Javier López abre el marcador en el derbi de 1980. El primero de los cuatro, el inicio de la goleada.

HISTORIA | El 4-0 del 'Currobetis'

En 1980 los verdiblancos golearon al eterno rival en el Villamarín y consiguieron su triunfo más rotundo un día después de que Curro Romero abriera la Puerta del Príncipe

Por Manolo Rodríguez

 

En abril de 1980 el Real Betis goleó al Sevilla en el Benito Villamarín. Su victoria más rotunda e incontestable desde que el mundo es mundo. Un apabullante 4-0 que, al decir de las crónicas, aún se quedó corto. Así lo escribía, por ejemplo, el diario ABC en su portada del martes 22 de abril: "Y pudieron ser más". Un comentario elocuente.

Aquella victoria sobrevive en el imaginario de los béticos por lo que fue y por cómo lo fue. Un recital de principio a fin que provocó oleadas de entusiasmo en la afición, que no paró de disfrutar ni un solo momento. Antes del descanso ya ganaban los verdiblancos por un determinante 3-0 y ello hizo que al acabar la primera parte el estadio se pusiera en pie y les dedicara a los jugadores una ovación que pareció eterna. Un homenaje tan apasionado que algunos mitos como Julio Cardeñosa no lo han olvidado jamás. "Era impresionante ver al público tan entregado cuando sólo se habían jugado 45 minutos", ha referido en alguna ocasión. Otros, utilizando la simbología taurina, han querido comparar lo ocurrido con ese momento excepcional en que a un torero le han tocado la música cuando aún estaba toreando con la montera puerta.

Pero no fue esta la única vinculación que tuvieron los toros con aquella tarde. En el ambiente estuvo siempre la figura grande de Curro Romero, que ese día era el dios de la ciudad. La tarde anterior 'El Faraón' había cortado tres orejas en la Maestranza, había salido por la Puerta del Príncipe, y eso marcó para siempre los comentarios periodísticos. En el diario 'Suroeste', Luis Carlos Peris acuñó el término 'Currobetis' y en el ABC  Manolo Ramírez Fernández de Córdoba tituló su crónica 'Romero en Heliópolis', dejando dicho que "hay un lazo invisible que los ata y empareja; hay como un estilo y unas maneras que los hacen distintos a los demás y, al mismo tiempo, iguales a sí mismo. Son –que ni hace falta decirlo- Curro y er Beti".

Curro Romero, como bético de corazón, debió sentirse muy feliz de lo que hizo su equipo aquella calurosa tarde que anunciaba la Feria. El domingo que traía los farolillos. Un choque de la máxima', como referían los clásicos, que llegó a cinco jornadas del final del campeonato. Una Liga en la que el Betis, claramente, había ido de menos a más. Ascendido en la temporada anterior, cambió de entrenador en la segunda jornada y puso al frente del vestuario a un viejo zorro como Luis Carriega, que hasta meses antes había dirigido al eterno rival.

La primera vuelta fue un tiempo de adaptación y llegado enero el Betis explotó. Y lo hizo a lo grande. Firmando partidos inolvidables y provocando el arrebato en las tribunas. Aún estaban en plena madurez los grandes ídolos que ganaron la Copa del 77 y, junto a ellos, se había incorporado un futbolista tan importante como Enrique Morán. Un equipazo.

Partido a partido los verdiblancos se situaron a tiro de la UEFA y en el tramo final de la temporada se encontraron igualados a puntos con el eterno rival. Y entonces llegó el Betis-Sevilla, el 18 de abril de 1980, a las seis y media de la tarde.

Durante la semana previa todo se fue en especulaciones. Los dos equipos tenían lesionados a sus laterales derechos (Bizcocho y Juanito) y sobre ellos giraron las dudas y las conjeturas. Pero jugaron los dos. Todo el mundo quería jugar el partido. El Betis se concentró en el hotel Jerez y el Sevilla en el Parador de Carmona. Ambas directivas aumentaron las primas. La recaudación rozó los doce millones de pesetas.

Hacía mucho calor cuando los jugadores salieron al campo. El recibimiento al Betis fue imponente. Para el Sevilla, vestido de rojo completo, hubo los pitos inevitables. El encuentro lo dirige el colegiado cántabro Victoriano Sánchez Arminio (hoy presidente de los árbitros) que se estrena en el Villamarín esa temporada. Las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho (Gerardo m.45), Biosca, Peruena, Gordillo; López, Ortega (Alabanda m. 50), Cardeñosa, Benítez; Morán y Hugo Cabezas.

Sevilla FC: Paco; Juanito (Diosdado m.45), Nimo, Rivas, Sanjosé; Blanco, Juan Carlos, Montero, Yiyi (Murúa m.56); Scotta y Bertoni.

El arranque del Betis es avasallador. A los 4 minutos un pase de Morán lo remata López desde cerca con la pierna izquierda. A los 12, Gordillo es derribado en el área y Morán transforma el penalti engañando a Paco. De ahí en adelante, un vendaval imparable. Verdiblanco, por supuesto. Cardeñosa estrella una pelota en el palo; a Hugo Cabezas se le van un par de centros que sólo necesitaban ser empujados y el portero visitante tiene que multiplicarse. El Betis está imponiéndose por aplastamiento y eso hace inevitable el 3-0. Minuto 39. Falta que saca Cardeñosa y cabezazo implacable de Biosca.

El público se vuelve loco. Ovación, griterío. La música con la montera. El Sevilla está aturdido, fuera de sí, y eso se deja notar en el vestuario. El entrenador contrario, Miguel Muñoz, cambia a Juanito y eso no le gusta al defensa sevillista, quien al acabar el partido declarará muy molesto que "me quitan cuando llevo siete años de titular aduciendo nervios; ¿nervios de qué? Yo estaba bien, si ahora no confían en mí…".

Esas mismas cosas ya se habían oído durante el descanso en la caseta, donde también se queda Pablo Blanco, otro de los jugadores emblemáticos del Sevilla, al que habían expulsado poco antes del descanso por agredir a Peruena.

De vuelta al terreno de juego, pasa otra cosa de la que se hablará mucho. Cuando el portero Paco se acomoda en la puerta de Gol Sur le arrojan desde la grada una cornamenta. Impropia actitud que merece la desaprobación de Cardeñosa, Benítez y Carriega, quienes piden serenidad a los espectadores y afean el gesto. Algo que agradecen los jugadores visitantes.

En la segunda mitad juegan once contra diez. El Betis, a placer, administra la renta, pero aún con tranquilidad crea varias ocasiones que pueden darle al resultado un cariz escandaloso. Pero sólo llega un gol más, el que marca Morán en el minuto 64. Después, Alabanda desaprovechará un claro mano a mano y Hugo Cabezas (muy desafortunado) seguirá fallando ocasiones clarísimas.

El partido acaba 4-0 y eso queda para la historia. La mayor victoria verdiblanca de todos los tiempos. Un feliz suceso que en el vestuario del Real Betis se vive con serenidad.  Carriega niega haber tenido afán de revancha y los futbolistas coinciden en el diagnóstico de que han sido enormemente superiores. Gordillo lo explica bien: "Salió todo bordado y no tuvimos rival”"

La crítica en los periódicos nacionales es muy generosa con el fútbol del Betis. El ¡MARCA' proclama que "La Feria fue para el Betis" y el 'AS' tampoco escatima elogios. Por su parte, 'El Mundo Deportivo' titula: "El Betis, ¡por la puerta grande!".

Desde entonces no se ha visto nada igual en Heliópolis. Pero alguna vez tendrá que volver a pasar.