El joven Francis disputa un balón en el partido de su debut liguero con el Real Betis en el Camp Nou.

HISTORIA | Cuando el Betis firmó a un futbolista andaluz en Japón

En julio de 1979 acabó de cerrarse en Tokio el fichaje de Francis, un joven defensa del Granada que estaba jugando con la selección española el Mundial Juvenil

Por Manolo Rodríguez

En el verano de 1979 el Real Betis acababa de regresar a Primera División. Un ascenso que había costado sangre, sudor y lágrimas y que venía a restituir el enorme dolor provocado un año antes. Las aguas volvían a su cauce y el nuevo presidente, Juan Mauduit, parecía decidido a reforzar la plantilla con futbolistas de garantías.

Con este propósito, el club hizo un gran esfuerzo económico y fichó a dos jugadores tan contrastados como el extremo internacional Enrique Morán y el centrocampista portugués Antonio Oliveira. Los mascarones de proa del nuevo proyecto. Pero se buscaban más cosas. Entre ellas, un defensa central que se fuera formando como relevo futuro del gran Antonio Biosca y que apuntalara al uruguayo Carlos Peruena, quien había dejado algunas dudas en la temporada anterior.

Y así, la secretaría técnica dirigida por Pedro Buenaventura puso sus ojos en un joven defensa del Granada llamado Francisco Manuel García Padial, al que en el mundo del fútbol se conocía por Francis. Un muchacho de apenas 19 años, estudiante de Medicina, que ya se hallaba consolidado como internacional en las selecciones inferiores. Un zaguero contundente, de planta inmejorable, que, además, sabía jugar el balón. 

Las conversaciones para el fichaje de Francis se concretaron el 23 de agosto de 1979. En nombre del Betis negoció el conocido intermediario Roberto Dale y por parte del Granada su presidente, Manuel Anel. El Betis se comprometió a pagar 16 millones de pesetas al club granadino y el futbolista percibiría 6 en tres temporadas. Un acuerdo al que dio su visto bueno el padre del jugador, pero que no pudo firmar Francis, ya que en esos días se hallaba en Tokio, capital de Japón, participando con la selección española juvenil en el Campeonato Mundial de esta categoría.

La noticia, como cabía esperar, fue un bombazo. Principalmente en Granada, donde las aguas ya bajaban muy revueltas. El club de La Alhambra atravesaba una seria crisis económica (decían los periódicos de la época que la deuda alcanzaba los 200 millones de pesetas) y estaba haciendo caja con sus mejores futbolistas. Ya le había vendido al Recreativo de Huelva al buen delantero canario José Luis y ahora se desprendía de Francis, la joya de la corona. El orgullo de la afición. Y todavía parecía dispuesto a traspasar al paraguayo Benítez y al lateral Gerardo, quien, este último, también llegaría al Betis un mes y medio más tarde.

Francis, por su parte, vivía alejado de todo el tumulto de aquellos días. Concentrado en Japón, donde la selección española juvenil estaba completando un magnífico campeonato del Mundo. En la fase de grupos, el equipo nacional empezó ganando a los anfitriones japoneses y después derrotó a México asegurando su clasificación como líder de la liguilla. La derrota postrera contra Argelia ya no significó nada.

Aquella selección juvenil la dirigían Chus Pereda y José Emilio Santamaría y en ella jugaban algunos futbolistas que con el correr de los años serían nombres conocidos en el fútbol nacional. El portero Agustín; los defensas Tendillo y Manolo; los centrocampistas Gail y Zúñiga o los delanteros Marcos Alonso, Rojo y Joaquín Pichardo. Por cierto, que tanto Gail como Rojo también militarían años más tarde en el Real Betis.

Francis jugó todos los partidos de la primera fase como titular indiscutible y eso elevó su cartel. En España se seguía con interés el torneo y cada vez había más rumores sobre los posibles destinos de aquellos muchachos cuando volvieran a casa. A cada uno de ellos se les auguraba un brillante futuro en clubes grandes.

Por esta razón, en el Betis empezaron a preocuparse. Tenían un acuerdo verbal con todas las partes, pero no un contrato firmado. Y ello les hizo temer que en cualquier momento pudieran dar un vuelco los acontecimientos, máxime cuando se oía por ahí que algún conocido intermediario decía tener en exclusiva los derechos del jugador.

Así las cosas, el presidente verdiblanco le encargó a Roberto Dale que se desplazara a Tokio para que el futbolista firmara el contrato. Un viaje relámpago que tuvo eco en los periódicos sevillanos el 31 de agosto de 1979. Ese día se publicaron unas fotos suministradas por la entidad en las que se podía ver a Francis suscribir su compromiso con el Real Betis.

Portavoces de la entidad informaron que el viaje de Roberto Dale a Japón sólo obedecía a una previsión del club para evitar males mayores, ya que, aunque jamás habían dudado de la palabra del padre del jugador y del propio Francis, era imprescindible amarrar todos los cabos, sobre todo, teniendo conocimiento de que algún otro club estaba tras su fichaje.

Pocos días después de aquella firma, la selección española juvenil cayó eliminada en el estadio Omiya de Saitama. Una eliminación injusta en cuartos de final, puesto que el equipo nacional fue muy superior al combinado de Polonia. Pero no hizo gol y eso lo condenó a jugárselo todo en la tanda de penaltis. Y salió cruz. Una pena. 

Aquel Mundial Juvenil de 1979 lo ganó Argentina y significó la primera aparición luminosa en el escaparate internacional de un talento llamado Diego Armando Maradona, la estrella indiscutible del torneo. Una exhibición descomunal del "Pelusa" en la que estuvo acompañado de otros grandísimos futbolistas como Barbas, Ramón Díaz y, muy principalmente, de Gabriel Humberto Calderón, una figura de culto en el Betis de mitad de los ochenta.

Concluida la aventura nipona, Francis regresó a Granada el 5 de septiembre y cuarenta y ocho horas más tarde fue presentado como jugador bético en el transcurso de un almuerzo en el restaurante Luna Park. Una comida ofrecida a los medios de comunicación por el inicio de temporada.

Su debut con la camiseta verdiblanca (verde completa para ser más exactos) tuvo lugar el 12 de septiembre de 1979 en el estadio Domecq, en partido de Copa que enfrentó al Real Betis con el Jerez Industrial y en el que se impusieron los béticos por 2-5.

Ese día compartió el centro de la defensa con Juan Manuel Cobo, quien también fue su compañero en el eje de la zaga en su estreno liguero tres días después. Fue en el Camp Nou y Francis lució la camiseta número 5. No fue una buena noche.

Desde esa misma temporada, la primera, empezaron a acosarlo las lesiones y esa ya fue, desgraciadamente, una constante en su carrera. Una letanía que no lo abandonó nunca. En la campaña 1980/81 fue titular en el mítico triunfo por 0-4 ante el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón, pero se lastimó gravemente en la gira por Sudamérica y a partir de ahí fue arrastrando secuelas que no le dieron tregua y que lo llevaron en varias ocasiones al quirófano.

Tanto infortunio frustró su sueño y le impidió demostrar todo lo que apuntaba aquel espigado muchacho de movimientos ágiles y elegantes. Por ello, en 1985, aburrido y descorazonado, dejó el Betis y el fútbol para iniciar una destacada carrera como médico cirujano en su Granada natal.

No pudo ser lo que hubiera querido, pero en el recuerdo de Heliópolis sigue aquella joven promesa a la que el Betis acabó fichando en Japón, a pesar de que el muchacho hubiera nacido en Granada y procediera del club de La Alhambra.