Los jugadores del Betis, acompañados del entrenador Szusza, de directivos y aficionados, celebran la conquista del IV Ciudad de La Línea. En el que se estrenó Esnaola parando dos penaltis.

Esnaola se estrena contra el Eintracht de Frankfurt

Por Manolo Rodríguez

 

José Ramón Esnaola fue presentado como jugador del Real Betis el 27 de julio de 1973. Una semana más tarde debutó en La Línea, en el trofeo que se disputaba en esta localidad campo gibraltareña. El primer rival que tuvo enfrente fue el Eintracht de Frankfurt alemán. Un nombre sonoro ante el que comenzó a cincelar su leyenda. Detuvo uno de los lanzamientos y metió a su equipo en la final. Al día siguiente hizo lo propio contra Os Belenenses de Portugal y, desde entonces, la bonita ensaladera que entregaron como premio está en la sede de la entidad.

Por ahí arrancó una historia formidable que culminaría cuatro años más tarde sobre la hierba del Vicente Calderón de Madrid. La epopeya del parapenaltis Esnaola. Una singladura mítica que lo llevaría a convertirse en el más grande portero que los béticos vieran y a erigirse en el jugador que más veces defendió el escudo de las trece barras.

Una crónica que ya parecía escrita de antemano aquel verano del 73 en el que sólo se  habló de Esnaola. Algo natural, dadas las circunstancias. El Betis acababa de bajar a Segunda División y la tristeza era norma en el club y en el entorno. Sin embargo, el presidente José Núñez cerró las puertas al desánimo el mismo día en que se presentó la plantilla, un caluroso jueves 19 de julio. Reunidos ante la tribuna de Gol Norte, les dijo a los futbolistas que “no conseguimos nada mirando hacia atrás, ni recordando lo pasado; lo importante siempre es el presente y por eso tenemos que comenzar la temporada con mucha ilusión, mucho optimismo y mucha alegría. Sólo así conseguiremos nuestro objetivo, que no es otro que el retorno a la División de Honor”.

Por esas fechas ya había llegado el portero García Fernández y se esperaba en breve a los defensas Iglesias y Sabaté. Pero con Esnaola no se acababan de aclarar las cosas. Se sabía que el Betis le había ofrecido a la Real Sociedad doce millones de pesetas, pero el jugador seguía meditando su futuro. Así pasaron un par de días. Mientras, el entrenador Ferenc Szusza dirigía dos entrenamientos diarios. El de la mañana, en Coria; el de la tarde, en San José de la Rinconada. El césped de Heliópolis se estaba resembrando.

El sábado 21 de julio, el secretario técnico, José María de la Concha, se reúne con el jugador y se firman los contratos. El Betis lo anuncia alborozado tres días más tarde. Acaba de fichar a un portero de una vez. Enseguida se hacen las presentaciones y, además, es posible financiar parte de la ambiciosa operación con una venta millonaria: el excelente centrocampista Pepe González es traspasado al Real Zaragoza por ocho millones de pesetas. Como ha ocurrido siempre, unos van y otros vienen.

El viernes 3 de agosto, a las cuatro de la tarde, sale la expedición bética camino de La Línea de la Concepción. Su primer destino en pretemporada para disputar un torneo que ya cumple cuatro ediciones y del que han sido campeones en años pasados el Valencia, el Rapid de Viena y el Dukla de Praga.

Al frente del grupo se hallan el directivo Adolfo Palomino y el secretario técnico, José María de la Concha. Con ellos, el entrenador Szusza, el doctor Rodríguez del Valle, el masajista Vicente Montiel y 18 futbolistas. Van tres de los nuevos fichajes, Esnaola, García Fernández y Sabaté (Iglesias, lesionado, se queda en Sevilla) y un argentino que se halla a prueba, el interior Jorge Olmedo, que acabaría fichando al acabar el torneo.

La noticia negativa es la ausencia de Javier López, quien se rumorea que se ha declarado en rebeldía al solicitar un aumento de ficha que el club no le ha concedido. Con 22 años y tres temporadas en el club (dos de ellas como titular indiscutible), López es uno de los mayores activos de la plantilla. Un futbolista fundamental. Es lógica la preocupación.

