Equipo del Real Betis que ganó en el Camp Nou en 1980. De izquierda a derecha, de pie: Esnaola, Bizcocho, Biosca, Ortega, Peruena y Gordillo; agachados: Morán, López, Diarte, Cardeñosa y Benítez.

Solo Carriega ganó dos veces en el Camp Nou

Por Manolo Rodríguez

 

La temporada 79-80 arrancó fatal en Heliópolis. Una mala noticia que desentonaba con el gran esfuerzo económico que había hecho el club ese verano fichando a dos futbolistas tan contrastados como el extremo internacional Enrique Morán y el centrocampista portugués Antonio Oliveira.

Bastaron dos jornadas para que el presidente Juan Mauduit y, principalmente, el vicepresidente José León perdieran la paciencia. Entre otras cosas, porque la directiva no tenía ninguna confianza en el entrenador León Lasa, con quien habían surgido desencuentros evidentes al negociar la renovación de su contrato.

Por ello, jugado el segundo partido en el Camp Nou, que se saldó con una goleada poco presentable, decidieron cesar al técnico. Comenzaron de inmediato las especulaciones sobre el sustituto y, de pronto, de manera sorprendente y en tiempo récord, estalló la bomba: el nuevo responsable del equipo sería el gallego Luis Carriega, que hasta tres meses antes había sido entrenador del… ¡Sevilla!

Un cambio de acera en toda regla que conmocionó a la ciudad e hizo recordar tiempos pasados. Un gesto entre valiente e irresponsable que hizo correr ríos de tinta. Y una apuesta muy osada por parte de los dirigentes del Betis, que ponían toda la carne en el asador por un profesional que aparecía muy vinculado a la historia reciente del eterno rival.

Pero Carriega tenía anchas espaldas y una inteligencia natural que le permitía navegar con naturalidad por todas las aguas. Un tipo fascinante que se las sabía todas. Socarrón y taimado, controlador y divertido, mantenía un justo equilibrio entre el fútbol antiguo y los nuevos modelos tácticos que ya empezaban a imponer holandeses y alemanes. Un excelente motivador y un grandísimo relaciones públicas.

Por ello, pasado el tiempo de adaptación a su nuevo mundo verdiblanco, equilibró al equipo y lo dejó quinto en la tabla. A punto de meterse en la Copa de la UEFA. La segunda vuelta de aquella campaña fue sencillamente memorable. Hacía mucho que no se veía jugar tan bien al Betis, y para el recuerdo quedaron partidos formidables, entre los que sobresale la goleada al Sevilla por cuatro a cero.

Al final de la campaña, el estadio le pidió que se quedara y Carriega renovó por una temporada más. Fichó a Diarte, hizo debutar a Parra, y, de nuevo, colocó al equipo en lo más alto. Tanto, que incluso hubo un momento, allá por el mes de febrero, que se llegó a escribir que el Betis podía aspirar al título.

Junto a todo eso, protagonizó la primera victoria del Real Betis en el Camp Nou a lo largo de la historia. Un triunfo sonado e inapelable que llegó el 26 de octubre de 1980, justo una semana después de que se hubieran inaugurado las nuevas tribunas del estadio Benito Villamarín que acogerían el Mundial de 1982.

La actuación del Betis fue extraordinaria. Derrotó al FC Barcelona por 1-3 con una disertación imponente. Sobre todo, de Julio Cardeñosa, que suelta un partidazo descomunal e incluso hace el gol que ajusticia el resultado. Por delante, marcan Benítez y Morán, de penalty. El tanto blaugrana lleva la firma del austriaco Hansi Krankl. Bajo la dirección arbitral del colegiado vizcaíno Ernesto de Burgos Núñez, los equipos forman del siguiente modo:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Biosca, Peruena, Gordillo; Ortega, López, Cardeñosa (Alex m.76), Benítez; Morán y Diarte (Segundo m.86).

El resultado deja muy tocado al entrenador barcelonista, y ex seleccionador, Ladislao Kubala, que apenas dura en el cargo una semana más. Las cosas en Can Barça sólo empezarán a cambiar cuando debute el alemán Bern Schuster, una de las grandes sensaciones del fútbol continental en aquel tiempo.

La temporada 80-81 la termina el Betis en sexta posición y a esas alturas ya se conoce que Luis Carriega tiene un precontrato firmado con el Atlético de Madrid y que Luis Aragonés será el nuevo entrenador del equipo verdiblanco.

Quizá por ello, el traspaso de poderes se escenifica a lo grande en un acto celebrado en el hotel Colón. La Junta Directiva le tributa un sentido homenaje a Carriega por los dos años vividos bajo el mandato del gallego, e incluso el presidente Mauduit le impone el escudo de esmeraldas y brillantes como máxima distinción de la entidad.

