HISTORIA / El Cartero Real en Heliópolis

Por Manolo Rodríguez

 

El recordado presidente Pepe Núñez, quien gobernara los destinos del Real Betis durante una década, de 1969 a 1979, siempre pretendió que el club fuera una gran familia. Un espacio común y compartido donde nunca faltaran la cordialidad y el afecto y donde los empleados y los socios pudieran sentir el calor del Betis y la cercanía de sus dirigentes.

Así ocurrió en muchos ámbitos. En su apasionada defensa de la unidad; en el debido homenaje a la memoria de los ex jugadores que habían hecho grande al club; en el compromiso para que directiva y socios pudieran resolver juntos la delicada situación económica en la que se encontraba la entidad; en su apuesta por la cantera; en la mucha atención prestada a las Peñas y en el respeto a las tradiciones que humanizaban la imagen del Betis y de los béticos.      

Por ello, siempre hubo regalos en la vieja casona de Conde de Barajas cuando llegaban los días de Reyes. Un recuerdo que mantiene muy vivo Isabel Simó, hija del mítico Manuel Simó, ejemplar servidor del club durante medio siglo, y consejera del Real Betis de 2011 a 2014.

Isabel Simó ha dejado escrito que: "En la fiesta de los Reyes Magos, en el patio de la Secretaría, los hijos de los empleados recogían sus regalos; posteriormente, ya hacia 1977 o 78, esta fiesta infantil se trasladó al estadio, donde participaban también los niños de los jugadores".

Unas fiestas en las que había juguetes para los hijos de los trabajadores y de los futbolistas y también para los niños más desfavorecidos de la ciudad. Y Reyes Magos encarnados por directivos y fotos generosas que hoy se conservan como preciados símbolos de la memoria de aquel tiempo.

Y además de todo esto, al final de la década de los 60 llegó el Cartero Real al césped del estadio Benito Villamarín. Todo un acontecimiento auspiciado por El Corte Inglés y en el que el Real Betis tuvo un amplio protagonismo. Un signo más de la modernidad y los nuevos usos que se asomaban a la España de la época.

El Corte Inglés se había hecho presente en Sevilla en marzo de 1968. Su patrón de patrones, Ramón Areces, dijo el día de la apertura que "llegaba a Sevilla trayendo el progreso, buscando una expansión económica en beneficio común" y a fe que la ciudad se le entregó desde el principio. La expectación fue tan grande que el centro comercial de la Plaza del Duque, construido sobre lo que fueron las casas-palacio de Miguel Sánchez-Dalp y del marqués de Palomares (origen de una polémica urbanística que la empresa combatió rehabilitando y regalando a la ciudad la Casa de los Pinelo) recibió de inmediato la visita de más de cien mil personas.

En su política de buscar nuevos incentivos comerciales, El Corte Inglés dio una enorme importancia a las celebraciones navideñas y a todo lo relacionado con la fiesta de Reyes. Y ahí surgió la idea de promover un gran acto para que miles de niños recibieran la llegada del Cartero Real, el emisario de Sus Majestades de Oriente encargado de recoger todas las cartas que los pequeños le dirigían a los Reyes pidiendo los regalos que deseaban recibir la noche del 5 de enero.

El primer año de la estancia en Sevilla de El Corte Inglés, en diciembre de 1968, el Cartero Real llegó por el río. Acudió al Ateneo, donde le fueron entregadas las cartas de los niños sevillanos, y concluyó el largo periplo iniciado por las aguas del Guadalquivir en las puertas mismas del Centro del Duque.

En 1969 todo fue más espectacular y tuvo por epicentro el estadio Benito Villamarín, el campo del Betis. Fue el domingo 14 de diciembre y jamás en Sevilla se había visto nada parecido. Más de quince mil personas se dieron cita en las tribunas, muchas de ellas llegadas en los llenísimos autobuses que cubrían las líneas 18 y 19.

