era el servicio de tranvías que le daba cobertura y, por ello, esta carencia se convirtió en un frecuente motivo de queja por parte del vecindario y de los béticos cuando acudían los domingos.
Primeras obras en el estadio.

No es hasta la época de la presidencia de Pascual Aparicio cuando el estadio comienza a cambiar algo su fisonomía, dado que se decide encalar el recinto, que hasta entonces en gran parte mantenía el color del hormigón con el que fue construido. Pero será tras el ascenso de Tercera a Segunda División, en 1954, cuando podamos hablar de cambios que van remodelando la estructura original de los graderíos de Heliópolis.  

El motivo fundamental para ello es que Heliópolis se quedaba pequeño para la creciente afición verdiblanca, por lo que en 1954 se determina ampliar su aforo.

Y se hace mediante una nueva tribuna en Gol Norte, con una capacidad para 5.000 espectadores de pie. Hay que señalar que esta tribuna de Gol Norte, como la original de Gol Sur, no estaban unidas todavía a las tribunas de Preferencia y Fondo, quedando en las cuatro esquinas del campo un espacio abierto. En este Gol Norte se ubicaba el marcador, mientras que en Gol Sur estaba el marcador simultáneo que informaba de otros encuentros.

Y en esta línea de crecimiento es de nuevo en 1958 cuando se plantea la necesidad de seguir ampliando el aforo, tras el ascenso conseguido a la Primera División.

Es ahora el Gol Sur el que se remodela por completo, elevando su capacidad hasta los 10.000 espectadores de pie, mientras que en Gol Norte se amplía la capacidad con nuevas alturas en 3.000 espectadores más de aforo. En la zona de Fondo se ganan también 4.000 localidades de pie, mientras que se construye una nueva caseta para el equipo arbitral en la esquina entre Gol Norte y Preferencia.

Se remodela también el vestuario local, con las siguientes divisiones: cuarto de ducha y servicio reservado para el entrenador; cuarto de duchas conjunto para los jugadores; dos baños espaciosos para agua caliente y los servicios correspondientes. El vestuario visitante se reparte por igual, a excepción de los baños de agua caliente. 

Otra importante modificación que se realiza es la construcción de unos fosos al pie del terreno de juego para los entrenadores y sus auxiliares, desapareciendo así la típica imagen del banquillo.

Se ubican también nuevos servicios de bares, antes limitados a la zona de fondo y preferencia, pero que ahora se amplían a 5, con la apertura de uno en cada esquina de Gol Sur (seguían sin estar conectados los goles a las tribunas adyacentes), y otro en la esquina de Gol Norte con Fondo, debajo del marcador simultáneo que se traslada allí desde Gol Norte. 

Este será básicamente el Estadio de Heliópolis que el Real Betis adquirirá en 1961, y que ya era denominado como Estadio Benito Villamarín desde diciembre de 1960.