HISTORIA | Determinante Poli Rincón

En la década de los 80, el goleador verdiblanco jugó tres veces en Balaídos y no perdió nunca. Ganó en dos ocasiones, en las que fueron decisivos sus goles, y empató en la otra

Por Manolo Rodríguez


Hipólito Rincón fue determinante en muchos de los 270 partidos oficiales que disputó con la camiseta del Real Betis. Algo natural si tenemos en cuenta que era el goleador del equipo y su mejor delantero. El único Pichichi del Real Betis a lo largo de la historia.

En las 9 temporadas en que jugó en el equipo verdiblanco, Poli Rincón se enfrentó a muchos equipos. Prácticamente a todo el escalafón del fútbol nacional. Y, como es natural, a todos les ganó y contra todos perdió alguna vez. Se le dieron muy bien equipos como el Murcia (el único al que le hizo 2 hat-trick), el Zaragoza, el Athletic de Bilbao o el Espanyol, a los que les hizo goles generosamente. Contra otros no hubo tanta suerte. En especial, el Mallorca, al que se midió en 5 ocasiones sin marcarle nunca.

Pero si hubo un campo propicio para Poli Rincón ese fue el de Balaídos, el feudo del RC Celta, donde actúa el Real Betis esta noche. Tres veces jugó el delantero verdiblanco en el terreno vigués y no perdió ni una sola. Ganó en dos ocasiones y empató en la otra. Y en las dos victorias fue decisivo por sus goles, en especial en el triunfo de la temporada 1985/86, cuando decidió el choque en el minuto 90 con una larga galopada muy suya que culminó con un remate seco y durísimo.

La primera vez que Rincón saltó al césped de Balaídos fue el 27 de febrero de 1983, en aquella temporada que arrancó con el Betis en la Copa de la Uefa. La campaña que inició en el banquillo el húngaro Antal Dunai y complementó en la segunda vuelta el francés Marcel Domingo. Las cosas iban y venían y sólo a partir de ese partido en Galicia comenzaron a tranquilizarse los ánimos de la afición.

Fue también la temporada en la que Poli Rincón se coronó como máximo goleador del Campeonato Nacional de Liga. A Balaídos llegó con 13 goles convertidos en 26 jornadas y sin que hubiera ninguna duda de que ya era el gran delantero de referencia en el ataque verdiblanco. Algo que había podido confirmar en su primer año en Heliópolis.

Nacido en Madrid en 1957, Hipólito Rincón Povedano se formó en la cantera del Real Madrid y vivió diversas cesiones, primero en el conjunto extremeño del Díter Zafra y posteriormente en el Recreativo de Huelva, club con el que ascendió a Primera División.

Debutó con el Real Madrid en un partido de Copa de Europa jugado en Luxemburgo en 1978 y, posteriormente, volvió a ser cedido, esta vez al Real Valladolid.

La campaña 1979-80 la inició con el Real Madrid, donde permaneció una temporada más, aunque sin tener continuidad en el equipo, lo cual le hizo plantearse un mejor futuro fuera del Bernabéu.

Y ese horizonte se le abrió en el Real Betis en el verano de 1981, cuando al equipo verdiblanco lo dirigía Luis Aragonés. El Betis pagó 30 millones de pesetas por su traspaso y su debut en partido oficial tuvo lugar el 2 de septiembre de 1981, en el estadio Guadalquivir, en partido de ida de la primera ronda copera contra el Coria, encuentro en el que hizo un gol.

En la Liga su debut como jugador del Real Betis se produjo el 20 de septiembre de 1981 ante el Racing de Santander en los viejos campos de Sport de El Sardinero.

Pero esa primera temporada apenas marcó 4 goles, algo muy distinto a lo que estaba ocurriendo en su segunda campaña, la 1982/83. Ya les había hecho goles a pares al Espanyol, al Sporting de Gijón y al Athletic de Bilbao (siempre fuera de casa) y en otros cuatro partidos sus tantos habían significado puntos.