El torneo de La Línea se abre con un Málaga-Os Belenenses que ganan los portugueses por 1-2. Al día siguiente, sábado 4 de agosto el Real Betis se enfrenta al Eintracht de Frankfurt. A las diez y media de la noche. Los aficionados béticos llenan tres cuartas partes del estadio y animan sin cesar durante el encuentro. El Betis viste con calzonas verdes. Dirige el partido el colegiado madrileño Martínez Banegas y las alineaciones son las siguientes:

Real Betis: Esnaola; Bizcocho, Telechía, Sabaté, Biosca; Genaro (Orife, m.55), Olmedo, Rogelio; Del Pozo, Nebot (Aramburu, m.77) y Benítez.

Eintrach; Wienhold; Reiche, Klieman, Trinklein, Andree; Holzenbein, Korbel, Weidle; Grabowski, Muller (Kalsz, m.46) y Rohrbach (Nickel, m.87)

El Eintracht, dirigido por Dieter Weise, es un buen equipo que esa misma temporada acabará adjudicándose la Copa de Alemania y en el que se alinean dos futbolistas (Holzenbein y Grabowski) que al año siguiente se proclamarán campeones del mundo con la selección germana.

Aun así, el Betis domina durante todo el encuentro y se hace acreedor a una victoria que no llega por su escaso acierto rematador. No marca y eso condena la semifinal a los penaltis. Curiosamente, las tandas se lanzan por separado, no de manera alterna como ya era común, y empiezan tirando los verdiblancos. Marcan Rogelio, Del Pozo, Orife y Biosca. Sólo falla Olmedo, que dispara por encima del larguero.

A continuación, chutan los teutones. Grabowski acierta; Weidle tira fuera; Klieman marca y el cuarto lo ejecuta Nickel. Lo para Esnaola aguantando hasta el final. Su primer penalti parado como portero del Betis. La primera victoria.

Al día siguiente, o, por mejor decir, ese mismo día, ya que la tanda acaba de madrugada, el Real Betis se mide en la final a Os Belenenses. El único consuelo es que el encuentro se inicia algo más tarde, a las once de la noche. TVE lo retransmite en directo.

De nuevo, los verdiblancos son mejores que su rival, pero tampoco concretan ante el marco lusitano. Marco, por cierto, que defiende Félix Mourinho, padre del hoy célebre entrenador José Mourinho, quien con 35 años juega su última campaña como profesional.

Ferenc Szusza alinea a los mismo que ganaron a los alemanes, con la única variación de Mellado por Genaro. Más tarde entrarían Orife, Aramburu y el mentado Genaro.

Aunque Rogelio estrelló un balón en el larguero y Del Pozo (el mejor del torneo) hizo diabluras, el marcador no se movió. Fue necesaria la prórroga. Media hora más que se jugó a cámara lenta. Por fin, en el minuto 110 llega el gol bético. Lo marca Aramburu. Parece la sentencia y, sin embargo, no lo es, ya que a cuatro para el final una falta lejana lanzada por los portugueses pega en la cabeza de Sabaté y sorprende a Esnaola. De nuevo, habrá penaltis.

La primera tanda la protagonizan los lisboetas. Y arranca con un paradón imponente de Esnaola a disparo de Luis Carlos. A continuación, marcan Godinho, Calado y Murça, El último lanzamiento lo tira fuera Cardoso.

En el Betis, por su parte, no hay errores. Con seguridad, transforman sus disparos Orife, Del Pozo, Olmedo y Aramburu. Ni siquiera es preciso que dispare Biosca, el quinto en la lista.

Las paradas de Esnaola y el acierto en los lanzamientos le dan al Betis el trofeo linense, una hermosa ensaladera valorada en 250.000 pesetas. La recoge Telechía (Rogelio, que había sido sustituido, ya estaba vestido de calle) y a día de hoy se conserva con cariño en el Benito Villamarín.

Al día siguiente fichó Olmedo, días más tarde llegó el goleador argentino Juan Carlos Mamelli y en septiembre se resolvió para bien el caso López. Y el Betis acabó subiendo de corrido con Esnaola de portero. El mito que se estrenó parando penaltis ante el Eintracht de Frankfurt.