Pero lo más trascendente es que a ese emotivo acto acude igualmente Luis Aragonés, quien se funde en un abrazo con su antecesor y toma el relevo entre los flashes de los fotógrafos.

Cuatro años más tarde, el Betis y Carriega se volvieron a encontrar. En marzo de 1985, y cuando en Heliópolis estaban encendidas todas las alarmas. Al entrenador Pepe Alzate se le habían ido las cosas de las manos y parecía que nada podría salvar al Betis del descenso. Pero Carriega lo salvó. Encontró a un equipo que se parecía mucho al que dejó cuando se fue y otra vez lo puso de pie. Tan brillantemente, que, acabada la liga, lo llevó a las puertas mismas de la final de Copa.

El presidente Martínez Retamero no dudó en renovarlo para la campaña siguiente y en el ejercicio 1985-86 el Betis de Carriega fue capaz de ganar de nuevo en el Camp Nou, la segunda vez que lo hacía a lo largo de su historia en el templo blaugrana.

Esta vez fue el día de la Inmaculada de 1985. En la jornada 15 del campeonato, cuando los barcelonistas eran segundos en la tabla clasificatoria. Con el añadido de que el desplazamiento a la Ciudad Condal empezó raro, ya que la expedición verdiblanca hubo de viajar el sábado muy temprano por mor de una huelga de controladores.

El Camp Nou se llena a rebosar con noventa mil personas en las tribunas. Arbitra Ramos Marco y los equipos salen con los siguientes equipos:

F.C. Barcelona: Urruti; Manolo, Migueli, Alesanco, Julio Alberto; Víctor, Schuster, Calderé (Esteban, m.70); Carrasco (Clos, m.70), Pichi Alonso y Archibald.

Real Betis: Cervantes; Calleja, Alex, Quico, Diego; Parra, Hadzibegic, Romo (Suárez, m.82); Rincón (Ito, m.89), Gabino y Calderón.

En el Betis es baja Antolín Ortega y Carriega se decide por colocar a Quico por delante de los centrales para contener las llegadas de Schuster. Los verdiblancos salen sin complejos y el evidente peligro de sus tres puntas pone en guardia al Barça de Terry Venables. No cesan las escaramuzas en las dos porterías hasta que en el minuto 36 Rincón cruza desde el borde del área un buen servicio de Calderón. La alegría, sin embargo, dura poco. Apenas un par de minutos más tarde Pichi Alonso devuelve las tablas al marcador con un cabezazo parabólico que supera a Cervantes.

En la segunda mitad, el Barcelona aprieta y el Betis contragolpea. Ocasiones hay en las dos áreas. Pichi Alonso y Rincón tienen las más claras. El partido va agonizando y se da por cierto el empate. Un minuto antes del final, Carriega hace un cambio para arañarle segundos al reloj. Quita a Rincón y mete a Ito, quien desde su salida al campo sólo ve como los locales bombean balones sobre el marco de Cervantes. No la toca.

Ya en el descuento, Schuster pierde un balón en el costado derecho de su ataque; la pelota le llega a Calderón, que inicia una veloz carrera por su banda y poco antes de pisar el área le mete una pelota profunda entre los centrales a Ito, que ha ido siguiendo la jugada. Casi en el punto de penalti, el extremo para en seco el balón que cae llovido y arma un disparo ante el que no puede reaccionar Urruti. Es el gol del triunfo cuando más alegría da. El gol perfecto. Los jugadores béticos se van entre abrazos y ovaciones del terreno de juego y Carriega saca pecho: “hemos sido mucho mejores”, dice con satisfacción.

Aquella temporada, sin embargo, no la culminó Carriega en el banquillo bético. Pasaron cosas que adelantaron su salida. Dijo estar harto de los caprichos de algunos futbolistas y de la incomprensión general que encontraba en la directiva y en un cierto sector del público. Sólo faltaban seis jornadas para que terminara el campeonato y creyó que no tenía sentido alargar la condena. Finiquitó su contrato y, para la galería, dijeron los dirigentes que “el entrenador ha decidido dimitir para que pueda irse planificando con tiempo la próxima temporada”. Lo relevó Luis del Sol.

Pero nada debe empañar el legado de su paso por Heliópolis. Muchos y buenos recuerdos entre los que destacan sus dos victorias en el Camp Nou. El único que lo consiguió en el banquillo verdiblanco. Una doble gesta en la que sólo repitió como jugador el defensa Alex, aunque en el partido de 1980 sólo jugara catorce minutos. Pero también él puede contarlo.