Desde las once de la mañana La Palmera se atestó de pequeños y mayores que al entrar en Heliópolis eran obsequiados con globos, banderines y caramelos, mientras que distintas bandas de música desfilaban por el terreno de juego, donde también se ofrecían demostraciones circenses y exhibiciones de aeromodelismo.

A las doce y media aterrizó en el centro del campo el helicóptero que trasladaba al mensajero de los Magos. Le megafonía pidió calma, pero la chavalería invadió la hierba. De ahí salió la Cabalgata que se dirigió al centro de la ciudad.

La prensa de la época agradeció las muchas facilidades ofrecidas por la directiva del club, que no dudó en abrir en abrir también la zona de Fondo, y que demostró en todo momento su sensibilidad para con los niños sevillanos.

Esa misma tarde, el Real Betis recibió en el Villamarín al Racing de Ferrol. Partido correspondiente a la jornada 15 del campeonato de Liga en Segunda. Empate a cero. Poco fútbol, marcado por la ausencia del goleador Quino, quien andaba lesionado aquellos días.

El Cartero Real volvió a Heliópolis en 1971. El domingo 19 de diciembre, Una mañana de sol espléndido y lleno en las tribunas. Otra vez, miles de niños recibiendo al adelantado de los Reyes entre caramelos, globos y júbilo. El helicóptero se posó de nuevo en el círculo central, dirigiéndose el heraldo al estrado que se había ubicado ante la grada de Preferencia. Y desde ahí marchó el cortejo hacia la Plaza del Duque.

Apenas unas pocas horas más tarde, el Real Betis saltó al césped para enfrentarse al Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona. Jornada 14 en Primera. Eran tiempos difíciles en los que los verdiblancos pagaban su adaptación a la máxima categoría. Esa misma semana había cesado el entrenador Antonio Barrios y, de manera provisional, se hizo cargo del equipo Esteban Areta, un reconocido ex jugador que hasta ese momento era el ayudante del técnico despedido. Estaba a punto de escribirse una destacada página de futuro en la historia de la entidad.

Aquel partido ante los periquitos lo perdió el Betis por 0-1 y al día siguiente fue presentado como nuevo entrenador el húngaro Ferenc Szusza. Un perfecto desconocido del que entonces se empezó a saber que había sido una estrella del fútbol magiar, máximo goleador histórico del Ujpest Dosza y reciente técnico del Gornik polaco.

Tenía cuarenta y ocho años de edad, venía recomendado por el seleccionador nacional  Ladislao Kubala, y deslumbraba por su planta de atleta rotundo. Nadie lo conocía en aquellos días, pero con el correr de los años acabaría convirtiéndose en una personalidad del beticismo. Un nombre para siempre.

El martes 21 de diciembre fue presentado a los 26 jugadores de la plantilla, ante los que proclamó solemnemente que: "Todos sirven si trabajan". En esa primera etapa contaba con el auxilio de un intérprete llamado Ferenc Locsei, pero acabó hablando un castellano fluido y entendible, aunque lleno de giros que simplificaban las oraciones y acortaban las frases.

Esas fueron las primeras Navidades de Szusza en Sevilla. En las que siempre tuvo cerca al presidente Núñez. Recibió el año 1972 en Las Palmas (el desplazamiento con el que se estrenó como entrenador) y la primera victoria desde el banquillo la vivió el 6 de enero, día de Reyes. Fue ante el Sporting de Gijón en Heliópolis, aquella tarde nublada y fría en que tuvo la feliz idea de poner a Rogelio como delantero centro, marcando el mito coriano los dos goles del triunfo.   

Todo salió bien aquel día. Incluso la lluvia, largamente anunciada, estuvo ausente cuando la Cabalgata del Ateneo comenzó a recorrer las calles de la ciudad. Fue el mejor final para las ilusiones infantiles.

Esas que había anunciado dos semanas antes el Cartero Real llegado en helicóptero al estadio Benito Villamarín.