Ahora, en Balaídos, se presentaba otra oportunidad ventajosa, habida cuenta de que el Celta andaba por los lugares bajos de la tabla. Y no la desaprovecharon los béticos, que jugaron aquella tarde con camiseta verdiblanca y calzonas verdes.

A los 14 minutos, un centro desde la izquierda de Gordillo lo cabeceó Rincón con habilidad, poniéndose en la trayectoria del balón entre el portero y un defensa. La ventaja en el marcador serenó a los de Marcel Domingo, aunque Esnaola tuvo que salir al rescate al final del primer tiempo deteniendo un penalti lanzado por el "Nene" Suárez, fino jugador que ficharía por el Betis pocos meses más tarde.

Tras el descanso, Rincón se lesionó (fue sustituido por Ramón) y desde el banquillo vio el segundo gol verdiblanco, anotado por un zaguero local en propia puerta, y el postrero tanto de los vigueses que cerró el tanteo con un 1-2 favorable al Betis. También en la segunda parte Esnaola estuvo inmenso.

El Celta bajó ese año y no regresó a la máxima categoría hasta dos años después. Y la temporada del retorno, la 1985/86, el equipo vigués la abrió en su campo recibiendo al Real Betis. En la segunda jornada del campeonato, el miércoles 4 de septiembre de 1985.

Para entonces, ya se sentaba en el banquillo verdiblanco el "viejo zorro" Luis Carriega y los béticos (todos los béticos sin excepción) venían de un arrebato de emotividad y sentimentalismo. El que había provocado tres días antes la vuelta a Heliópolis, aunque con la camiseta del Real Madrid, de Rafael Gordillo, el hijo pródigo.

Aquel partido en el Villamarín había concluido 2-2 y quizá el resultado pareció lo de menos. Lo de más fueron las lágrimas, las emociones y los aplausos incontenibles en ese momento histórico. Muy particularmente cuando Antolín Ortega, el capitán de los béticos, cruzó el círculo central, cogió a Gordillo por la cintura y se lo trajo con sus antiguos compañeros.

Le abrieron hueco en la foto y allí quedó inmortalizado para siempre. Como si su uniforme morado fuera un paréntesis en el tiempo, que lo fue. Todos llamados al conjuro de la melancolía.

Superadas las añoranzas, el Betis se presentó en Balaídos en la siguiente fecha. Volvió a ganar como la última vez que estuvo allí y, de nuevo, fue fundamental el concurso de Rincón, quien hizo el gol del triunfo verdiblanco en los últimos compases del encuentro.

Ya decíamos antes que ocurrió tras recibir un balón en campo propio. Superó por velocidad a los contrarios y al llegar al borde del área tiró un regate limpio que lo dejó delante del portero. Y ahí no solía fallar. Y no falló. 0-1 y para casa.

Volvió a lucir el Betis camiseta verdiblanca y calzonas verdes y asimismo resultó decisiva la actuación del portero, esa noche Cervantes, que lo paró todo. Lo posible y lo imposible. Un extraordinario partido del guardameta irundarra, que había debutado una semana antes, y que esa temporada sería titularísimo.

La tercera y última visita de Hipólito Rincón al campo del Celta fue el 30 de octubre de 1988. Un encuentro marcado por la tragedia, ya que era el primero que disputaba el club gallego tras el asesinato de su gerente, Joaquín Fernández "Quinocho". La tarde estuvo cargada de emotividad y aquí, en este cuaderno de historias, lo definimos en su momento como "el partido de las palomas", por la suelta de 500 palomas que volaron sobre el terreno de juego proclamando la paz.

Ese choque acabó con empate a cero, e incluso falló el Betis un penalti lanzado por Gail.

En aquella ocasión, el equipo, entonces entrenado por Eusebio Ríos, salió al campo con su camiseta habitual y calzonas negras.

Esta vez, sin embargo, el Real Betis jugará con la camiseta verde que se ha confeccionado para homenajear a todos los héroes béticos que han luchado contra la pandemia. Una novedad que confiemos que sea tan determinante en Balaídos como lo fue Hipólito Rincón, el gran goleador bético, cada vez que visitó el campo celtiña.